Capítulo 08

122 22 8
                                    

Después de haber tenido una semana tan mentalmente agotadora, esperaba encontrar algo de paz ese fin de semana.

Su humor podía resumirse en Jungwoo ignorando a su padre, y Yuta arruinándolo aún más cada vez que intentaba hablarlo.

El peor día fue cuando el obsequio de Shotaro llegó a la casa.

Su papá había recibido el paquete y leyó encantado la nota que su hijo le había puesto como felicitación de aniversario.

Pero claro, su estúpido padre tenía que joderlo todo.

Enfrentó a su esposo y lo acusó de engañarlo con alguien más.

Jungwoo ni siquiera tenía palabras para defenderse.

Al final, Jaemin había intervenido para aclarar las cosas.

Le dijo a Yuta que su hijo le había dado un regalo porque, en sus palabras, "tú eres incapaz de parar de romper el corazón de mi papá" y se llevó al aludido a un bonito restaurante para distraerlo.

Jaemin entendía que estaban atravesando una etapa.

Shotaro no lo hacía.

Era como revivir la misma mierda una y otra vez.

Quería golpear algo, quería comprar una almohada y atravesarla con algo puntiagudo y sacarle el relleno para quemarlo.

Quería...

- Hola, mi amor – dijeron tras él.

Apretó tanto los dientes que dolieron.

Giró enfurecido a ver a su pareja, quien en cambio le sonreía.

- Sé que has tenido una semana complicada, y entiendo que no quieras hablarlo pero... -

- ¿Qué es eso? – señaló lo que el alto llevaba en sus manos.

- Te traje flores – dijo extendiéndole el hermoso arreglo.

Shotaro lo miró incrédulo.

- Gracias – negó – quédatelas –

- Pero... -

- No las quiero –

El menor asintió cabizbajo.

- Sí, lo siento. Debí preguntarte –

- Sí debiste –

No logró decir nada cuando un grupo de bulliciosos jóvenes se acercaron a ellos.

- ¡Que bonitas flores! – exclamó impresionado un tercero.

Sus ojos brillaban.

- ¿Las quieres? –

- ¿Lo dices en serio? –

- Por favor – sonrió con tristeza – sólo tómalas –

- Amigo, no – sacó su cartera – déjame pagártelas –

- No tienes que... -

- Déjame hacerlo – le entregó un par de billetes – debieron costarte una fortuna –

Sungchan rió por la completa ignorancia de su amigo en la situación.

- Gracias, Mark – murmuró, aceptando el dinero.

- Hola, Sungchan – saludó un chico bajito.

- Hola, Renjun –

- Te ves bien – elogió tímido – pero ya lo sabes –

AdictionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora