Capítulo 27

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Capítulo 27

     No podía creer todo aquello en que se había convertido mi vida. Y aún más, cuando ni mi padre ni el suyo, respetaban aquella angustian que nos rodeaba a Sabrina y a mí. Mientras Sabrina se encontraba en aquel hospital, sabiendo que no había otra alternativa.


— ¿A dónde crees que vas?— me preguntó mi padre aún más molesto cuando decidí ignorarlo al verlo en uno de los pasillos del hospital—. Esta conversación no ha terminado aún...

— Para mí sí...

— Nathan, no me retes otra vez. Tu rebeldía contra mí no te hará conseguir nada.

— Si lo conseguirá... No hacerme sentir como un títere que vive y hace todo lo que está a tu gusto. Sino una persona de carne y hueso que piensa... Y sabe que camino quiere seguir. Y justamente es el que he elegido desde el instante que usted pretendió incluirme en sus negocios...— le dio la espalda y se alejó.


     Me acerqué a la habitación de Sabrina. Me detuve en la puerta.


Dios, dame fuerzas... entré y guardé silencio.


     Nunca pensé que ambos íbamos a necesitarnos por diferentes causas. Ella era la brújula que necesitaba en mi vida. Y yo, aquel bote salvavidas que le hacia sentir de nuevo viva y que habían personas que si ponían en primer lugar a sus seres queridos. Tan diferentes a nuestros padres.


    Entré a su habitación y la encontré secando sus lágrimas. ¿Había ocurrido algo en mi ausencia?


— ¿Sabrina, por qué lloras? ¿Pasó algo?

— Nathan...

— ¿Qué ha ocurrido? ¿Tu padre estuvo aquí?— pregunté asombrado.

— Es mejor que te alejes de mí...

— ¿Es lo que en verdad quieres?— inquirí con inquietud.

— Sí...

— Entonces, mírame a los ojos y dímelo.

— Debes alejarte de mí, Nathan...

— Ahora, dime que el motivo es porque no me amas.

— No te mereces a alguien enfermo... Ni siquiera sabemos si saldré de esa operación.— dijo con la voz entrecortada. Sin embargo, no se noto creíble.

— ¿En serio?— sonreí con picardía. Acercándome un poco más a ella. Hasta ver sus ojos aún más cerca. Al igual que sus labios—. Entonces, si te beso no sentirás nada por mí.

— No lo hagas...— dijo en un tono de suplica.

— ¿Estás segura?— mis labios ya casi rozaban a los suyos.

— Sí...


    Sin embargo, sus lágrimas y su tono de voz me confirmaban que me mentía. Por lo que le besé. Fue un beso corto. Un beso para hacerle ver que no le escucharía. Que no le dejaría sola jamás.


— No me mientas más. Ni te mientas a ti... Nada me hará apartarme de ti.— dije rozando su mejilla con ternura, sin dejar de mirar sus ojos.

— ¡Estás cometiendo una locura!...

— Una locura por amor.— dijo firmemente—. Ahora admítete que me amas. Y que estaré contigo. ¿Quién te ha mentido esa idea en la cabeza? ¿Tu padre?

— Mi padre no te dejará en paz... Y yo no estaré tranquila si...

— ¿Me amas?— le volví a preguntar, mientras yo secaba sus lágrimas.

— Tienes la culpa de que mi corazón no quiera escuchar razones...— expresó con cierta ironía.


    Coloqué mis manos en su quijada, sin dejar de mirar su rostro.


— Entonces, si me amas... No me dejaras sentirme con esta impotencia de poder ayudarte y no poder...

— Nathan...Por favor...

— No me dejes fuera de esto... Por favor.

—Si te llega a pasar algo... Si te sirve de algo... Jamás me lo perdonare.

— Sabrina... No llores... Por favor...

— Estás... completamente... loco. ¿Acaso no sabes lo que puede hacer mi padre?

— Sí... Sé exactamente lo que puede hacerme tu padre... Igual que sé lo que es capaz de hacer el mío. Pero no les tengo miedo a ninguno de los dos. Sus advertencias o si pretensiones jamás conseguirán alejarme de ti. Nunca te dejare sola... Aunque las circunstancias quieran separarnos. Nada ni nadie me separa de ti...

— Nathan...— expresó al abrazarme.


     El día de su operación estuve tenso todo el día.

Amor IncondicionalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora