VI

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Algunos grillos y ramas se escuchaban en las marañas verdosas de las áreas verdes mal cuidadas, algunas veces se podía también percibir los sonidos provocados por pequeños animales que se escurrían en el suelo como serpientes entre la tierra seca, los pájaros también solían alertarlo con movimientos frenéticos de vez en cuando, o simplemente con sus ojos escondidos en alguna parte de los recónditos rincones obscuros que formaban todos los ramajes, esperaba que solo fueran ellos, ya tenía suficientes problemas como para lidiar con un loco.

Era algo tarde ya, ese día se había reunido con NamJoon a almorzar algo en un pequeño restaurante que, según sabía, pertenecía a la abuela del nombrado, por lo que se sintió más como una reunión amistosa más que romántica, pero no se entretuvo mucho en ese tema en el momento en que NamJoon tomó su mano con sumo cuidado, su abuela había desaparecido por la cocina desde hace varios minutos, ya no quedaban más clientes al ser un poco tarde, por lo que pareció ser lo suficientemente íntimo como para que el menor le tomara de la mano y dejará caricias que debían haber resultado más que nada relajantes, pero para él fue un aumento rápido de su pulso y un sonrojo visible, que justo ahora recordaba haber hecho el vago intento de ocultarlo con una servilleta de la mesa.

No se hubiera imaginado, cuando niño, que su primer amor sería un joven como él, bueno, no como él, pero creía que estaba claro.

Agradecía en el interior, tal vez en su subconsciente, haber esperado su tiempo para pensar en esas cosas, ya que no se había visto presionado por su madre, otros jóvenes obtenían la presión social hasta en sus propias casas, lo que conducía a un noviazgo inexperto e inmaduro sin mayor fin que el de acallar las bocas ajenas.

Seguía repitiéndose eso mientras dos chicos de grados superiores le seguían con miradas vacías y con sonrisas sin nada de gracia en sus rostros.

—Eh, Yoon, ¿Es cierto que te gustan las pollas?

Su corazón se aceleró y, desafortunadamente, el sentimiento era todo lo contrario al que sintió con NamJoon en el negocio de su abuela.

Ternura y afecto, contra repulsión y terror.

Le parecía sobre todo irónico, y justo ahora horrendo comparar ambos momentos en el mismo día. Su pecho se había agitado y su respiración había cesado de su calma cotidiana al intentar imaginar el límite de esos chicos.

No conocer un límite, o simplemente descubrir que no lo tenían, eso era miedo.

Hasta el momento, esos chicos que había reconocido por haberlos visto en la escuela -era necesario aclarar que tenían la misma actitud allí-, lo habían seguido solo algunas cuadras, YoonGi ya presentía que con la idea de molestarlo, algo nada creativo, por cierto. Pero cuando llegó a la quinta calle y aún escuchaba las pisadas más largas y pesadas, su adrenalina subió, y no de una forma satisfactoria.

Faltaban cinco calles para llegar a su casa, y YoonGi no quería meterse en una pelea, era tarde, las calles apenas se veían con gente pasando. Probablemente no tendrían problema con golpearlo un poco y dejarlo tirado por ahí, nada más por un instinto primitivo y, esperaba, pasajero.

Pero, aunque ese podría tratarse de un final no tan trágico, no decidió pensar en ello, eso no le agradaba en lo mínimo, heriría su confianza, y probablemente se sentiría basura el resto de la semana, del mes... últimamente se sentía así por algunas razones que procuraba no perduraran.

Si esos chicos, si esos chicos arruinaban su semana... arruinarían su mes, probablemente su año, y luego pensaría en nunca volver a salir al mundo. A veces dolía ser tú mismo, pero YoonGi estaba dispuesto a luchar, un poco, por esa confianza que aún tenía en sí mismo...

Rechazado •°• KookGi •°•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora