— Probabilidades de lluvias dispersas. Gradual descenso de la temperatura hacia el fin de semana, con desarrollo de algunas lluvias... Ambiente nuboso y húmedo, lloviznas de variada intensidad con mejoramientos temporarios.
El pronóstico del clima decía lo mismo hacía varios días y, aunque sintiera la necesidad de cambiar de estación, tampoco tenía los ánimos para tantear el aire intentando buscar los botones. La radio de aquella habitación de hospital era de un modelo bastante viejo, apenas captando las frecuencias en una medida a consideración decente, haciendo así que las palabras del locutor, como las canciones, se escucharan con cierta estática, cortando de a momentos la programación para no dejar nada más que ruido de interferencia, comprándose a cuando arrugaba papel. Incluso con ello, Nakahara adoraba esa radio, pues opacaba el silencio de la habitación de tal forma que sus pensamientos tomaban un aire difuso, haciendo casi imposible diferenciarlos: se perdían en la tarde así como en los murmullos de las otras habitaciones y en la humedad otoñal: extraviados sin quejas por sus descuidos.
Hallarse, encontrarse, salvarse...
Aquellos términos se perdían en los rincones inhóspitos de sus pensamientos. Él era una caja musical que siempre producía la misma melodía mientras la bailarina era presa de la repetición de un solo movimiento; claro que las cajas musicales no eran exactamente para ser escuchadas. De igual forma, no comprendía la belleza de estos objetos. Tal vez porque en realidad no podía apreciarlos, pero más allá de eso tampoco creía poder comprenderlos ya que, incluso si su sonido fuese precioso, realmente no eran valuadas en torno a dicho sonido, sino a su estética clásica; ¿Qué en esos tiempos aún crearán cajas musicales con melodías tan simples decía mucho, no...?
Las canciones no eran más que simples complementos que hacían resaltar su hermosura. Como todo en éste mundo, cuanto más excéntrica y difícil de conseguir fuere una determinada cosa, mayor será su valor y menos personas la poseerian. No se trataba de lo que decía, sino de como se veía. Era un destino triste para quien tenía tantas ideas interesantes que expresar.
La voz en la radio que perdía cada vez más intensidad de detuvo de repente, dejando solo el sonido triste del papel siendo arrugado en su lugar, ruido blanco como recordatorios constantes de algo que se perdió, algo que no pudo ser, una oración inconclusa o un sentimiento arrebatado. Frunció su entrecejo con disgusto bajo las vendas que cubrían sus ojos. Era exactamente el tipo de pensamientos que la radio debía evitar.
— Tal vez debería pedirle a Kyouka un reproductor... —Murmuró, suspirando suavemente.
— Pensé que el doctor había dicho que no debías forzar tu rostro, —escuchó de repente, una oración irónica viniendo de la persona que justamente había mencionado— ¿cómo te sientes? —Preguntó su hermanita, sus pasos parecían estar acercándose mientras hablaba.
— Me duele la cara, me va a explotar la cabeza y huelo a hospital: traducción; maravillosamente miserable. —Contestó sarcástico, escuchó la puerta siendo cerrada— También estoy seguro de que si no me mato yo por el hastío y aburrimiento seguramente la comida del hospital lo hará.
Kyouka sonrió levemente desde su lugar, observando a su hermano vistiendo una bata celeste en contraste con las vendas blancas que cubrían sus ojos. Chuya estaba sentado en la camilla junto a la ventana cubierto de la cintura para abajo con una sábana de pulcro blanco; incluso en esa situación se veía hermoso.
— Mamá te preparó sopa y pan blando, no quiere sobreesfuerzos. —Avisó ella con tono risueño. Chuya sintió el peso de algo en la cama, tal vez un cesto con la comida.
— ¿Y cómo está el abuelo? —Inquirió en su lugar, juntando ambas de sus manos para sentir sus dedos.
La radio era un buen sustituto, pero aún dejaba espacio para ideas y pensamientos extraños, por eso atesoraba las conversaciones, pues los únicos momentos en los que no estaba a solas con sus pensamientos eran cuando su madre o hermana lo visitaban.
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Parfum de printemps. (Soukoku, BSD)
FanfictionEn una primavera de colores pálidos un joven y nada apasionado fotógrafo se encuentra en Okinawa: un viaje de descubrimientos a un precioso lugar lleno de imágenes para plasmar; donde la fotografía más hermosa resultó ser la de un risueño hombre en...