Draco Malfoy y el Heredero de Slytherin (#2)

Capítulo 16: El Heredero de Slytherin

Se hallaban en el extremo de una sala muy grande, apenas iluminada. Altísimas columnas de piedra talladas con serpientes enlazadas se elevaban para sostener un techo que se perdía en la oscuridad, proyectando largas sombras negras sobre la extraña penumbra verdosa que reinaba en la estancia. Sí, un Slytherin definitivamente había sido el que había hecho toda la decoración del interior.

"Saquen sus varitas," Draco ordenó, y Ron sacó la suya de vuelta. "Y quédate detrás de Potter." Ron no dudó dos veces en seguir esa sugerencia tampoco.

Potter no detuvo a los dos niños de merodear detrás de él, mientras caminaban entre las columnas de serpiente. La forma dramática en que sus pasos resonaban era definitivamente un diseño acústico al estilo Slytherin. El lugar lucía como algo que a Voldemort le gustaría.

Potter volteaba a verlos de vez en cuando, gesticulando hacia sus propios ojos entrecerrados aconsejándoles que debiesen cerrarlos en cualquier momento. Aunque algunas veces incluso los ojos de Potter, se desviaban hacia las serpientes de piedra en en los muros. "¿Te están hablando?" Draco siseó.

"No," Potter dijo temblando, "No lo creo", y continuó caminando.

Al llegar al último par de columnas, una estatua tan alta como en la misma cámara apareció en escena, adosada al muro del fondo. Un rostro gigantesco se alzaba sobre ellos, más viejo y decrépito que Ollivander después de pasar algunos meses en la mansión Malfoy, con una barba larga y fina que le llegaba casi hasta el final de la amplia túnica de mago, cuya ilusión de movimiento daba un aceptable intento de escultura para un edificio de ese tamaño.

Era Salazar Slytherin, Draco reflexionó, y sólo podía estar agradecido de que no fuera su ancestro, como para tener esa pintura manchando su corredor de retratos, con esos gigantescos pies que se asentaban sobre el liso suelo de la cámara - entre la cual, boca abajo, había una pequeña figura con túnica negra y azul, con brillante cabello rubio-

"¡Luna!" Draco gritó, corriendo hacia ella y tirándose de rodillas para sostenerla. Era una terrible forma de justicia poética. Intentó arreglar las cosas y hacerlas mejor en este mundo, y todo lo que hizo fue reducir los años antes de que tuviera que visitar de nuevo a Luna Lovegood en un calabozo.

"¡Luna! ¡Luna, despierta!" la giró sobre sí misma y su ya de por sí pálida piel estaba tan blanca como una estatua de alabastro, pero sus ojos cerrados significaban que no estaba petrificada. "¡Enervate!" intentó, y la sacudió cuando vio que no tenía ningún efecto.

"¡Draco!" Ron chilló, y Draco levantó la vista para ver a alguien parado frente a él.

Draco dio vuelta para encontrar a un alto, sorprendentemente guapo joven de cabello negro recargado sobre el pilar más cercano. Lucía borroso en ciertas de sus facciones- como debía ser, para alguien que debía ser igual de viejo que Hagrid.

"¿Abraxas?" dijo el joven, frunciendo el ceño consternado. Eso le dio a Draco la última pizca de certeza que necesitaba.

"Tom Ryddle", Draco lo saludó de regreso, sin dejar que su varita resbalara ni un centímetro de su mano.

La sonrisa de lado de Ryddle se desvaneció ligeramente. "No, tu eres Draco ¿verdad? Su nieto. Luna me contó sobre ti. Tenía curiosidad de ti. Todos pensaban que tú eras el Heredero de Slytherin"

Draco asintió cautelosamente, mirando las manos de Ryddle por cualquier signo de movimiento. "Pero fuiste tú, ¿no es así? Ahora y hace cincuenta años"

"Draco, ¿quién es él? ¿Qué está pasando?" Potter preguntó, y una sonrisa de satisfacción apareció en el rostro de Ryddle.

"Él es el estudiante", Draco dijo vacilante, "Que inculpó a Hagrid. Despiértala, Ryddle", dijo entre dientes, "Devuélvela, ahora", y Ryddle solo rio, su expresión suavemente juvenil y atractiva.