🌟

144 14 13
                                    

SOLO PIENSO EN TI

El azabache se mantenía ido mirando el papel en su mesa con el lápiz en mano. Pensando en una manera de decirle lo mucho que la extrañaba, pensando en que fue un tarado. En que se arrepiente de todo lo que le hizo a la chica. Pero no sabría cómo expresar lo que siente a la muchacha, lo único en lo que pensaba era en el con la chica sintiendo su suave piel clara.


—Maldición —dijo por lo bajo. Alzando la mirada a la ventana, observando la lluvia caer desenfrenadamente—. ¿Cómo puedes saber cómo me siento sin tener que decírtelo directamente?

Dejó escapar un suspiro mientras seguía ahí sentado, imaginando cosas que jamás sucederían. Soñando con que algún día la chica lo perdonara y pudieran volver a ser aunque sea amigos. Solo quería estar cerca de ella al menos un segundo más, poder sentir el calor que ella emanaba y su olor a vainilla y galletas. Se levantó por fin después de horas de nada y decidió salir de su habitación completamente en silencio.

Todo se sentía tan vacío en ese lugar, el único ruido que se escuchaba era el de la lluvia cayendo fuera con demasiada intensidad. Todos los días era la misma rutina. Sentarse a pensar que decirle a la chica durar todo el día sentado sin comer hasta por fin llegar la noche en donde se acuesta en su cama sin poder dormir y luego levantarse a primera hora por la mañana a hacer lo mismo del día anterior. Todo era tan repetitivo y sorprendentemente no se cansaba de ello. Lo hacía sentirse un poco en paz, aunque esa paz no durara ni cinco segundos porque el recuerdo de aquel día se seguía repitiendo una y otra vez.

— ¿A dónde quieres llegar con esto, Fred? —preguntó volviendo su mirada a él, con su ceño levemente fruncido.

—Que lo tengo todo… menos a ti —el rostro de ella se alivianó ante aquellas palabras por parte del azabache—. No te tengo a ti, Joy.

—Fred…

—Vuelve conmigo, por favor —susurró.

—No… no puedo…

Se miró al espejo del pasillo y no podía creer lo que veía. Su piel blanca hacía resaltar demasiado las ojeras que adornaban sus ojos. Miró la ropa que antes le quedaba perfecta vérsele más holgada. Miró sus nudillos que aún seguían lastimados por aquella golpiza al espejo. No se molestó en sanarse las heridas aquella noche y quedaron cicatrices. Usagi y él hablaron y acordaron en ser tan solo amigos. El perro ella se lo quedó, consciente de que el chico no se podría a él solo y menos a un perro.

Sus amigos le dejan mil y un mensajes y llamadas que él se dedica a ignorar poniendo el celular en modo avión. No ha salido en semanas, y su cuerpo ya se siente demasiado agotado como para querer moverse demasiado, la falta de alimento le crea constantes dolores de cabeza, lo único que tiene en el cuerpo es líquido. Le daban constantes mareos y sentía que su mundo se derribaba a cada segundo. Y las botellas de alcohol que se tomaba a diario no ayudaban para nada. Escuchó el sonido del timbre y frunció el ceño acercándose a la puerta. Los vigilantes del edificio tenían órdenes claras de no dejar pasar a nadie para no molestar, no entiende cómo es que está sonando su timbre.

Abrió la puerta  con botella en mano y se quedó estático viendo a la chica rubia de ojos celestes parada en la puerta.

—Vine a saber si estabas bien, mira te traje sopa —alzó una bolsa que tenía en la mano—. ¿Te molesta si entro?

ONE SHOTS | FREDOY.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora