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EVANGELINE

Eran las 11:30 de la mañana de un viernes, faltaban tan solo veinticinco minutos para que terminara su clase y poder largarse de allí. A simple vista, todo estaba tranquilo, la clase de biología transcurría con bastante paz. Algo que hacía sentir gustosa a la profesora. Ya que en ese curso, era demasiado raro. El azabache de ojos grises, que se encontraba sentado en uno de los puestos de atrás era quién más llamaba la atención de la profesora, ya que al ser un chico un poco inquieto —pero no desordenado— se encontraba pacífico en su lugar con su vista fija al pizarrón.

En realidad, algo muy diferente sucedía en la cabeza de éste. Contaba los segundos y los minutos para cuando se acabara la clase. Unas ansias de salir de allí lo recorrían desde la hora de entrada. ¿Por qué tan inquieto? Pues, se encontraba de aniversario de siete meses con su novia, y tenía que llegar pronto a su casa para elaborar todo como él quería. Todo para él debía salir perfecto, o sino, la culpa por no realizar el mejor regalo para su novia lo haría sentirse demasiado mal.

Para él, ella era su todo. No sentía que fuera un simple romance adolescente, sentía que iba más allá de eso. Sentía, y estaba seguro, de que era el amor de su vida. La manera en la que siempre se sintió seguro en su presencia, y como su amor platónico de cuando era niño se volvió en algo más que eso. Todo el tiempo sentía aquella emoción al decir que ella era su novia, se sentía orgulloso de que después de tantos años, por fin lo había logrado.

Tenía un plan elaborado en su cabeza, pero no quiso comprar las cosas con anticipación porque no quiso perder nada en su casa, debido a que es muy desordenado. Tenía anotado en una libreta las cosas que debía de comprar después de pasar por su casa a comer rápidamente. Tenía toda la tarde para encontrar lo que necesitaba, y también la noción de dónde podría encontrar todo con exactitud.

Discretamente comenzó a guardar sus cosas en la mochila, solo faltaba un minuto para que la clase terminara. Y cuando oyó el sonido del timbre, salió corriendo rápidamente del salón de clases hacia donde se encontraba el de su novia. La vio guardar sus cosas con mucha calma, se veía que no llevaba tanta prisa encima.

La rubia se encontraba de espaldas a él, así que no había notado que él estaba allí afuera. Pero ya lo suponía, ya que era costumbre de él esperarla fuera cada final de clases. Al girarse, una sonrisa inocente adornó sus labios. Al azabache comenzaron a sudarle las manos instantáneamente. Y sintió cierta paz, porque sabía que ya solo tenía que comer y salir a comprar todo para su novia.

—Hola guapo —lo saludó con un beso en la mejilla, les gustaba ser muy discretos en la escuela. No querían llamar la atención del alumnado con ese tipo de cosas y que les llamaran la atención algún profesor o coordinador por muestras de amor tan cariñosas—. ¿Cómo estuvo tu clase?

—No lo sé. Estuve pensando en lo hermosa que eres todo el tiempo —plantó un beso breve en la frente de ella y tomó su mano para caminar a la salida.

Cómo un buen novio, él siempre la acompañaba a casa. Lo cual no le tomaba mucho tiempo, como mucho unos veinte minutos a pie. Le preguntaba cómo había sido su día, como también le recordaba lo hermosa que es siempre. Esas cosas aunque por más pequeñas que parezcan, hacían sentir a la ojos celestes muy segura y conforme con el chico que había escogido.

Ella no sentía amor por él desde muy pequeños como él, sus sentimientos se estaban haciendo notar a principios del bachillerato, ya que el cambio tan radical que él había tenido aquel verano se le hizo bastante llamativo. Ya no se veía tan niño como antes, tenía una apariencia más juvenil. Se había vuelto mucho más alto y se hacía notar un poco más entre las personas.

Desde el primer día que Joy vio aquel cambio físico en Fred, a quién no había visto en todo el verano por irse de viaje con su familia, se sorprendió mucho, y su sorpresa incrementó mucho más cuando lo escuchó hablar, su voz se había vuelto solo un poco más gruesa, y cada que vez que le hablaba ella se ponía nerviosa, sin mucha razón.

ONE SHOTS | FREDOY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora