Capítulo VIII: Me Puedo Quedar

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¿Sabéis porque de pronto estaba tan enganchada con Rose? por que sin poder entenderlo, con ella me sentía cómoda y segura, si por mi fuera pasaría todo el día con Rose, aferrada a su brazo para que no se alejara, pero, lamentablemente, tenía que cumplir con cosas tan básicas como: Trabajar (iba a decir respirar, pero eso es demasiado básico) ¿Podría de pronto renunciar al trabajo? Quizá podría buscarme algo que no requiriera tanto tiempo ¿En que trabajaba Rose? ¿Podría de pronto preguntarle si podía trabajar con ella? No, esperen la pregunta era: ¿Rose trabaja? Por lo que sabía la respuesta era sí, pero rara vez la había visto trabajar, no entendía como lo hacía para tener tanto tiempo libre y aun así trabajar.
Rose propiamente tal tenía un algo muy propio de ella y por algún motivo me gustaba mirarle cuando hacía algunas cosas, tenía un tipo de destreza o quizá no era eso pero algo tenía Rose que hacía que cuando la miraba hacer algo no pudiera dejar de mirarla, por eso mismo mi trabajo no rendía cuando Rose estaba en la cafetería y lo peor era que ella lo sabía, al parecer la pelirroja el único motivo por el cual se pasaba por la cafetería era para eso y misma razón que llevaba a pensar que quizá podría renunciar.

— ¿En qué piensas? — preguntó Rose y yo levante la cabeza para mirarla.

— Estaba pensando en que quizá podría dejar de trabajar, pero tengo que pagar la universidad así que no creo que de momento sea posible — Comenté sin más y Rose me quedo mirando — Quizá me consiga a alguien que me mantenga después ya no ando con ganas de trabajar y mucho menos de estudiar, como que quiero dormir una semana entera — finalicé y me dispuse para lavar los trastes, por muy poco agradable que sonara estar lavando trastes casi todo el día y preparando cafés tenía que hacerlo pues aún no me había conseguido a una persona que estuviera perdidamente enamorada de mi y que estuviera dispuesto a pagarme los estudios,

— ¿Qué te lo impide? Quiero decir, puedes renunciar si eso es lo que quieres — Rose me miraba por sobre la pantalla de su portátil, llevaba como media hora mirando la pantalla sin hacer absolutamente nada, seguramente resultaba luego que estaba leyendo algo o dios sabrá qué es lo que estaba haciendo.

— Es que aún no me consigo una pareja que me pague las cosas, mis padres no tienen tanto dinero como para pagarme los estudios, por eso trabajo, si esto no lo hago porque me gusta, si me gustara no estaría pensando en renunciar — prácticamente lo dije entre risas, de todos modos, me causaba un poco de humor aquello.

Hizo un gesto con la cara mientras ladeaba la cabeza y sonreía, algo se le había ocurrido y se terminó levantando del taburete de la barra mientras miraba su móvil, la perdí en alguna parte y aproveché que la pelirroja no estaba sentada frente a mi para poder avanzar lo que más podía con el trabajo, es decir, en lavar trastes. Debió haber pasado cerca de media hora cuando Rose regreso, sin decir nada, solo se sentó en el taburete y continúo mirando la pantalla del portátil mientras se sostenía la cabeza o se pasaba la mano por el cabello, el tic de Rose era ese, comenzaba a pasarse las manos por la cabeza o de vez en cuando se comenzaba a rascar la cabeza, yo por otro lado intentaba no mirarla tanto, pero se me hacía imposible, imposible en el sentido de que cada que me daba vuelta tenía esa necesidad de buscarla con la mirada y ella parecía no molestarle o incluso yo podría decir que no notaba que es lo que ocurría en ese momento.

Rose parecía estar orgullosa, como si de pronto hubiese hecho algo que realmente valiera la pena por lo que estar orgullosa, pero en el momento en que entro alguien a la cafetería y ella miro en dirección a la puerta se puso a la defensiva, no pude distinguir quien era la persona que había entrado, no podría deciros quien (de todas las personas que entraban y salían constantemente de la cafetería) era la persona que hacía que se pusiera de ese modo, Rose no despego la mirada del portátil mientras tecleaba algo en él, no se movió, es más se puso tan tensa en un momento que se quedó completamente quieta mirando el teclado del portátil.

Tus Labios Junto a los MíosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora