☕ Capítulo 2

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Madeleine caminaba a la torre del reloj para desayunar en la plaza central, yo debía ir a la escuela de magia para que mi escritorio no quedara cubierto de polvo, después de todo nadie se inscribía al curso intensivo de magia de café, decían que era demasiado complicado sin razón; por supuesto, la magia de café no era algo para un aficionado que utilizaba la magia como un espectáculo para impresionar. Gracias a mí,todos en este Reino eran capaces de ver la importancia de la magia que mi tribu conserva con recelo, a pesar de que no se atrevieran a decirlo o aprenderla.

Almond tomaba latte almendrado en el salón que me pertenecía, ordenaba un par de documentos y al verme entrar siguió con lo suyo sin una pizca de vergüenza.

-Buen día -Dije con elegancia, Almond inclinó su cabeza hacia mi para no perder concentración. -Esta aula me pertenece -Recordé cruzándome de brazos, Almond chasqueó la lengua irritado -Atrevido -Dije y camine al escritorio con mi limpiador en mano.

Ahí hallé una nueva tarjeta con un par de flores, las tomé cuidadosamente, admito que se trataba de flores muy bonitas ¿Qué debía hacer con ellas?
Al levantar la vista noté que Almond se acercaba frunciendo el ceño.

-Alto ahí -Ordenó autoritario -¿En qué clase de líos te has metido últimamente? -Retiró la maceta de mis manos, yo solo entorné los ojos -Nunca habrá un momento de paz en este lugar. -Movió la cabeza con desaprobación

-Deja mis flores -Entrecerré los ojos -No me gusta que los demás toquen mis pertenencias -Forcejeamos un par de minutos hasta que decidió arrancar la flor de la maceta para resolver el problema que sólo él lograba ver. -

Molesto cogí los restos del obsequio, salí de la escuela de magia tan indignado ¿Cuál era el problema? Si nadie le regalaba flores probablemente se debía a que su trabajo no era algo tan digno de admiración como lo era el mío.

-Te estaré observando -Advirtió Almond, rodé los ojos tan molesto ¿Que diablos le sucedía? Siempre tan entrometido, ahora todo era un desastre, torcí el gesto cruzando la salida. -La verdad evitaba llegar a esto -Señaló la flor destrozada en su mano tosca -Te pediré de la manera más atenta que este suceso no llegue a oídos de Herb. -Añadió casi gritando aunque lo ignoré.

Fui hasta la plaza central, a lo lejos identifiqué a Madeleine que devoraba donas, sandwiches, vegetales y toda clase de cosas sin piedad, caminé hasta él para colocar la maceta destrozada sobre la mesa, Madeleine miró alrededor sin entender.

-Almond rompió mi maceta -Mi voz se quebró, apreté los puños -Solicito una nueva...

-¿D-Disculpa? -Madeleine daba un sorbo a su limonada -¿Te sientes bien? -Colocó la palma sobre mi mejilla, le di un manotazo avergonzado -¿Q-Quieres que te compre una maceta nueva?

-En efecto -Ajusté mis anteojos -... Por favor -Pedí casi murmurando

-Claro -Encogió los hombros sin dejar de reflejar extrañeza -Primero terminaré mi desayuno ¿Quieres acompañarme? -Me tendió un par de macarons.

-¿Siempre comes tanto? -Pregunté ladeando la cabeza.

-Cuando te vi a lo lejos creí que venías a darme una paliza por lo de las galletas-Se echó a reír, me rodeó con su brazo -Me alegra que te sientas mejor -Su boca estaba tan cerca de mi rostro, masticaba sin educación alguna como un bárbaro y yo escuchaba la comida ser triturada en su boca -Siento mucho lo de tu maceta.  Come más, estás tan delgado. -Picoteó mis costillas y yo me retorcí -No sabes cuanto disfruto desayunar con un amigo.-Hablaba con la boca llena y migajas caían sobre mi ropa cuidadosamente lavada y planchada.

-¿Acaso no sabes nada de educación? -Podía sentir su respiración en mi mejilla, me hallaba levemente ruborizado pero Madeleine parecía no percatarse de ello. Tomé una servilleta para limpiar las comisuras de sus labios -Así está mucho mejor.

Dejó cada plato limpio, ahora se dedicaba a meterse las migajas a la boca descaradamente, sus manos eran enormes y bruscas, me sorprendía no decir ni una palabra a pesar de todo lo que pensaba.

Nos pusimos de pie directo a la tienda de flores, Herb las cuidaba con tanta dedicación que sorprendía, vi exactamente una como la que Almond destrozó por lo que di unos cuantos pasos dirigiéndome a esta.

-Dame la maceta más costosa -Solicitó Madeleine animado en voz alta con las manos en la cintura en forma de tetera.

-¿Acaso es para alguien especial? -Herb sonrió amable buscando la maceta perfecta.

-Por supuesto, es para mi gran amigo Espresso -Palmeó mi espalda sin medir su fuerza por lo que me empujó -Oh, lo siento...

-No somos amigos -Murmuré avergonzado.

Herb cogió una hermosa maceta llena de flores de diferentes colores, me la entregó directamente, sonreí.

-Es mejor que la de antes -Comenté sin ocultar mi alegría -Te lo agradezco.

-Yo haría lo que sea por ti -Colocó la mano sobre mi hombro -¿Amigos? -Esa pregunta hizo que yo suavizara la mirada.

-¿Quieres escribir una tarjeta? -Herb habló antes de que yo emitiera mi respuesta, le tendía tarjetas en blanco, Madeleine aceptó entusiasmado -¿Necesitas un bolígrafo?

-No, gracias. -Madeleine sacó un boligrafo en forma de pluma roja -Siempre cargo con la mía, cuando se acaban mis autógrafos pre firmados no puedo permitir que alguien se quede sin el.

-Presumido -Dije entredientes

Comenzó a escribir tranquilamente, yo acariciaba los pétalos de las flores relajado, eran bellas y darían un elegante toque a mi hogar. Madeleine me entregó lo que escribió:

Expresso, esprero seamos grandes amigos.

Al final sólo colocó su autógrafo, fruncí el ceño porque incluso su letra era horrible.

-¿Expresso? -El sentimiento era de lo más extraño, dolía pero no de la forma convencional. Sacudí la cabeza, el pudo pedirle a alguien más que lo escribiera ¿Cierto?

-¿Sucede algo? -Preguntó Madeleine cuando comenzamos a caminar -De pronto te ves desanimado ¿No te gusto la maceta? Podemos cambiarla por otra que sea de tu agrado.

-¿Me amas? -Lo encaré sin previo aviso

-Wow... ¿qué? -Madeleine sacudió sus manos retrocediendo.

-Me escribiste treinta y dos tarjetas confesándome tus sentimientos -Entregué la que cargaba a todas partes como separador.

-Y-Yo... -Sostenía la tarjeta estupefacto -Primero Relájate un poco -Escuché una risa, miré a todas partes sin embargo no encontré quien la originó.

-Era todo una broma -Concluí de inmediato, Madeleine cerró los ojos dolido como si no hubiera querido escuchar eso-Tú lo sabías -Me dirigí al caballero avergonzado, humillado.

-Por supuesto que no -Intentó tranquilizarme

-No me toques. -Le empujé aunque no logré que se moviera -Te devuelvo tu horrible maceta -La arrojé a sus manos, no cayó pero rebotó bastante tierra que manchó su traje y armadura. -Sabía que esto era una pérdida de tiempo -Gruñí molesto.

Yo no le agradaba a nadie, pero no importaba, era hora de horarios de estudio más estrictos.

Cuchillos De Papel | Madeleine x EspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora