☕ Capítulo 8.

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Mi única compañía era el sonido noturno del bosque, me colaba entre los arbustos maldiciendo mi curiosidad al sentir las ramas picotear mis piernas, agradecí cuando identifiqué luz a unos cuantos metros porque a este paso tendría que correr hasta el castillo para llegar con Madeleine. La luz era producto de cuatro lámparas en cada extremo de una manta roja de terciopelo, dejaron ahí otra canasta con alimentos y una tarjeta nueva.

"Dulce Espresso,
Disfruta comiendo algo antes de la gran sorpresa"

Introduje media rosquilla a mi boca un tanto desesperado ¿Me preocupaba llegar muy tarde al castillo o ansiaba conocer la identidad de mi enamorado secreto? Una figura se aproximó escondiéndose en la penumbra, sacudí las migajas que cayeron sobre mi regazo.

-Sorpresa... -Reconocí a Licorice -¿Te gusta el picnic? ¿Esperabas a un tonto sin talento como Madeleine? -Se aferraba a su guadaña soltando esa risilla que lo caracterizaba.

-Esperaba que fuera alguien con hábitos básicos de higiene -Torcí el gesto decepcionado -Me retiro -Al intentar levantarme me percaté que mis rodillas ya no respondían.

-Yo también hago magia ¿Sabías? ¡Y decían que no podría atraparte! Fue demasiado sencillo, lo admito -Todo me daba vueltas, su voz se tornaba un eco que se alejaba, bajé la vista a la donut a medio morder -¡Seguro Dark Enchantress se sentirá muy complacida cuando se lo entregue! -Caí de espaldas, las flores que decoraban la caida amortiguaron el impacto de mi cabeza contra el suelo.

Al abrir los ojos el cielo ya resplandecía en un azul intenso, mi cuerpo dolía bastante, Wind archer me observaba de cerca con seriedad, a su lado unos pequeños animales curioseaban olfateando mi ropa, me levanté de golpe ¿Todo fue una pesadilla? Tome asiento sosteniendo mi cabeza, Wind archer refunfuñaba levantando este picnic destrozado ¿Por qué sucedió esto? ¿Buscaron burlarse de mí? ¿con qué fin?

-Pasar la noche aquí es muy peligroso -Regañaba el arquero -¿En qué pensabas? Tienes suerte de que no te hayan atacado.

-Sí me atacaron -Logré ponerme de pie -Tal vez no habría pasado si te dedicaras a hacer bien tu trabajo -Al parecer lo hice enfurecer -Oh, no ne vengas con esa cara de indignación, te sugiero tomarlo como una crítica constructiva. -Inicié mi trayecto de vuelta a reino.

Afortunadamente logré entrar al bar de Sparkling antes de derrumbarme sobre una silla de madera. Al final perdí mi oportunidad de ser alguien en este rincón olvidado del mundo ¿Cómo explicar a Madeleine semejante humillación? Yo no iba a ponerme vulnerable para darle explicaciones ¿Y si me mudaba a otro territorio? Uno donde lograra empezar de cero, después de todo mi juventud se iba consumiendo gracias al tiempo que sólo seguía avanzando pasando sobre todos nosotros.

-Buen día, Espresso -Sparkling se acercó inexpresivo, ahí fue cuando me percaté de la tensión del lugar -¿Puedo ofrecerte algo?

-El dolor de cabeza me está matando -Respondí quejoso -Prepara algo para detenerlo, por favor.

Latte llegó anunciandose con un portazo que estremeció el establecimiento, fúrica asemejando una fiera que atacaría a la primer víctima que se cruzara en su camino, solté un gemido de dolor pues su estrepitosa entrada hizo un ruido muy molesto. Reparó esos ojos asesinos sobre mí, admito que era intimidante pues siempre mostraba la mejor actitud, nunca antes me la topé tan tensa.

-¿Qué ocurre contigo? -Levantó la voz, todos los presentes voltearon a vernos -Creí que eras diferente -¿Acaso estaba discutiendo con una ex novia paranoica? -Fui directa cuando me pediste ese estúpido consejo para tu presentación, realmente eres tan frío e insensible como te muestras ¿Cierto?

-Me duele la cabeza ¿Puedes bajar tu volumen de voz? -Lo siguiente que sucedió fue una bofetada en mi rostro, tan dura que mis anteojos terminaron en el piso de madera, todos ahogaron un grito, Sparkling dejó de preparar mi bebida. -¿Quién te has creído? -Apreté los puños -Escucha, Latte -Me agachè para recuperar mis anteojos -Deja de entrometerte en mi vida...

-¿Sabes por qué no has logrado tus objetivos? -Aquella cuestión que me agobiaba cada noche antes de dormir -¿Crees que somos ignorantes y que nos desagrada tu magia? -Se detuvo por un segundo como intentando contener lo que diría- Te repudiamos a ti... -Soltó e inmediatamente cubrió su boca.

Debí ir directo a casa, caminaba con grandes zancadas con todas las miradas sobre mí, no... No otra vez, tragué saliva al percatarme de mi sudor, pasé años evitando estas crisis, refugiándome en mi soledad, corrí con todas mis fuerzas, mi cabeza estallaría en cualquier momento; visualicé mi jardín a lo lejos, mis piernas temblaban a cada paso, vomité sobre el césped.

-Espresso -Madeleine vino por detrás, me elevó con ayuda de sus brazos, mi cuerpo se encontraba tan débil que no lograba formular una respuesta coherente, vomité ahora sobre su pecho -No te preocupes por eso -Acariciaba mi cabello intentando mantener la calma, siempre tan hospitalario...

La atención de todos los presentes se centraba en mí, caminé al centro del aula iluminado por una lámpara que lastimaba mis ojos, sólo tenía que dar una demostración, lo había practicado sin parar por semanas, mis padres supervisaron hasta el mínimo de los movimientos.

-Ahí está él -La voz chillona de un niño hizo eco en el lugar -Con sus ridículos anteojos -Retrocedí inseguro ¿Por qué seguía usando estos lentes? Siempre se burlaban de ellos. -Es REPUGNANTE

-¿Puedes encender el grano de café que está en tu mano? -Interrogó una voz femenina, asentí.

Una humedad cálida se extendió por mis piernas, formando un charco bajo mis pies, las risas infantiles saturaban mis oídos, los cubrí cerrando mis ojos con fuerza, el grano de café se resbalo de mi mano derecha, el sonido de su caída fue hueco.
Agua, el líquido entraba por mi nariz, por mi boca e intenté gritar por ayuda, alguien tiró de mi cabello para sacar mi cabeza del inodoro, una vez más esas malditas risas (ahora de adolescentes) que me aterraban. Hubo un silencio relajante, abrazaba mi libro de estudio, en el pequeño laboratorio que instalé en mi habitación, mi lugar seguro alumbrado gracias a una pequeña lampara que regalaba su luz tenue.

-Te lo dije -Mamá discutía en la habitación de lado -Está defectuoso, sabía que era así ¿Ahora qué? No puede encender ni un sólo grano de café, todos lo van a rechazar

Abracé mis piernas sollozando, deseaba escapar de aquí. Ambas figuras se levantaron ante mi, yo las reconocía, volví a mojar mis pantalones.

-Lo hizo de nuevo -La voz masculina de mi padre me volvía diminuto -¿Por qué siempre hace eso?  -Sus manos gigantescas me señalaban.

Di un salto despertando de mi pesadilla, Herb ya estaba a mi lado colocando un pañuelo en mi cabeza, Madeleine saludó desde el pie de la cama por primera vez lo vi sin su armadura, mi pecho golpeteaba con fuerza.

-Bebe este té -acercaba un vaso de barro a mis labios, lo probé e inmediatamente lo escupí -¿Sabe mal? -Alejó el recipiente extrañado -Que raro, lo endulcé con miel -Abrí la boca para hablar -El café queda prohibido por unos días, fuiste envenenando -Colocó su mano sobre mi hombro -Te vas a recuperar muy pronto.

-Ugh -me eché en la cama de mala gana

-Gracias por venir a pesar de llamar repentinamente -Madeleine lo acompañaba a la salida de mi habitación, si mi estado de salud me lo permitiera evitaría quedarme a solas con él, desafortunadamente este era mi peor momento -¿Podemos hablar? -Se mostró adusto, encogí los hombros ¿Qué seguía? ¿Otra bofetada? -Quiero pedirte disculpas.

-¿Ah? -Levanté las cejas atónito.

-Di muchas cosas por hecho, te obligué a que aceptaras mi invitación a ese... Baile. -Vino a mí para refugiar una de mis manos entre las suyas -Actué por mi cuenta sin preguntar como te sentías tú... ¿Pasaste una buena velada? ¿quién es el misterioso escritor de tarjetas? ¿estás enamorado de él?

-¿Eres idiota? -Di un manotazo ¿Pasaría algo malo si desahogaba mis sentimientos con él, jamás había hecho algo así, normalmente sólo recibía un regaño por llorar -Nada relevante, agregando que este día ha sido de lo peor pero -Sonreí -No hay nada como una sesión de repaso para mejorar todo -Introduje la mano al bolsillo donde guardaba receloso mi bitácora de estudio, el mundo se me fue

-¿Te sientes bien? De repente tu cara se puso pálida

-M-Mi cuaderno, perdí mi cuaderno -Imposible, mi atuendo fue diseñado específicamente para evitar que saliera de su sitio... Las tarjetas, esa velada, el veneno para inmovilizar -El objetivo era robarme mis estudios -Concluí sin aire

Cuchillos De Papel | Madeleine x EspressoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora