•CAPÍTULO CINCUENTA Y DOS•

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"La compra"

La mañana transcurrió de más veloz ante los arrebatos de mi apa y los furtivos colores de mi amor

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La mañana transcurrió de más veloz ante los arrebatos de mi apa y los furtivos colores de mi amor.

No pude dejar de reírme ante las ocurrencias de mi padre. Pero luego cambié repentino mi humor en cuanto me percaté sobre la hora del medio día, que el chistosito quería esquivar su sesión de kinesiología a como de lugar.

Que cansa, que no me preparé, que debo bañarme (sobre ya estar bañado), que las piedras de los gatos y no sé que más. Fueron parte de las mil excusas que me dió cuando fue atrapado que faltaba recurrente a sus terapias físicas.

Y lo arrastre como si fuera mi hijo, sostenido de mi brazo hasta arribar en el auto de mi jefe doctor. "Ésta porquería está de lujo" Dijo como un chiquillo al remover sus ojos en el interior del vehículo. Entonces escuché una acentuada risilla alrededor y enfoqué mi fulminante visión a mi costado...

El susodicho yerno del escusado que quiso meter bocado más temprano defendiendo lo que no tiene perdón, me observó de soslayo disminuyendo de prisa la denotada sonrisa que surcaba entre sus labios al ver de inmediato mi fantástica cara de agrio.

Ahora, me encuentro en el hospital a la espera de la finalización de su terapia física mientras converso con parte del personal, programando la bendita cena que le correspondía a mi querido jefe doctor.

—¿Seguro, no quiere que lleve tiramisú? Mira que es la especialidad de la casa según mi impoluto —emite el jefe de enfermeros y no puedo quedar callado.

—Primero, antes que nada, ya es hora de que me tutees Jin. Y segundo, tu novio de impoluto no tiene nada... —a lo que un par de enfermeras a mi lado asientan con su cabeza entre risillas —. ¡Ah bueno! Como si el tuyo fuera la excepción... antes impoluto... ahora conejo reproductor.

Estallamos en risas que acallamos ante la nada discreta mirada de los pacientes en espero de la guardia.

—Bueno doctor Park, es hora de que se aleje de la guardia, que dentro de un rato enloquece y empieza a entubar o hacer reanimación a algún paciente —objeta Jin conociéndome y solo puedo asentar dándole la razón.

—Pasaré por el pasillo pediátrico mejor, pero primero, iré a ver a mi padre ¿Le avisas a Nam que se ponga de acuerdo con su amigo? —comento a Jin en retirada a lo que freno mi andar ante su cuestionamiento.

—¿No estaba con el doctor Jeon hace unos momentos? —dice Jin seguro de hacerlos visto en los pasillos del hospital.

—La verdad es que no sé, solo sé que Jeon nos dejo a ambos y dijo que tenía que hacer un recado urgente.

Observo al jefe de enfermeros privarse de su habla e inmediatamente cuestiono si sabe algo que yo deba saber. A lo que se limita a decir que de lo único que tiene certero conocimiento es de que somos un par de conejos.

ʟǟ քǟֆɨÓռ ɖɛʟ ɢǟʟɛռօDonde viven las historias. Descúbrelo ahora