Quince.

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La figura femenina que los veía era alta y llena de runas. Maryse Lightwood estaba confundida por aquella impresión.

Sus dos hijos adolescentes que había cuidado y criado desde pequeños estaban durmiendo juntos... desnudos.

Alec entró en pánico. Miró a su madre con temor y se puso en pie rápidamente cubriendose con lo que encontró a la mano.

Maryse seguía en la puerta sin decir una palabra. Observó cuidadosamente a su hijo mayor antes de hablar :

—¿Puedes...explicarme esto Alec?

—No hay nada que explicar, creo que está más claro que el agua, madre.

Las palabras del ojiazul sonaron frías,pero tenía razón.

¿Cómo iba a mentir ante aquella situación?

¿Iba a decirle que sólo era una noche como las de su infancia ? ¿Iba a decirle que sólo estaban jugando?

—Sabes que está mal ¿No? —Le preguntó Maryse como si aquello no fuese real.

—Lo sé madre. Sé las consecuencias de esto pero era mi felicidad o la ley. Elegí por primera vez en años, mi felicidad.

Alec se vistió. Salió de aquella habitación acompañado de su madre mientras caminaba en silencio.

—¿Qué has hecho Alexander? ¿Estás consiente que van a quitarles las runas a ambos? ¡Vas a perder a Jace como parabatai!

Alec suspiró. Su homosexualidad había estado a la sobra de la familia Lightwood desde hacía años. Justamente por los prejuicios característicos de su madre y padre no había dicho nada.

—¿Desde cuándo estás empeñado en destruir a la familia?— espetó su madre sin medir aquellas palabras.

Alec soltó una risita sin entender porqué lo hacía.

—¿Crees que esto es una familia,mamá?

Un padre ausente, una madre que cubre los engaños de su esposo y tres hijos que apenas ven a sus padres...

Está familia se destruyó desde que mi padre iba a dejarte. Desde que prefirió su aventura antes que criar a sus dos hijos o ver crecer al bebé que venía en camino...

Incluso Max sabe que él es la causa por la cual papá sigue con nosotros...

Alec miró a su madre. Estaba dolida, igual que él.

—No me digas que estoy destruyendo está jodida familia. No existe. —Apretó los puños mientras pensaba cuidadosamente lo que diría a continuación— Estoy enamorado de Jace desde hace siete años. Desde entonces, he escondido mi mayor secreto ante La Clave, ante esta familia: Mi homosexualidad.

Maryse tocó el hombro de su hijo con tristeza, cada una de aquellas palabras tenían sentido. Prácticamente, Alec había criado a Max, no ella. Estaba tan ocupada en recobrarse del engaño de Robert que nisiquiera vio a su hijo más pequeño crecer.

—Debiste decírmelo Alec.—le susurró— Soy tú madre...

—Crees más en la ley que en tus hijos—dijo con miedo— Yo debería ser desterrado de los nefilim por ser gay. Y ahora, si hablas, me quitarán las runas ,igual que a Jace.

—No voy a dejar que eso pase. Mis hijos no pueden irse de mi lado.

—Mamá, te has enterado tú. Pronto lo harán los demás.

—¿Quién más sabe, Alec?

El ojiazul levantó la vista y la posó en un punto indefinido.

—Isabelle y Max.

—¿Max?

—Sí, mi hermano cree que merezco ser feliz después de tanto tiempo.

—Lo mereces. No sé mucho de ti o de tus hermanos desde hace tiempo. Todo lo que dices es verdad. Me he dedicado a cuidar de tu padre por miedo a que el pasado se repita...

No voy a delatarte. Pero tarde o temprano va a salir a la luz...

—Si eso pasa, sé como evitar el destierro o la pérdida de runas. No vas a perder a tus hijos, lo prometo.

Alec fue hasta su madre y compartió un dulce abrazo con ella. Después de mucho, había visto por sus hijos antes que por la Ley.

Y si un día todo eso salía a la luz, Alec sabía que había alguien que podía ayudarle a borrar de la memoria aquellos momentos...

Era preferible antes que perder las runas o el lazo parabatai.

(Fic Jalec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora