P R Ó L O G O

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Hace mucho tiempo, durante el inicio del siglo XVI vivió una joven descendiente directa de la realeza, conocida por su gran honor y valentía. Agatha, la princesa de la nación de Ilvea, una de las cuatro naciones más reconocidas. Ella, a tan solo sus dieciocho años de edad se encontraba encabezando a un ejército completo con más de 1000 hombres a sus órdenes en una lucha en contra de las naciones de: Altea, Nagoria y Thalass.

Agatha poseía un poder único, ella dominaba el fuego, el elemento más poderoso y salvaje de la naturaleza. Esto le ocasionaba una gran ventaja sobre sus oponentes de las distintas naciones, siendo así que en 1504 gano la guerra, no solo consiguiendo la victoria de Ilvea, sino también consiguiendo firmar un tratado de paz entre las 4 naciones.

Al ser una gran guerrera y una honorable princesa, luego de la muerte de sus padres en 1506 ella quedo al cargo de la nación, siendo así la Reina más joven que Ilvea había tenido, y junto a su hermana menor Adelia mantuvieron la paz y prosperidad del Ilvea.

Como la nueva reina, Agatha compartió sus conocimientos sobre su poder del elemento fuego a todo su pueblo, en busca de enseñar a las personas que eran como ella a controlar su poder y usarlo en el beneficio del usuario.

Ella, tomo la decisión de acoger a todos los bendecidos con el poder de los dioses nacidos de los simples mortales para así enseñarles el arte de lo elemental, fundando así el primer instituto de la magia conocido en todo el planeta.

Cada nacido y bendecido de este poder traía consigo una marca que los clasificaba entre los distintos elementos y de los mortales no dignos: Rojo – fuego, azul – agua, verde – tierra, amarillo – aire.

Al inicio del año 1510 Agatha trajo al mundo a su primogénito, Raymond, trayendo consigo el inicio de un nuevo y desconocido poder, teniendo así una marca color blanca, diferente de los demás. Y, dos años después Agatha concibió a su segundo hijo, Theodore, un no digno del poder de los dioses.

A pesar de la adversidad que traía consigo el nacimiento de Theodore, Agatha no dudo en llenar de amor a sus dos hijos a pesar de la diferencia tan enorme que había entre ambos, siendo así que ambos niños fueron entrenados y tratados como iguales por su sabia madre.

Pero el tratado de su madre ya no era suficiente para el joven Theodore, quien ya estaba harto de vivir bajo la sombra de su hermano; Raymond, el hijo de los dioses, el todo poderoso, venerado y visto como un Dios por todo el pueblo y el, Theodore, el simple mortal quien había deshonrado a la familia real con su simple existencia.

Hasta que un día el joven Theodore decidió dejar todo atrás y salir en busca del poder y superioridad, abandonando así a la edad de dieciséis años la nación de Ilvea, siendo considerado un traidor a la realeza. A su partida fue desencadenado el caos, siendo el inicio de una nueva guerra entre las naciones de Ilvea, Altea, Nagoria y Thalass, acusando así a Theodore de incumplir con las normas que se habían impuesto en el tratado de paz entre las 4 naciones, mismas normas que Agatha había hecho en su gran victoria.

Gracias a esto se dio lugar a una larga e interminable guerra, entonces, Raymond partió junto a su ejército prometiendo traer de nuevo la paz que su madre había dado al pueblo de Ilvea.

Seis meses después de la declaración de guerra, mientras la noche reinaba, Agatha se encontraba en el balcón de su habitación esperando noticias de lo que ocurría en el campo de batalla.

La luz de la luna apuntaba directamente a ella, iluminando su bello y preocupado rostro, los árboles se movían de un lado a otro por la incesante brisa de aquella noche tan fría y oscura, extrañamente todo se encontraba en completa paz y silencio, como si algo estuviera a punto de ocurrir.

Colors: La resurrección.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora