Uno.

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INVIERNO. 2010.

___ llevaba dos horas seguidas caminando. Sus pies ya comenzaban a doler, y el sudor corría por su espalda haciéndole cosquillas en la espina dorsal.

Lo único que conservaba era un cuchillo carnicero y una pistola de seis balas que robó de la casa de su vecino. Realmente no fue robar. Había un papel blanco con letras escritas "Tómala, te ayudará". ___ se preguntó por qué alguien ayudaría así a otra persona si les puede servir para protección propia un arma. Sus dudas se fueron cuando vio a la familia de su vecino con una bala en la cabeza.

Recordó a su hermano mayor.

¿Dónde estaría?

Cuando llegó a su casa jadeante por correr de la escuela hasta su vecindario, no lo vio. Quizás estaba en su turno, pensó.

Vio a su madre siendo devorada por esas criaturas. Quería ayudarla, pero era muy tarde. Con respecto a su padre... no lo halló. Quizás escapó, o murió en su trabajo. No lo sabía. Y dudaba si quería saber. Por ahora, no quería saber nada.

Ella ya no lloraba.

Había llorado tantas veces que sentía que quedaba sin lágrimas a la hora de hacerlo. Además las lágrimas no movían montañas.

Su hermano... Glenn... se moría internamente por verlo una vez más. Con su gorra de béisbol. Era el mejor hermano del mundo entero. Sólo esperaba que estuviera a salvo y que haya podido huir de Atlanta. No como ella, que estaba estancada en un pozo lleno de carne muerta que quería asesinarla.

___ dio un respingo al ver lo descuidada que fue por no darse cuenta que caminaba hacia la ciudad. Se puso nerviosa. Ya estaba entrando a la ciudad de Atlanta. ¿Quién la mandó a ser tan distraída?

Tenía que irse ya, o las criaturas podridas la matarían. Y créanme, no tenía idea de cómo matar a uno de esos monstruos. O sea, ¿qué niña de 11 años podría saber cómo matar a esas asquerosas cosas que alguna vez fueron personas? Ninguna, obviamente. Ella no era la excepción.

Se escucharon disparos. Se estremeció.

¿Iba o no iba?

___ se encogió de hombros inconscientemente. Si la mordían no le importaba mucho, ¿no? O sea, no tenía a nadie junto a ella. Quizás la persona que estaba en peligro si tenía alguien cómo familia. Si moría, al menos sería salvando a alguien. Si es que salvaba a alguien.

Corrió hacia la calle donde se escuchaban los disparos. Reconoció la calle. Su hermano a veces la llevaba a trabajar entregando pizzas y casi conocía todo el espacio de Atlanta.

Logró divisar a un señor de al menos 30 y pico años. Estaba escapando de las criaturas. Había un tanque, un caballo siendo devorado, y muchos, pero muchos, zombies. Algunas cosas se percataron de su presencia por lo que se posicionó a un lado del señor. Sacó el seguro de su arma -algo sabía de armas- y con las manos sudadas y temblorosas comenzó a disparar. No sabía cómo hacerlo. Su puntería era del puto asco. Ella sólo disparaba a cualquier cosa que se moviera. Y no disparaba precisamente en la cabeza.

Miro por encima del hombro a aquél señor y éste la miraba confundido, por tratar de ayudarlo. El señor sacudió la cabeza como si estuviera recordando a alguien al verla. Claramente Rick Grimes, ex sheriff, estaba recordando a su pequeño Carl al ver a la niña de al menos 10 años de edad.

___ se sorprendió. ¡Vaya puntería que tenía ese señor! Se golpeó mentalmente. Era obvio que tendría buena puntería. Era cosa de verle el traje de sheriff que lucía. Era un sheriff. O lo fue.

___ miró cómo el señor se dirigía a un callejón. El señor le hizo un ademán para que lo siguiera. La chica le causaba demasiada ternura y le recordaba mucho a Carl, no la podría dejar ahí. Sería inhumano.

Deathless - Carl Grimes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora