Capítulo XVIII

7 2 0
                                    

W

Era relajante. Hoy era un día muy calmado. Lo cual era inquietante. La tierra temblaba y hasta aquí se sentían las secuelas de la guerra. El Castillo Nox retumbaba de vida, pero generaba una paz a mi corazón que no entendía, más cuando Dylan estaba en el campo de batalla. Temía por él, porque no volviera a mí. Cerré los ojos tratando de dormir. Creí haberlo conseguido cuando los gritos de hombres siendo empalados volvieron a mí, abrí los ojos nervioso. Mi respiración se agitó y vi que una capa de sudor me cubría. Tenía que calmarme, ya no estaba allí, pero mi cuerpo... podía dejar de estar alerta.

Vi el frasco de la poción calmante que me daba el galeno cada noche, suspiré cansado. Decidí salir a dar un paseo. Al menos tal vez así me despejaría. Oí rumores de unas aguas termales curativas y no me molestaría ir. Al menos si eso me lograba calmar. Recogí mi cabello en una cola. Desde que estaba aquí, creía a un ritmo acelerado, ya llegaba a ras de mi hombros.

Conseguí la cueva que llevaba a las agua termales y el vapor hizo a mi cuerpo se relajarse. Me negaba tomar de nuevo esa poción así que seguiría intentando algunos métodos naturales.

Fui hasta el vestido y me quité la ropa. Me puse una de las batas que colgaban en el armario y entre a la cueva. El vapor era agradable y atenuaba mis sentidos. Iba a poner un pie en el agua cuando me fije que no estaba solo. Talon estaba allí en el agua.

―Lo siento― balbucí apretando la bata más fuerte alrededor de mí.

―Está bien, no me importa― dijo él y yo empecé a retroceder ―Adelante entra, al menos así me harás compañía―

―Yo...―

―No me digas que eres tímido― Talon alzó su mirada a mi ―¿Sabes que tenemos lo mismo, no?, no hay nada que no haya visto ya en mi―

No sabía si me sonrojaba por el calor o por el comentario. Me deshice rápido de la bata y entré al agua. No dijimos nada por un largo rato. Solo disfrutamos del agua.

―¿Tampoco te hace efecto la poción?― preguntó Talon.

Yo alce el rostro, su ojos era de un suave color purpura, y su cabello platinado parecía volverse de un tomo metal oscuro. Debía de admitir que no era así como imaginaba al rey de las hadas... tan joven, casi parecía que era mi contemporáneo.

―Yo... más bien no quería tomarme la poción― repuse― ¿Puedo preguntar por qué es la única hada que lleva el cabello corto? He visto que casi todo el castillo e inclusive los hombres, lo llevan largo―

―Es tradición― dijo Talon― Indica algo como prosperidad, yo lo llevo corto porque así es más cómodo en la guerra― él se acomodó en el agua ―Antes de la Cacería, yo era un guerrero e incluso en ese tiempo, pensaban que yo le traería desgracias al pueblo. Ciertamente tenía razón, pero no hablemos de eso, cuéntame algo más de ese tal Engel―

―Bueno... él es grandioso. Cada vez que se pone triste un monto de nieve empieza a cubrirnos y si esta alegre, es como si llegara la primavera...―

―No te ofendas, pero me refería a algo más práctico― dijo Talon ―Debo proteger un reino, me interesa saber si él es de los que negocian la paz o de los que solo arrasan con todo a su paso―

―Bueno... creo que es de los que destruyen todo a su paso― dije ―Pero solo si se deja llevar, en realidad uno puede hablar con él si esta calmado―

―Sí, pero no lo está. Ha masacrado ejércitos, y no parece que vaya a detenerse― exclamó ―Lo único que me interesa es que no lastime a mi pueblo―

Marcados por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora