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Mashiho.

Llego las siete en punto, muy agotado. No hay nadie, supongo que mamá no ha llegado del trabajo, papá mucho menos.
He pasado una buena tarde, además de conseguir dos nuevos amigos.

Tengo el teléfono fijo de Junkyu, y quiero llamarle para saber si ha llegado bien. Le hice todo un mapa para que no se perdiera antes de separarnos, no me lo pidió, pero el pánico en su rostro sí. Dudo en llamarle, tengo miedo de que sus padres contesten, pero me prometió  hacerlo.

Hago el primer intento, pero los nervios me ganan así que cierro la llamada antes de siquiera el primer tono. Busco aire, un poco de agua, y cometo el segundo intento.

¿Buenas?— Su voz suena más aguda por llamada, así que río— ¿Mashiho?

Estás vivo.

—Y muy castigado.

Siento que te quiero— Suelto. Porque en realidad estoy alegre de conocerle, y creo que no hay mejor manera de expresarlo— Deberíamos hacer esto más seguido.

Un silencio espantoso se forma, y creo en su hogar que nos han escuchado.

—¿Junkyu?

—También te quiero, estaré llamándote  por celular ¿Vale?

—Vale.

El sonido que hace el teléfono después de que termina la corta llamada no me agrada, pero nada ni nadie puede cambiar mi estado de ánimo ahora. Corro a la ducha, junto a mi reproductor de música y lo conecto junto a la secadora, y cuando elijo el tema indicado entre los cd's quemados más reciente, junto al primer tema empiezo a pintar mis labios sin motivos, porque de igual forma termino dándome un buen baño caliente en la tina.

nasty; m a s h i k y u Where stories live. Discover now