—Ya estoy aquí—comenta flojito Thomas al entrar en su casa— Umm eso que huele tan bién no será solo para la pequeña, me muero de hambre.
Me río y me vuelvo para mirarlo cuando entra por la cocina.
—Iba a comer y he dejado algo por si querías comer cuando vinieras.
—Gracias, hace tiempo que no como comida caliente.
—Me recuerda por el olor a mi abuela—Siento la nostalgia en su voz y le pongo la mano en el brazo cariñosamente.
—Ella siempre estará contigo.
—Sí—Me sorprende cuando Thomas pone su mano sobre la mía, y más, cuando antes de quitarla me acaricia. Mi corazón martillea en mi pecho con fuerza, y me voy a terminar de poner la mesa para que no vea lo mucho que me ha alterado su gesto.
—Me cambio y bajo.
Asiento y cuando regresa ya lo tengo todo listo, al principio comemos en silencio, pero ya no noto la tensión de esta mañana y por eso como en silencio, sin que este me resulte
molesto.
—¿Que tal el trabajo?
—Cansado, pero me gusta.
—Disfrutas con el.
—Sí, el poder hacer lo que te gusta es un lujo.
—Sí.
Pienso en mí, y en lo poco claro que tengo mi futuro.
—Yo no sé que quiero hacer...
—¿Porqué no estudias bellas artes?
Alzo los hombros.
—No se me da bien estudiar.
—No lo sabes si no lo intentas.
—Lo sé, pero no creo que eso hiciera feliz a mi madre. Mientras lo que hago sea un hobby no dice nada, si viera que realmente es lo que quiero...la defraudaría.
—¿Y no quieres hacerlo?
—No, es mi madre. Nos llevemos mejor o peor, me entienda menos que más...es mi madre.
—Sí, te entiendo—Thomas come en silencio— Mi padre y yo no tenemos mucho trato, pero nunca he dejado de llamarlo padre.
—Tiene que ser duro.
—Sí, cuando era niño y sonaba el teléfono, pensaba que era la policía para informarnos que mi padre había muerto por culpa del alcohol. Muchas noches lo trajeron borracho a casa y yo lo miraba desde la puerta despotricar contra todos...lo odiaba, odiaba como trataba a mis abuelos, y lo *beep* que era por no saber valorar lo que ellos hacían por el. Y pese a eso, le sigo llamando padre y nunca lo ha sido.
Me quedo mirándolo, sus ojos mieles están tistes, y casi puedo ver a eso niño pequeño. De repente él me mira y veo en sus ojos la sorpresa por haber compartido conmigo esto de su vida.
—Gracias por compartir algo así conmigo.
—No sé porque lo he hecho—reconoce.
—A veces necesitamos hablar con un extraño.
—No eres una extraña para mí.
Nos quedamos mirándonos en silencio, hasta que Thomas se levanta y una vez más se retrae, no entiendo por qué siempre que tiene momentos más íntimo conmigo se retrae. Me levanto y le ayudo a recoger la mesa.
—Va siendo hora de que me vaya, no pretendo arruinarte.
Sonrío y espero que Thomas lo haga, y lo hace, pero siento que algo sigue rondándole en la cabeza. Alzo la vista para mirar sus ojos, pues yo mido un metro sesenta y él podría, perfectamente, llegar a medir más de un metro ochenta.
ESTÁS LEYENDO
"Enamorada del novio de mi hermana" (Thomas Brodie-Sangster y tu)
Random____ (tn) siempre se ha sentido diferente. Con sus 19 años no aparenta más de 15 y para eso no ayuda mucho que siempre lleve coletas porque le molesta el pelo para pintar. Hija de un importante empresario y además Marqués, nunca se ha sentido a gust...