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Mashiho.

A mi madre no le ha caído muy bien encontrarme utilizando de nuevo unos cuantos de sus cosméticos, claro tengo los míos, pero en ocasiones no es suficiente.

Esta vez, todo ha ido muy lejos. Su mano en impacto contra mi mejilla y una parte de mi labios, pero no basto con eso, tiró todo lo que tenía en vista hacía mí. Pensé que moriría, pero desgraciadamente su puntería es una mierda, así que su estúpida y vieja secadora dio contra una de mis piernas, como todo lo demás.
Se largó, como si poca cosa fuese sido todo el daño que me hizo, y con una cruz balanceándose en su cuello, me dejó hecho trizas en las escaleras.

Le doy un vistazo a la ventana, camino por toda la casa buscando pastillas; no precisamente para el dolor, y cuando llego a mi habitación, rendido porque al parecer no tengo los ánimos suficientes ni para terminar con mi existencia, me entra la llamada menos esperada.

Kim Junkyu.

En un cerrar y abrir de ojos, estamos los dos de nuevo en mi guarida, yo semidesnudo, y el al borde de un colapso mental, después de un largo discurso que aún no puedo creer.
Él se ve espaciado, puedo darme cuenta de que está teniendo uno de sus episodios, pero al final responde a mi pregunta, bastante convencido. Todo los vellos de mi cuerpo se erizan, pero no hace frío, todo lo contrario, un calor reconfortante se esparce desde mi abdomen hasta lo que resta de mi cuerpo.

Sus manos viajan peligrosamente hasta las esquinas de su propia camiseta, alzándo toda la tela, deslizando con pasiciencia cada parte de esta por su cuerpo, hasta que ya no le cubre, y despeina su cabellos.

¿De esto me he perdido?

No la tira a cualquier lado de mi pequeña habitación, solo la mantiene en una de sus manos. Da tres pasos hacía mi, lleva un lado de su camiseta hasta mi rostro y empieza a limpiar todo el desastre que hay en él.
Y puedo jurar que no existe algo mejor que tenerle así, pero toma mis brazos y me  ayuda a pasar cada uno de ellos por sus hombros, yo termino entrelazando mis dedos por detrás de su cuello.

Todo en ti está perfecto, está más que bien.

Me pregunto si miente, si en serio soy la primera persona de la que se ha enamorado, porque las palabras le fluyen sin duda alguna.

Sonrío, y sus ojos brillan tanto que al instante me veo hipnotizado. Toda esa electricidad nos consume en cuestión de segundos, porque suelta todo lo que ocupa sus manos, para atrapar de nuevo mi rostro entre ellas. No puedo decir quién con exactitud tomo la delantera, pero nuestros labios chocaron y empezaron a moverse entre sí, formando un ansioso beso, como si de una competencia se tratase.




nasty; m a s h i k y u Where stories live. Discover now