Hace un año.
- Por favor, por favor muévete – reclamó caminando unos pasos frente a él – vamos a llegar tarde por tu culpa –
- Mierda – murmuró el mayor, tanteando sus bolsillos.
- ¿Ahora qué? – lo miró exasperado.
- Olvidé mi teléfono en el auto –
- Déjalo, puedes ir por él luego –
- No, tengo las respuestas del cuestionario en mi galería –
- Ten – le lanzó las llaves con brusquedad – no voy a esperarte –
- Está bien – dijo caminando en dirección contraria – te veo en el almuerzo –
- Como sea – espetó el otro.
Salió a paso apresurado de las instalaciones de la escuela y se dirigió al estacionamiento.
Buscó rápidamente el aparato, encontrándolo bajo uno de los asientos antes de cerrar con fuerza y asegurar el coche para poder correr nuevamente al edificio.
Apenas llegaba a su aula correspondiente, pudo ver en cámara lenta como el profesor cerraba la puerta frente a sus ojos.
Casi se pone a llorar.
Resignado a perder sus primeros dos periodos, pues sabía que no había forma en que pudiera ganarle una discusión a su maestro, decidió tomar el desayuno que había perdido esa mañana.
Si le preguntaban, era culpa de su hermano.
La noche anterior, el menor lo había convencido de escabullirse a una fiesta ya muy entrada la noche.
Regresaron a casa hasta altas horas en la madrugada y bueno, el resto era historia.
Sin embargo, a diferencia de él, su hermano había logrado despertar a tiempo y completar su rutina matutina.
Él apenas y se había duchado.
Y claro, ahora no había podido entrar a clases.
Llegó a la cafetería a pasos cansados y, entonces sí, dejó algunas lágrimas de frustración salir de sus ojos cuando la encontró cerrada.
Ahora estaba cansado, irritado, retrasado en una clase, y muy hambriento.
Se dejó caer frente a la puerta de cristal esperando que la campana sonara, abrieran el lugar, o se desmayara de cansancio, cualquier cosa que pasara primero.
Acomodó el rostro en sus rodillas y cerró los ojos.
Escuchó unos pasos acercarse e ideó rápidamente fingir que estaba dormido para no tener que enfrentarse al llamado de atención de nadie.
- Hey – llamó una voz muy suave – amigo, ¿estás bien? –
No respondió.
Pensó que el otro se iría cuando lo escuchó moverse en su lugar y sintió como apretaba suavemente su hombro.
- Oye – lo agitó suavemente - ¿necesitas ayuda? –
- No – casi susurró – sólo estoy esperando a que abran la cafetería –
- Eso no pasará hasta el mediodía. Es lunes de inventario –
El agobiado joven levantó la mirada.
Mierda.
Casi gruñe cuando identificó la sudadera deportiva distintiva del joven.
Si quisiera tener que lidiar con un deportista, sería animador.
ESTÁS LEYENDO
Adiction
Fanfiction"- Voy a comenzar por hacerles unas preguntas, si les parece - - Por supuesto, doctor Choi - - Primero quiero saber, ¿cómo empezó todo? - ¿Cómo empezó todo? Por el principio" ¿Cómo una persona con miedo al compromiso y problemas de confianza se vuel...