Capítulo 2

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Un fuerte portazo sacó a Naya del buen sueño que había estado teniendo, con una mirada molesta observo al culpable de interrumpir su siesta. Su primo de pie en la entrada de su cuarto lucía arrepentido mientras le daba una sonrisa de disculpa.

Naya era terrible madrugadora, probablemente hubiera llegado tarde a todas sus clases si Jacob no la levantara y la llevara en su coche, aun si, cuando iba a despertarla solía ser más amable y no entraba arrasando la puerta.

—Lo siento, abrí con mucha fuerza —le dijo disculpándose con una mirada arrepentida, pero con una sonrisa en el rostro.

Últimamente los chicos parecían no medir su fuerza y era como si los alimentaran con demasiada proteína y muchos esteroides, no solo estaban más altos y fuertes, sino que a veces eran muy temperamentales. Inclusive Naya solía ejercitarse de vez en cuando disfrutando de las actividades físicas, pero ahora se sentía un poco más atlética que antes.

Naya aun adormilada toco sus brazos tratando de verificar si de verdad era más fuerte, Jacob le dio una mirada confundida con una pequeña sonrisa pero permaneció callado. Su cerebro seguía demasiado lento como para saber si su brazo estaba más firme así que en lugar de eso volvió a ver a su primo casi olvidando que seguía ahí.

—Está bien, estás perdonado, ahora vamos que no quiero llegar tarde — respondió por fin mientras se ponía de pie.

Se tomó un momento para estirarse sintiendo que sus músculos entumecidos disfrutaban la sensación, con un último bostezo miro el pequeño reloj en su mesita de noche. Ante esta acción Jacob titubeo un poco.

—¡Es demasiado temprano! — gritó Naya viéndolo molesta —Agradezco que me levantes casi todos los días y me lleves a la escuela, pero ayer me dormí demasiado tarde haciendo el bendito proyecto de biología y todavía tengo 30 minutos de sueño.

Con un rápido movimiento volvió a meterse en la cama sin darle otra mirada a su primo.

—Lo siento mucho cookie —comenzó Jacob con un tono nervioso —, pero necesito un favor.

Naya se sentó en la cama mientras volteaba a verlo con una ceja en alto, su primo solía llamarla cookie por sus pecas, diciendo que era una galleta con chispas de chocolate. El uso de este apodo solo significaba que realmente quería un favor.

Por un momento Naya lo pensó, podría meterse en la cama de nuevo e ignorarlo, pero su corazón era demasiado amable como para hacer eso.

—¿Qué es lo que quieres? —preguntó con sospecha Naya.

—¿Podrías acompañarme a Fork High School? —respondió Jacob viéndose esperanzado.

— ¡¿Ah?! ¿Estás loco? Es una de las muchas prohibiciones del líder supremo, por supuesto que voy—

Jacob rio por el apodo que le habían puesto a Sam y fue directo a darle un abrazo mientras murmuraba «Gracias, gracias por algo eres mi prima favorita»

Con un suave empujón corrió a su primo de su cuarto y en un tiempo récord estaba cambiada y lista para partir. Naya era bastante obediente, no encontraba problemas en seguir las instrucciones, pero con mucha facilidad podía ser influenciada o simplemente perdería el interés (la razón de sus malas notas).

Por fin tenía la excusa perfecta para conocer más de Forks, sus visitas pasadas eran tan cortas que no podía ver más que la reserva y desde que se había mudado, con las estrictas reglas de Sam solo había conocido un poco más allá de la Push.

En poco tiempo Naya iba sentada de copiloto disfrutando del aire helado que entraba por la ventanilla mientras Jacob conducía.

— Ah todo esto, ¿A qué vamos? —después de un cómodo silencio Naya preguntó.

Enamorada de el Vampiro | Alice CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora