Capitulo 11

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Miro hacia la carretera y veo a Albert en un coche negro, caro.

—Sí soy yo.

—Sabía que no había dos personas que llevaran un casco rosa chicle.

Sonrío y lo miro.

—¿Estás bien?

—Genial.

—¿Vas a tu casa?

—Sí.

—Diles que iremos este sábado.

—Bien, se lo diré.

—Adiós _____.

—Adiós.

Me despido y sigo mi camino. Albert siempre me ha caído bien, pese a lo que la gente decía de él y lo serio que siempre parece, siempre ha tenido una palabra amable para mí.

Lo he observado muchas veces mirar por las ventanas en los bailes, con la vista perdida, y he sabido antes de que él se diera cuenta, que su vida no le hacía feliz. Ahora sí lo es, cuando Bianca me dijo que estaba casa con él, me alegré por los dos, ambos se merecían a alguien que les hiciera felices.

Cuando llego a mi casa y mi madre mira con mala cara mis coletas.

—Te dije que en mi casa no quiero que las lleves.

Me quito las coletas, me las suelo hacer cuando pinto para estar más cómoda, y la miro cuando llevo mi pelo castaño suelto por la espalda.

—¿Mejor?

—Sí. Aunque lo estarías aun más si no llevaras esa ropa...

—Deja de criticar a la niña—Mi padre sale de su despacho y me abre los brazos para que lo abrace y voy hacia él sin dudarlo— Esta semana no te hemos visto el pelo.

Me acaricia la cabeza y se separa de mí, mirándome con cariño.

—He estado pintado y trabajando.

—¿Que tal con la pequeña?

—Es maravillosa...

—______ no te encariñes con ella, en algún momento te tendrás que ir...bueno diga lo que diga te vas a encariñar con ella. Ya te pasó con el otro nene que cuidaste. Así que supongo que no tardarás mucho en encariñarte de esta niña.

—Ya lo he hecho.

Mi padre me sonríe y mira a su mujer.

—No pongas esa cara, que ______ trabaje y se gane su dinero para comprarse sus pinturas y pagarse sus estudios, me llena de orgullo. No me gustaría que fuera una holgazana.

—Si tuviera un trabajo de verdad...

—Eres una gran pintora.

—Papa ni siquiera has visto mis dibujos.

—No, pero tus bocetos sí.

Me sonrojo y mi padre se ríe.

—Los dejas por todos los lugares donde estas, y no te das cuenta.

—Tengo cuidado de no hacerlo.

—La libreta de notas del teléfono está llena de dibujos— Comenta mi madre— Vamos _______ tenemos que probarte el vestido.

La sigo con reticencia y le comento que Albert y Bianca vienen a la cena. Mi madre se pone contenta, y me pregunto cuanta gente habrá invitado a la cena familiar.

Estamos terminando de probarme el vestido de color verde claro con toques rosa pastel, muy juvenil, cuando entra mi hermana.

—Hola _______—Me sonríe y yo a ella, pensando que de verdad se alegra de verme.

"Enamorada del novio de mi hermana" (Thomas Brodie-Sangster y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora