Capítulo 8

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Capítulo 8

   Una invitación a tomar café.


   Una conversación sin sentido.


   Una casualidad que nos unía sin ambos saberlo.


  Un encuentro que había marcado el inicio de algo que había quedado estático en el pasado.


    Fuimos al Starbucks que teníamos más cerca y empezamos a hablar sobre temas triviales, sin tocar que nos había llevado a salir aquel día. Hay cosas de las que es mejor no hablar sino con la almohada o con el silencio.


—Ha sido un gusto en verdad volver a verte... Aunque realmente nunca esperé este encuentro.— le expresé después de ver el reloj. Mi bus saldría en una hora y media, por lo que debía regresar a la estación.

— El gusto ha sido para mí... ¿Ya tienes que irte?

— Sí, mi bus sale en una hora y media. Y la estación está algo retirada de aquí...

— Yo también debo regresar... Tengo trabajo pendiente.

— ¿Diseñadora?— sonreí—. Jamás pensé que serías diseñadora. Pensé que estudiabas con Elena...

— Estudié junto a ella otra carrera, pero al siguiente año de cursarla, decidí no continuar. Y me dediqué a terminar bien la que realmente me interesaba. Elena y yo, sin embargo, hemos seguido siendo amigas...

— Ya veo...

— ¿Todavía no te agrada?

— Sería mejor decir... Jamás consideraremos un punto por igual, por lo que es mejor mantenerlos a distancia.


   Ella sonrió y movió un poco la cabeza.


— Quizás algún día ambos se den cuenta que se parecen más de lo que ambos se imaginan...

— No... No lo creo.— crucé los brazos.

— La vida da muchas vueltas... Puedes  darte sorpresas.


   Sonreí, mientras ambos caminábamos hacía la puerta, rumbo hacia la estación de metro.


— En mi vida no esa clase de sorpresa...— puse cara de horror, algo que le hizo reír aún más.


   Sabrina siguió hablándome sobre su sueño de abrir una pequeña tienda donde pudiese mostrar sus diseños. Sabía que no era un sueño que se daría de la noche a la mañana, pero ese era su sueño, y ella pensaba no rendirse.


— Me alegro verte...— me expresó cuando habíamos llegado a la estación de tren y debíamos tomar caminos opuestos desde allí.

— A mí también... Fue lo mejor que me pudo pasar al venir a la capital.

— Coincido contigo... Había tenido un día tan terrible, que encontrarme contigo, me ayudó a olvidar lo malo que había sido. Gracias...— me miró a los ojos, mientras guardaba un corto silencio y luego se animó a hablar de nuevo—.  Espero si regresas otra vez a Londres, puedas pasar a visitarme.

— Me encantaría...


   Ella sonrió. No había esperado aquella afirmación de mi parte, pero allí estaba. Ambos nos dimos nuestros números telefónicos y luego nos despedimos.

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora