10. Eslabón

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-No necesito a alguien que quiere vivir como ganado, a diferencia de ti soy libre- lo soltó y procedió a seguir bebiendo. Hubo una expresión de desprecio.

- Dijiste que intentarías si había una solución... lo prometiste- 


- ¿Hay una solución real? No me sorprende que tú no lo entiendas.-


- Entonces tus palabras no valen...¿desde cuando dejaste de ser un hombre de palabra? Te desconozco-


- Ese es tu error, Armin. Tus valores y moral te impide ver más, además intentas remplazar al comandante Erwin. Nunca lo lograrás, tú no eres capaz de hacer lo necesario. En cuanto a mi, solo soy una idealización, buscas desesperadamente llenar tú vacío, abandono y todo lo que falta en tu interior.- Se lo dijo con una expresión apacible.


- Tú no eres muy diferente. Eres una persona herida que intenta ser el héroe, solo es soberbia. Odias a los esclavos porque eres uno, todo lo que te molesta es tu propia debilidad. Es cierto no eres la misma persona, eres un ebrio decadente sin honor, alguien que se dio por vencido.-  Los ojos azules reflejaron la frialdad del hielo, el desagradó fue evidente en los ojos verdes. Con un rostro de triunfo se dio la vuelta, quería abandonar aquel lugar. Fue impedido por el castaño, con una expresión de ira lo giró, para verlo de frente.


- ¡¡Demuéstrame que eres capaz de hacer algo!!, ¡¡deja de ser un cobarde y peelea!! - le decía mientras lo empujaba constantemente, provocándole, cada que el rubio intentaba hablarle, este lo empujaba más y sus expresiones mostraban burla.   - ¡Ni si quiera eres capaz de hacerme frente, desde siempre has usado las palabras porque eres débil!-    

 Armin perdió su compostura, cerró su puño y apuntó a su cara burlona, sintió todo su cuerpo arder en furia, dio otro golpe en aquel rostro, sacándole sangre de la nariz.   Armin lanzó otro golpe, el cual fue esquivado hábilmente y le hizo una llave, de la cuál el otro no podía liberarse, forcejearon hasta que esto le causo dolor.


- Ríndete, entre más te muevas más te dolerá.-  Advirtió, pero encontró mayor resistencia, por lo que aplicó fuerza y lo sometió en el piso. De repente lo soltó, se dirigió hacía las colchas tiradas en el suelo y tomo el vino. Armin solo se fue de ahí, cuando paso a lado de Mikasa no mostro su rostro, quería contener su compostura, hasta que estuvo lo suficientemente lejos de todos se soltó.

La pelinegra entró en aquella campaña, decidida a obtener alguna respuesta, el castaño solo la miró, esperando.

- ¡¿Qué es lo que has hecho?!- Se mostraba enojada e imponente, la expresión del castaño cambió levemente, se pudo notar cierto nerviosismo. 


- Lo que se tenía que hacer- contestó recuperando su expresión indiferente.


- No soporto verlos así, ustedes son mi familia y ambos merecen felicidad. Deben tenerse el uno al otro, deja de participar en esta guerra y vive tus últimos años como desees.-  Los ojos de Mikasa expresaban una profunda tristeza.


- ¿Me estas diciendo que abandone a todos y los deje morir?, eso no tiene sentido-  La miró con enojo.


- No tiene porque tenerlo. Lo que más añoro es tener la vida tranquila que solíamos tener, antes de entrar al ejército. No quiero teñir mis manos con más sangre. ¿Qué es lo que quieres hacer?-

Sueños de libertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora