•El celular de Itachi y Shisui sonó, en diferentes lugares pero al mismo tiempo, para dar paso a las palabras que cambiarían su vida:
"Eres alguien que me calienta... Una oportunidad que no voy a dejar pasar tan fácil.
Atte: tu...
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Narrador:
Sayuri no pudo evitar sentirse feliz con el mundo; todas sus fantasías, sus sueños, sus deseos, muy probablemente se harían realidad aquella tarde a tan sólo unos minutos de distancia. Ahora todo tenía su lado positivo para ella, e incluso se la veía tan lúcida que nadie pensaría que hacía un corto lapso, había recibido un mal trato de su madre biológica.
Caminaba con una presunta sonrisa en sus labios, y las manos nerviosas en los bolsillos delanteros del short, observando atenta a todos los transeúntes que iban por la misma cuadra que ella, más específicamente, en los de género masculino, por si acaso que su vestimenta fuera una tentación.
- ¡Sayuri!
Al instante de llegar a la plaza, la muchacha recibió el fuerte y claro llamado de Shisui, quien le hacía señas con el brazo en alto, parado justo al lado de su amigo un poco más bajo de estatura, Itachi. Tomó aire para encontrar la tranquilidad, y levantó también una mano tras sacarla de la profundidad del bolsillo izquierdo, ladeando una sonrisa al llegar.
- ¿Qué hay, Shisui? -saludó y luego miró, algo incómoda, al restante- Buenas tardes, Itachi-kun.
Al parecer, el mayor de todos, encontraba todo eso muy divertido, y se tomó su debido tiempo para que Itachi devolviera el saludo cordialmente, antes de tomar la palabra con calma.
- Bueno, ¿a dónde quieren ir? ¿Nos quedamos aquí hasta que anochezca o...?
- Sí, sí me parece bien.
- Claro, es buena idea.
Los tres tomaron asiento sobre el césped así nomas -Sayuri quería pegarse un tiro debido al contacto de su ropa y piel contra la naturaleza "salvaje"-, y comenzaron a hablar mientras un tranquilo Shisui cebaba mates. A medida que avanzaban los minutos y el sol declinaba, la Tanaka se daba cuenta de las agradables amistades que podía entablar con aquellos dos Dioses tallados por el mejor escultor, ya que eran en extremo agradables y graciosos. Todo eran risas delicadas y compartidas, anécdotas interesantes y líquido vicioso, hasta que el agua del termo, contenedor del mate, se terminó justo para las nueve en punto de la noche.
- Ou... Ya no queda más. -anunció Shisui, volteando el artefacto hacia el suelo y confirmando que no caía ninguna gota.
- Diablos, y yo no traje más nada...
- Ni yo.
- Hmm... -el mayor los miró a ambos menores y sonrió para sus adentros; la segunda fase de su plan ya estaba marchando y de maravilla- ¿Qué les parece... Ir a ese bar de allí? Dicen que tiene una calidad estupenda. Yo la verdad no lo probé, y me gustaría saber si es real. ¿Me acompañan?
Itachi achino los ojos, clavando sus orbes en las de su amigo, no dejando escapar ningún detalle... Pero sabiendo que Shisui era mayor que él, y eso implicaba más astucia en su caso, por lo que su tono inocente no decía mucho.
