•CAPÍTULO CUARENTA Y UNO•

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"¡No te atrevas a dejarme!"

(Se recomienda leer el capítulo con el tema en cuestión: There Will Be Generations Because of You

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(Se recomienda leer el capítulo con el tema en cuestión: There Will Be Generations Because of You.)

Gritos enervados envueltos en agonizante desesperanza se suceden al ingreso de la guardia, el personal demandado de trabajo se acomete a solo una cuestión a pesar de su cansancio: Traer desde el mundo de los muertos, cueste lo que cueste, al flamante jefe nombrado...

Una máquina que titila, minuto a minuto, desesperación. Una enfermera que grita con perseverancia que traigan una dosis extra de plasma con suma urgencia. Unas manos que desgarran con ahínco las ropas manchadas de carmín de aquella persona que en estado de inconsciencia, sueña con un mundo mejor junto a su amado.

Un cuerpo inerte que no responde más que al frío oscuro que se palpa en estos momentos... Un hombre inamovible, interventor de sus propios sueños y hacedor de su destino.

Un suceso de recuerdos que lo invaden uno a uno, como una animación en cuestión de segundos que muestra la fortuna que tiene por transitar su camino dotado de amor.

Difusas imágenes aparecen -entre nebulosas- en su cansina cabeza... una bella casa sobre el río, alegres voces recorriendo los pasillos, una reconfortante sensación de paz interior redundante...

Imágenes que actúan como si fueran la misma ilusión de amar y ser amado, en ese preciso instante.

A lo lejos se percibe...

Un pedido a gritos desgarrados desde la desesperación de un ser amado que no entiende de razones ni lamentos. Y maldice a los cuatro vientos a quién ose llevarse a su amado lejos.

"No te atrevas a dejarme..."

Resuena como un cascabel en sus memorias y aunque haga fuerzas por responder que está bien, que no pasa nada, solo puede ver alejarse esa voz entre lamentos, cada vez más lejos, cada vez más profunda.

La voz clamorosa de su amado...

Minutos que simulan horas eternas...

En donde el tiempo transcurre paralelo a lo que dictan tus sueños, como si fuera un trastocado reloj de arena en donde la sustancia cae dispersa, porque ya no se agrupa.

En donde la dicha de pulsar en latidos se asemeja al infortunio de merecer tenerlos, o haberlos tenido...

Allí en ese lugar, distante exclamo por tu nombre.

Aunque la garganta me queme, aunque las palabras mueran incipientes en el intento por salir a rogar que no me dejes...

O en su defecto hostil y codicioso: implorar por no soltarte...

ʟǟ քǟֆɨÓռ ɖɛʟ ɢǟʟɛռօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora