Capítulo XI

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W

No soy celos. Bueno sí, pero mi mente estaba embotada y ya no pude seguir pensando. Solo dormí, placido y largo. Al abrir los ojos y me encontré abrazado a un cuerpo cálido a mi lado. Mío. Una sonrisa se escapó de mis labios y solo lo besé, quería seguir durmiendo, pero ¡Mi fiesta! Me levanté y casi caigo al suelo por el dolor.

―Maldita sea, esto duele― dije tratando de mantener la fuerza en mis piernas.

Alguien tocó la puerta y el mayordomo entró. Sentí bastante vergüenza, más porque estaba desnudo, así que solo me lancé al suelo con una manta.

―Lord Gawain, ya se sirvió el desayuno y las actividades del día empezaron. Varias familias han preguntado por usted, pero alegamos que se sentía indispuesto―

―Gracias, que eficiente servicio― dije entre las sabanas.

―Mi señor, soy muy profesional, solo vístase y salga del cuarto― dijo antes de retirarse.

―Solo te informo que esto es tu culpa― dije volviendo a la cama molesto― Si tú no tuvieras esa mirada... y no voy a ser la mujer. Tú lo serás, así que con permiso, tengo una fiesta que atender y somos los anfitriones―

Me vestí rápidamente, el problema fue darme cuenta de que no tenía camisa, porque mi lindo idiota la destrozó anoche. Un sonrojo llego hasta mi cara y me mordí el labio. Me acerqué a Dylan y lo besé, lo besé con deseo y con ganas, hasta jadear.

―Quiero que salgas y pongas la cara más feliz del mundo, y nos olvidemos de todo. Más tarde tú y yo hablaremos como se debe― dije.

D

Al final Wade hizo caso entre sus ánimos de seguir discutiendo y yo le seguí. Dormí profundamente como no lo había hecho en un tiempo. Era como experimentar algo extrañamente nuevo. Solo me había dejado llevar incluso por un cansancio del que nunca me había percatado. Me sentía en calma e incluso un poco vulnerable.

Ni siquiera espere que un sueño llegará a aparecer en mi mente. Pero estaba muy equivocado. Mi mente se llenó de un espacio en blanco. Uno que luego se transformó en el valle de los silentes.

Lo primero que hice fue tensarme, pero luego un aura blanca apareció en medio del valle. Flotaba con calma y estática. Comenzó a acercarse y me sentí débil. Cómo si no pudiera hacer nada respecto a lo que podría pasar.

―El tiempo se acerca― susurro una voz que parecía salir del aura blanca ―No puedes escapar de tu destino. Las piezas encajan a cada paso que das. Tu corazón ha sido liberado. Ahora solo queda tu alma, y tú poder―

Me desperté como si se tratará de una pesadilla, para ver a Wade en el suelo y a cierto sirviente que podía jurar, vino a decir que ya habíamos tenido suficiente tiempo aquí.

Por supuesto, cuando esté se fue, recibí un regaño de parte del castaño. Algo me decía que le dolía incluso la misma idea de caminar, cosa que me hizo sacar una sonrisa. Cielos, que escandalosamente sexy fue cuando solo se vino sobre mí, y me besó con más que deseo. Si me iba a dar órdenes luego de besarme de esa manera, podía considerar obedecer todo lo que me dijera.

Me apoyé sobre mis codos y lo vi salir de la habitación tras coger una de las camisas de mis armarios. Joder ¿de verdad ese era el mismo chico que conocí en aquella fiesta, y que me había rechazado en directo? Por la diosa, que demonios era todo esto, y qué significaba aquel sueño. Lo peor del asunto era que ni siquiera podía hablar con Lux al respecto. Aquello me sacaría un gran dolor de cabeza.

Al final me terminé de levantar, me vestí y salí de la habitación con las órdenes que Wade me dejó. La mejor sonrisa que podía colocar en mi cara y amabilidad que me había faltado el día anterior.

Marcados por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora