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A PRIMERA VISTA

Todos conocemos el amor de la manera más inesperada posible. No siempre se sale pensando en que afuera conseguirás a esa persona que amarás para toda la vida. El amor es un sentimiento que llega cuando menos lo esperas, nunca sabemos cuándo seremos flechados por cupido. El amor puede ser de diferentes formas, todos tenemos maneras diferentes de amar.


Era una fría noche en Londres, y en uno de sus mejores hoteles se llevaba a cabo una fiesta para celebrar el compromiso de dos seres que se amaron desde niños. Y es ahí donde comienza la historia, con el hermano y también mejor de los novios, sentado en una mesa solitario y en completo silencio, sin divertirse para nada. Todos bailaban y reían sin parar en toda la fiesta mientras él se demostraba totalmente asilado del mundo, sin ganas de estar ahí pero cumpliendo con la promesa de estar presente en todo momento para su hermano y su mejor amigo, los cuales le rogaron estar ahí.

—Vamos, Fred. Levántate de ahí, hay un montón de chicas lindas con las que puedes bailar y tu prefieres estar ahí sentado como un inadaptado social —se quejó Freddy, un tierno chico de cabello castaños y ojos azul marino que intentaba animar a su hermano a integrarse, pero éste se negaba por completo.

No es que Fred se quejara de la fiesta, porque estaba bien planificada y para su gusto estaba muy bien el ambiente, solamente no tenía algo que lo animara a integrarse o hacer algo que no fuera quedarse sentado completamente solo a comer. No había nada que le terminara de llamar la atención en ese lugar.

—Vamos, amigo. Es nuestra fiesta de compromiso —lo animó Golden pero este torció el gesto, completamente desanimado.

La pareja se negó a seguir intentando y se alejaron para seguir atendiendo a los demás invitados a la boda. El azabache respiró hondo y guió u mirada a la entrada, esperando a que el momento de irse se acercara poco a poco. Y fue cuando se le ocurrió la maravillosa idea de irse, simplemente estaba ahí por obligación y no por gusto propio. Se podría ir cunado el quisiese, por más que prometiera quedarse hasta que todos los invitados se hayan ido.

Salió del salón de fiesta tranquilo asegurándose de que no lo vieran irse. Se acercó a los ascensores y presionó el botón plateado, dispuesto a subir a su habitación por el aburrimiento. Las puertas del hotel se abrieron y el chico e giró a ver de quién se trataba. Una rubia de hermosos ojos celestes entró con dos maletas y el cabello mal recogido. Portaba jeans holgados y desgastados con una camisa blanca ceñida al cuerpo. Llevaba unos zapatos blancos con diseños poco comunes y se acercó a recepción a confirmar su llegada y a que le entregaran la llave de su habitación.

Esperó el ascensor en silencio junto al muchacho que aflojaba su corbata, la cual le molestaba demasiado. La diferencia de estatura era monstruosa, pero la chica sabía mantener una pose firme y decidida, al igual que el muchacho. Las puertas del ascensor se abrieron y ambos se subieron a él en completo silencio. El chico la miraba a ratos de reojo observando cada acción de ella. Pero lo único que hacía era acomodarse los mechones de cabello rebeldes.

Cuando el ascensor se detuvo ambos fruncieron el ceño. El muchacho volvió a marcar su piso pero resultó que el ascensor se había detenido por completo, dejándolos atrapados a ambos dentro de él.

— ¿Nos quedamos atascados? —preguntó la chica.

—Aparentemente sí.

La chica abrió los ojos de par en par.

— ¡No! ¡No me puedo quedar atascada en un ascensor! ¡No viajé desde Paris para quedarme atascada en ascensor apenas llego! —Comenzó a estresarse mientras el chico se sentaba en el suelo y ella caminaba por el ascensor entrando en pánico—. ¡No puedo! ¡Simplemente no puedo!

—Hey. Deja la histeria. Relájate. Saldremos de aquí en unas horas —el muchacho recostó su cabeza para ponerse más cómodo y fue cuando escuchó el gran grito de la chica haciéndolo asustarse.

— ¡ME PERDERÉ TODO EL EVENTO! —Gritó ella y el muchacho rodó los ojos—. ¡Que acaso no entiendes que mi vuelo se atrasó y si no llego me aniquilan!

—Dios, relájate. ¿Te preocupa salir para asistir a un evento en vez de preocuparte por salir de aquí con vida? —las palabras del chico la enloquecieron más.

— ¿Y si morimos aquí? —Bajó un poco el tono de voz, pero no se dejaba de escuchar alto—. ¡No quiero! ¡Ni siquiera he tenido una familia!

Él rodó los ojos harto de su drama. La rubia se sentó a su lado sin dejar de mirarlo fijamente, algo que preocupaba mucho al de ojos rubí que entreabrió un ojo al sentir la mirada de ella, hasta el punto de abrir ambos ojos para mirarle.

—Deberíamos besarnos —dijo la chica y él la miró extraño—. Si vamos a morir aquí al menos moriré habiendo dado mi primer beso.

— ¿No crees que ya estás demasiado grande como para no haber dado tu primer beso?

—Son solo veinticuatro años.

—Ajá, ¿y? ¿Esperas que un extraño al que probablemente no vayas a ver nunca más sea tu primer beso?

— ¿No sería peor no haberlo dado? —El muchacho rodó los ojos rindiéndose, se acercó a ella para besarla pero ésta movió el rostro negando el beso—. Y va, si voy  dar mi primer beso al menos espero darlo luciendo bien. Tú estás bien vestido al menos dame el gusto a mí también.

El chico frunció el ceño ante la extrañeza de ella. La chica sacó un vestido y le hizo señas al muchacho para que se diese vuelta. Este hizo caso con una sonrisa adornándole el rostro. La chica terminó de cambiarse de atuendo y miró extrañada al chico que se aguantaba una carcajada.

— ¿Qué te da tanta gracia? —preguntó la chica cruzándose de brazos.

—El hecho de que me mandaste a darme vuelta para no verte pero hay un espejo —le dedicó a la chica una mirada coqueta—. Bonito cuerpo —el chico se terminó de dar vuelta para quedar frente a la chica sin quitar su sonrisa. Por suerte para ellos, al no haber electricidad, nadie vería lo que sucedería dentro de ese ascensor además de ellos dos—. ¿Segura que quieres que un extraño al que acabas de conocer y ni su nombre sabes sea tu primer beso?

—Sí. Eso le da más sazón.

Se quitó el blazer y la tomó del rostro y besó para acabar con eso de una vez por todas. Pegó su cuerpo al de ella haciéndola tardar para una reacción coherente. Se  despegó bruscamente tomando su blazer de nuevo del piso cuando el ascensor encendió sus luces y abrió sus puertas en planta, en donde descubrieron que nunca subieron de piso y decidieron mejor bajarse ahí a quedarse de nuevo dentro del ascensor.

Ambos caminaron al salón de fiesta y la chica le sonrió ampliamente a él cuando notó que iban a la misma fiesta.

—Soy Joy, la prima de Golden.

—Fred, el hermano de Freddy.

ONE SHOTS | FREDOY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora