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Junkyu.

Me encargo de recoger la tarea que mi padre les ha asignado a los aproximadamente veinte "invitados". Entre ellos, solo unos cuantos parecen querer estar aquí, y siento compasión de ellos. Aunque la sesión sea animada, las situaciones personales de muchos no eran las mejores. Llegó a hasta los últimos lugares, y me encuentro con Mashiho, manteniendo una amigable conversación con el nuevo integrante, Doyoung. Los dos me entregan sus papeles, sin darle mucha importancia a mi presencia, así que omito mi servicialidad y paso completamente de ellos.

No soy un chismoso empedernido, porque no está permitido en mi formato de funcionamiento, pero recuerdo que no soy una maldita maquina y le echo un vistazo al arrugado memo de Mashiho.

Cuando termino una nueva sensación viaja desde mi garganta hasta más abajo de mi abdomen, donde nace y se crea electricidad, una que nunca antes estuvo ahí. Trago en seco, me detengo unos segundos sobre mi lugar, mientras una chica extiende su deber hacia mi. Tardo en responder, pero no tengo de otra que seguir con mi torpe recorrido. Dejo el montón de hojas sobre el primer escritorio con que me tropiezo, y me retiro con la excusa de ir a preparar la mesa de refrigerios para la culminación de hoy.

Muy diferente a lo que prometo. me dirijo a la segunda planta y entre tantos cuadros  renacentistas, por fin doy con un espejo. Analizo lo que veo, y paseo los dedos sobre el vidrio. No hay nadie por los pasillos, porque todos están muy ocupado en el primer nivel, cada quien es sus asunto.

Busco en la desocupada y polvorienta habitación, no muy lejos de ahí, mi mochila. Saco el reproductor de música y  encuentro de nuevo mi reflejo. Me colocó los auriculares, y busco una canción en especial. Al oírla, mi mundo toma otro color, yo soy todos, y juro que veo todo un arcoiris sobre mi.

No sé quién sea Takata Mashiho, de donde viene o cuales son sus motivos.
Ya no quiero susurrar mentiras, y creerlas. Decido que no existe nadie más pertinente que él para contarme verdades, porque ya no quiero ser parte del plan divino. 

Apuro mis indecentes pensamientos, y bajo las escaleras con seguridad.

Mi padre se ve decepcionado, la mesa con la merienda está medio vacía, porque los encargados no recibieron la orden que yo debía dar. Comprendo que mis planes se verán plagados de estas miradas incriminatorias, intento retractarme, pero lo que realmente deseo gana esta batalla.

Tomo un refresco, porque sé que me lo merezco y no importa todo el azúcar que tenga, o las consecuencias de las que siempre me han hablado. Podrá parecer exagerado pero, maldita sea, a Mashiho le agradan los chicos malos.
Río por lo patética que mi consciencia puede llegar a ser.

Pero una voz femenina e imprudente me habla, una que no estuvo la reunión pasada. Me irrita, porque sé de quién se trata. Y esa chica, la que me pide con voz chillona que deje a un lado mi bebida, es con la que me veré obligado a casar. No me lo han impuesto directamente, pero ya soy capaz de captar todas las señales. Desde que tengo presencia y memoria, ella siempre ha estado en todas las cenas familiares y eventos, me visita cada que se le antoja, sin preguntar; y pasea por mi habitación como si de la suya se tratase. Se lo permito porque mi madre lo ruega.

Junkyu ¿Me estás escuchando?

Que dichoso sería de no hacerlo.

—¿Qué me decías?

Tomó mi preciado refresco de limón y lo echó a la canasta de basura con una perfecta puntería. Contuve toda palabra malsonante que se quisiese escapar de mi tolerante ser, jurando mentalmente que a la próxima no lo haría.

Te decía que hoy saldremos, tú y yo.

Prefería ver un documental completo de la revolución industrial antes que pasar toda una tarde junto a Gahyeon.

Tengo planes.— Traté de escapar, pero sus uñas recién hechas se clavaron en mi hombro.

—¿Con quién?— Preguntó sin creérselo. Ella conocía a cada uno de mis amigos no existentes.

No te importa.

Esa camiseta celeste luce muy mal en ella. No posee una sola pizca de bondad , todo lo contrario, es caprichosa , escandalosa, narcisista y para rematar egoísta. ¿Por qué complacerla?

Sí me importa.

No.— Otro intento fallido de escape, ahora tenía una nueva marca en mi antebrazo.— Gahyeon ¡Me lastimas! 

Hola, Junkyu.— Como el canto de un ángel; Mashiho pronunció mi nombre.

—¡Mashiho!

Si el destino es real, esta es la prueba viviente.

Con él saldré hoy.

Pero el destino es cruel.

Tenemos prohibido relacionarnos con ellos.— Quiero arrancar sus pestañas postizas por el tono tan despectivo que utiliza.

Yo solo soy ayudante, claro que puedo, ahora; si nos disculpas.

Coloqué mis manos sobre los hombros de mi querido "amigo" japonés y le di media vuelta, solo para guiarlo muy lejos de ahí. La reunión ha finalizado, así que todos empezaban a salir. Por suerte ya cargaba con mi bolso, supuse que también lleva consigo todas sus cosas.

¿Qué ha sido eso?

—Necesito de tú ayuda.

nasty; m a s h i k y u Where stories live. Discover now