XI

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Al día siguiente YoonGi llegó temprano al instituto, acción que no era accidental, pues no quería estar presente cuando todos llegaran, además estaba ansioso por poder aprovechar unos minutos en soledad para visitar la sala de música que sus amigos le habían mostrado el día anterior, ya que, aunque no lo hubiese demostrado exageradamente, si le había gustado el aula, incluso en su mente ahora autodenominaba a aquel salón su lugar favorito de aquella escuela.

Primero fue a dirección, la cual ya conocía desde el día en que su madre fue a inscribirlo, y dejar sus documentos personales con él. Entró y encontró a una mujer de sesenta años aproximadamente sentada en el despacho principal, a sus lados estaban los otros cuartos y oficinas.

—Buenos días, vine porque quiero ir al salón de música. —con los dientes en su labio espero pacientemente su respuesta. Al verla ignorarlo y buscar en cambio algo en un cajón debajo pensó con derrota que seguramente no escuchaba bien.

—¿Eres tú JiMin? —preguntó la mujer con voz ronca y confundida— No encuentro mis lentes, querido, pero si vienes a abrir los salones puedes tomar las llaves, están colgadas.

El chico iba a decirle que no, tal vez algo como: 'No, señora, no soy JiMin, solo vine porque quiero alejarme de la sociedad por una hora en el salón de música', pero pensó que el chico al que se refería tardaría unos minutos más en llegar y no quería desperdiciar su puntualidad, entonces tomó las llaves que estaban colgadas en el porta llaves marrón y se fue no sin antes decir un 'Gracias' a la mujer.

Inició a escalar los cinco pisos, cada vez que llegaba a un nivel nuevo volteaba hacía ambos lados para ver si había alguien, y no hubo casi nadie, solo un par de profesores en cada parada, quienes al verlo no dijeron nada o podría ser que apenas lo notaron. Se sorprendió por lo desierto del lugar, aunque al fin y al cabo faltaban treinta minutos para las siete de la mañana, y las clases empezaban hasta las siete y media, no debía ser tan extraño que el alumnado no anduviese a esa hora por la escuela.

Con apuro subió los últimos escalones y se dirigió hacia la sala de música.

Cuando llegó fue consciente de las veinte llaves que tenía el juego y suspiró mirando hacia arriba, como preguntándole al superior porque no se lo dijo antes, mas no se rindió y comenzó a intentar una por una, a la quinceava llave temió que aquel juego fuese el equivocado, pero la intriga se fue cuando finalmente el número de la suerte fue el diecinueve.

No perdió más tiempo y entró, se convenció de que solo estaría unos minutos y después bajaría a regresar las llaves. Primero quería recordar un poco el tiempo que había perdido con la música desde que se fue de Corea.



(...)



Siete en punto marcaba el reloj de muñeca elegante que JiMin casi siempre llevaba puesto, se dirigía hacia la dirección con leves ojeras por haberse desvelado en una fiesta el día anterior, si, una fiesta entre semana. Las plataformas de sus zapatos se escuchaban al menos por todo el pasillo, más aún tomando en cuenta el silencio a esa hora, aunque esa situación no era extraña para él, pues era el estudiante favorito sobre muchos otros y también el presidente estudiantil, y como tal debía ayudar a organizar los eventos, administrar los materiales, hacer actividades de integración los primeros días de clases, y una de las cosas que más detestaba: abrir los salones.

Rechazado •°• KookGi •°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora