Capítulo 5

1.6K 158 0
                                    

Capítulo 5

   Hay personas que sienten que hay momentos en la vida, que quisieran retroceder el tiempo, para evitar dar explicaciones. Soy uno de ellos y no se me puede culpar por eso. Sé que no soy un santo. Quizá nunca intenté serlo. Pero, hay circunstancias que te hace toman decisiones, que después con el tiempo descubres si fueron buenas o malas.


   Quizá hasta ahora he visto cuáles fueron las mías.


   Dejé a Sabrina en la entrada de la propiedad de Elena. Y me había admitido que ella no había mentido cuando me había expresado que posiblemente me abrazaría más de la cuenta. Ciertamente lo había hecho, haciéndome asombrarme a mí mismo, por aquella sonrisa que me había producido todo aquello.


— Hemos llegado...— le expresé al detenerme.


   Ella abrió un poco los ojos y subió la cabeza, mirando a su alrededor.


— Gracias...— el tono de su voz me causó más risa.

— De nada...


   La observé bajarse de la moto, mirándome una vez más a la cara. Y luego girarse al despedirse de mí. Su sonrisa se había adherido en mi frío y arrogante interior, cautivándome, sin querer ser cautivado.


— Es momento de marcharte...— me dije a mí mismo y prendí el motor de mi moto.


   Sin embargo, lo que pretendía hacer me había sido negado. No me había percatado quienes estaban a mi alrededor.


   O quién específicamente.


—¿Acaso creo haber visto lo que mis ojos han presenciado?

—¿Liam?

— Sí, el mismo de carne y hueso.

— ¿Qué haces aquí?

— No... La pregunta correcta es: ¿Qué estás haciendo tu aquí?— cruzó los brazos con picardía—.   O, es cierto...— agregó graciosamente—. Estabas siendo un buen samaritano por primera vez. ¿Acabas de traer en tu moto a la amiga de Elena?

— No es lo que crees...

— Por supuesto... ¿Y qué es lo que debo realmente creer?

— No es asunto tuyo... ¡Qué tengas un buen día!


   Me alejé de él, sintiéndome irritado conmigo mismo. Odiaba el simple hecho de dar explicaciones. Por tanto tiempo simplemente me había valido por mí mismo. Y era cierto, que quizás, en muchas de ellas había dejado mucho que desear.


   No era un buen samaritano.


   Simplemente era un simple mortal que no se encontraba a sí mismo.


   Sentía que la vida no tenía ningún sentido. Simplemente la que le había puesto yo mismo. Mi madre jamás me había enseñado el sentimiento de rencor. Simplemente me había dejado llevar por él, a través del paso del tiempo. Los golpes y las decepciones siempre pueden lograr un agujero profundo dentro de nosotros, que a medida que pasa el tiempo, hará mecha. Sin saber si por bien nuestro o no.

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora