Capítulo I

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El carro se movía con bastante brusquedad por la carretera. Las sacudidas hacían que me sintiera un poco nervioso. No me gustaban los carruajes, menos si tenían como intención llevarme a una fiesta. No era algo que me agradara y menos hoy. Las calles estaban iluminadas y la música se escuchaba en casi todas las casas y negocios que estuvieran en la ciudad. El reino estaba de fiesta y era difícil no notarlo con el aire tan vicioso de alcohol y placer. Suspiré cansado y aparte mi vista de la ventana. Pronto desaparecieron las calles y la música, ahora reinaba una extraña quietud que me hacían tensarme. No era la primera vez que iba a la mansión de un Lord, diría más bien que estaba habituado, pero lo que me hacía sentir tan intranquilo era esta sensación de que algo iba mal.

―Puedes dejar de verte tan enfermo Wade― dijo Lucy chasqueando la lengua― Me pones más nerviosa de lo que ya estoy―

―Lo siento, solo que creo que debimos quedarnos en casa como dijo madre― exclamé mirando al fin a mi pequeña hermana que estaba sentada frente de mí.

―Si fuera por madre ninguna fiesta sería adecuada para mi iniciación como cortesana― exclamó ella― Además el mismísimo Conde Wildburt me ha invitado. Sería muy descortés rechazarlo―

―Invitó a madre― dije solo para aclarar el punto de que un hombre de esa posición no buscaba novatas sino veteranas en el asunto.

Eso pareció molestar a Lucy porque me lanzó un punta pie a la pantorrilla. No hablamos más por el camino y eso me entristeció, al menos hablando con Lucy no pensaba en lo desastroso que podía salir todo esto. Claro que el Conde Wildburt estuvo encantado que oír que Lucy sería su compañía, aunque había solicitado a mi madre. Después de todo Lucy era su hija y por tanto su belleza no tenía comparación. Rubia de tez blanca y ojos color azules como el cielo. Era la viva copia de mi madre en sus mejores años. Una sonrisa de nostalgia se me escapó y mi hermana me dedicó otra en respuesta.

―Sabea que preferiría que no lo hicieras, mamá también lo preferiría― dije.

―No sigas con eso― repuso ella cortado el tema― Sabes muy bien que es nuestro modo de vivir y sobrevivir. Cómo piensas terminar tus estudios si ni siquiera puedes pagarlos―

―Aun así― exclame al ver que nos acercábamos a los jardines del gran castillo donde se celebraba la fiesta más importante del reino― Desearía tener la fuerza para protegerte de esto―

―Ya eres mi fuerza hermano. Tranquilo, te avisaré si algo se escapa de mi control― dijo ella.

El coche se detuvo y me baje rápidamente para ayudar a Lucy. Se veía hermosa en su vestido de seda azul claro. El corsé era en forma de corazón para darle altura a su busto, y el rápido jadeo de todos los caballeros me aseguró que ella había destacado. Me vi tentado a cubrir a mi hermana con mi brazo y llevármela de allí, pero no pude más que apretar los dientes y dejarla hacer lo suyo. Yo venía en post de sirviente y por tanto no se me tenía permitido entrar por el mismo lugar. Seguí a los otros sirvientes y miré con tristeza como mi hermana se encontraba en las escaleras con el Conde.

―Vaya que es una belleza esa señorita― exclamó un paje embobado yo me mordí la lengua y me acerqué al mayordomo.

―Buenas noches, señor... Vengo como sirviente personal de la señorita Branw espero que no haya problema con eso y que me de tareas―

La verdad no supe que más decir. Para mi suerte el mayordomo no parecía tener problema con eso, o ya estaba acostumbrado y solo me indicó que sirviera copas a los invitados. Al menos así podré ver a Lucy sin problemas

D

La fiesta acaba de empezar y ya caminaba con dos chicas tirando de mis brazos. Nada mal solo para comenzar ¿Sorprendente, no? Solo salí, con un traje azul, una camisa blanca de terciopelo y ¿esto lo que tengo? La verdad... Tampoco era que me quejara.

Marcados por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora