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Junkyu.

Lo primero que me recibe en la casa es una fuerte cachetada de mi madre. Nunca había puesto un solo dedo sobre mi, y no esperé que esta fuese la razón.
No lloro, ni muestro una sola señal de dolor o arrepiento, tampoco me disculpo. Corro hacía mi habitación en un horrible tercer piso y con la poca paciencia que me queda cierra la puerta, sin hacer mucho escándalo, para acostarme en mi ordenada cama, tomar una almohada y reventarla contra mi cara solo para gritar, y tan pronto como termino, puedo sentir la humedad en todo su esplendor, y lamentablemente lo único que puede calmarme es la voz de Mashiho.
El sonido del teléfono se convierte en mi salvación. Por alguna razón hay una instalado en mi cuarto, pero aunque logro tomarlo, la otra línea se detiene. Me levanto rápidamente hasta el pestillo, y abro la puerta para avisar que la llamada es para mi, que es Gahyeon. Miento.

Espero una segunda oportunidad, y tan pronto como llega, tomo color nuevamente. Disfruto cada segundo; pero me obligo a terminar con la llamada cuando menciona que tal vez me quiere, porque hay una alta probabilidad de que mi querida madre esté escuchando todo. Pero no puedo evitar corresponder a sus sentimiento, porque yo mismo los experimento, solo que no estaba en mis planes decirlo tan pronto, porque ser  sensible y  abierto espanta  a las personas.

Quiero dormir, pero muchas escenas del día vienen a mi cabeza, desde el princio hasta al final. Cuando experimenté cada una de ellas; no espere llegar a este punto, y aumentar cada sensación. La imagen de mi mano junto a la de Mashiho, de nuestros rostro más juntos de lo que estaba permitido, el sonido de su risa roboloteando en mis oído, me hacía sentir justo ahora en un sueño, y mi creciente ataque de desrealización no es del todo molesto.

Busco una libreta, como mi padre me lo ha recomendado todo este tiempo. Escribo todo lo ocurrido antes de dormir, para mañana despertar y leerlo en voz alta,  tengo miedo de sentir que lo vivido no es real.

Cambio mi ropa y preparo todo para dormir. Le colocó seguro a la puerta; porque no quiero escuchar disculpas de media noche. Cierro mis ojos, y mi imaginación empieza a crear escenarios en contra de mi voluntad, y el último causa que los abra con vergüenza. Muerdo mi labio superior sin piedad, prefiero sentir solo en él, antes que en el bulto que oculta mi pijama celeste. Odio a mis padres por su crianza, y por hacerme sentir que ser adolescente es pecado, porque mis manos quieres atender a lo que está pasando ahí abajo, pero la escena que lo provocó en mi mente lo impide; me hacen sentir sucio. Maldigo toda homofobia internalizada, y presiono mis tonta erección con una almohada.

Ni siquiera masturbarme puedo, maldita sea.

Tal vez me quedé dormido llorando.

nasty; m a s h i k y u Where stories live. Discover now