Capítulo 9: "Fuera de aquí"

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— Muñequita linda, ¿Sin resentimientos?

— ¿Por qué debería tener resentimientos hacia a tí? — Le tomé la mano — . Gracias mi señor.

Aquel sujeto quedó un poco descolocado ante mi acción, entendí que cada persona tiene su manera de desarrollarse en este mundo no tan cuerdo a ojos de la sociedad pura; así que sólo me limité a aceptar la situación y seguir con mi vida.

— Eres la primera mujer que le dice eso, la mayoría lo ignora. Obviamente se les castiga — Miruko iba caminando a mi lado, con su andar tan sútil que embelesa a casi todo ser humano. Entré al coche, ésta vez no fue en el maletero... Gracias a Dios.

Mis ojos se cerraban sin aviso alguno, mi cuerpo estaba más que cansado pero mi mente se encontraba en un punto de paz vital, dónde todo se resumía en el disfrutar.

Miraba las luces de los edificios, las calles estaban completamente despejadas ya que eran alrededor de las 4 de la mañana. Todo lucía sumamente tranquilo, sin problemas, sin violencia... Estábamos paradas, dado que el semáforo parpadeaba en rojo, a nuestra izquierda se emparejó un coche a nuestra altura; el auto negro con cristales polarizados bajó una de sus ventanillas traseras. Era Aizawa. Ambas nos despedimos con la mano de él, y Miruko metió velocidad para seguir con nuestro camino. Bajé la ventanilla, dejando que el aire frío se restriegue salvaje en mi cara. Una sonrisa se dibujó en mi rostro, me sentía en otro planeta, en uno donde solamente existían yo y mis placeres un tanto culposos.

— Luces demasiado feliz.

— Lo estoy, mi señora — Miraba el cielo estrellado —. Me siento como si estuviese drogada, pero no estoy drogada... Feliz, plena, libre... Y me gusta porque es la primera vez que siento algo así en mi vida, sobretodo aquella adrenalina o miedo... Es extraño.

— El último día me gustaría tener una plática a fondo.

— Por supuesto — Yo también quiero eso.

— Sigue disfrutando la madrugada.

Miruko tomó el camino más largo, algo que no me molestó en lo absoluto. Miraba mis manos, mismas que siempre estaban sometidas a algo. Recargue la barbilla en la ventanilla. Ya me ganaba el sueño.

— No duermas, aguanta un poco. Ya casi son las cinco y debemos salir.

— ¿A dónde?

— ¿Disculpa?

— Lo siento, Mistress Bunny. — No debo preguntar más allá de las cosas.

Llegamos a la casa de ella y en la entrada reposaban dos maletas un poco grandes. No pregunté nada, no quería que me castigaran. Subí al baño y a combiarme de ropa como me lo encomendó Miruko, tomé unas prendas frescas y bajé a la entrada principal. Sostenía una llamada telefónica, pero al verme colgó.

— Andando — Tomó los maletas y las echó a la cajuela.

No entendía nada, pero no protesté. Aquellos ojos brillaron al encender el coche y nuevamente hundirnos a las avenidas despejadas. En este caso tomamos la autopista, de igual manera estaba totalmente libre e íbamos en el carril de alta. Había algo que me gustaba observar, y era a Miruko manejando, su firme mano cambiaba de velocidades, su mirada viaja hacia el retrovisor, y de vez en cuando a mi cara.

— No te duermas, nos tomará cinco minutos llegar.

Afirmé en voz baja y continué mirando los paisajes. Tiempo después estaba de frente a un Jet Privado. Mi cerebro aún trata de entender a dónde nos dirigíamos, supongo que un lugar más lejos que de costumbre... Miré a mis cuatro puntos cardinales buscando a Miruko. Nada. Así que pude observar el amanecer, estaba embobada y perdida en mis pensamientos cuando una suave mano me empujó delicadamente de la cintura para que caminase, miré a mi izquierda y era la peliblanca.

A fucking Slave/ Miruko x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora