"Lo que más me gusta de ti es la seriedad con la que inventas disparates".
–Gabriel Garcia Marques
--- --- ---— Gracias por la ayuda, Dazai-kun. —Agradeció la fémina, acomodando sus delicadas manos frente a su cuerpo casi acariciando su yukata mientras caminaba.
Osamu le dirigió una mirada mientras la mujer sonreía saludando con una reverencia a las enfermeras o pacientes que se encontraba por el pasillo. No pudo evitar devolverle la sonrisa a la madre de su, podría denominarse, pareja, pues le era imposible no regresar la amabilidad de Kouyou.
Hace exactamente un mes que había tenido el placer de conocer a la madre del pelirrojo que lo había conquistado, automáticamente deduciendo de donde Chuya había heredado todos esos rasgos tan hipnóticos y bellos.La señora Kouyou era una mujer preciosa, ambos de sus hijos eran bendecidos con su belleza y vivacidad, aunque por obvias razones le tenía preferencia a los rasgos del mayor de estos. Comprobó que el pelirrojo heredó muchas de sus características, más sus ojos fueron cortesía de su difunto padre así como su apellido.
— No tiene que agradecer, Kouyou-san. —Respondió él, ignorando las conversaciones entremezcladas de las demás personas en el lugar— No estoy haciendo mucho, al menos déjeme acompañarla a esas conversaciones. —Contestó, refiriéndose a aquellas charlas con el médico en jefe de las que Kouyou debía ser participe.
Normalmente esas charlas se llevaban a cabo con Chuya, pero no podía hacerlo en ese momento, estaba muy sensible a su condición así como su traslado desde Okinawa a Tokio, y dado a que la madre de éste estaba sola, él, como la supuesta pareja de su hijo, no lo pensó mucho para ofrecerse a acompañarla, imaginando lo difícil que debía ser para una madre viuda afrontar aquello.
Kouyou le dedicó una sonrisa y negó con delicadeza, sus ojos perfectamente delineados cerrándose con suavidad mientras una una expresión tranquila adornaba su rostro. La mujer era simplemente hermosa: con un aura amable, serena; que desprendía elegancia y dignidad. No era una belleza llamativa, fuerte y contradictoria como la de Chuya, así como tampoco una belleza juvenil, tierna y vivaz como la de Kyouka. Ozaki tenía su propia energía, era una madura, elegante y grácil. Sus hijos definitivamente habían sido bendecidos por sus genes.
— Si debo ser sincera, —confesó ella, fijando su vista al frente— no sé como llegaste a la vida de Chuya, pero lo agradezco...—Confesó, sus ojos caían al suelo— Siento que eres gran parte de la razón por la que mi hijo recuperó el coraje. —cuando Ozaki dijo eso él lo intentó negar, más la mujer interrumpió— Conozco a mi hijo. Sé que es perfectamente capaz por su cuenta, pero eres ese empujón que necesitaba. Le brindaste un poco del valor que perdió con los años.
Tras esa declaración ella aceleró los pasos, como si no permitiera a Dazai refutar. Kouyou se detuvo frente a esa puerta más que conocida para ambos, le dedicó una sonrisa tranquila, como todas las de la mujer, y tras ello ingresó. Dazai le siguió, quedándose también como la fémina fuera de la habitación observando extrañado la escena que se reproducía adentro.
— ¡Chuya, debés tomartela! —Exclamó Kyouja, por su tono cansado Osamu notó que no era la primera vez que decía aquella oración.
— ¡Kyouka, es horrible! —Se quejó Chuya en repuesta.
Dazai ladeó la cabeza, arqueando una ceja, confundido. La mujer mayor a su lado también parpadeó extrañada.
En sí la escena no fue completamente extraña, más bien fue común para esos días. La pelinegra intentaba, inútilmente, meter una pequeña pastilla blanca a la boca de su hermano, quién se negaba de manera rotunda a ello. Dazai dejó salir el aire de sus pulmones agotado. Luego de un par de fallidos intentos más la muchacha desistió, dejando la píldora en la mesa junto a la camilla, justo a lado de la botella de agua. Kyouka se cruzó de brazos, sentandose en los pies de la cama con un puchero molesto. Osamu sólo volvió a suspirar, ya le cansaba un poco ese teatrito todos los días, peor todavía le pareció adorable, estaba un poco trastornado a ese punto. Ozaki a su lado soltó una suave risa cubriendo sus labios con su mano.
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Parfum de printemps. (Soukoku, BSD)
FanfictionEn una primavera de colores pálidos un joven y nada apasionado fotógrafo se encuentra en Okinawa: un viaje de descubrimientos a un precioso lugar lleno de imágenes para plasmar; donde la fotografía más hermosa resultó ser la de un risueño hombre en...