Capítulo X

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Los primeros días pensé una cosa. Algo fácil y sencillo. Definitivamente tuve mucha razón en un nunca dar una fiesta en mi "Hogar". Joder, se supone que la casa Sterling, mi casa o por lo menos el gran palacio que estaba al escrutinio público, era un misterio. Uno que no muchos podían describir. Después de todo, no dejaba que alguien describiera este lugar, y ahora... Ahora daría una fiesta. Una fiesta de jornadas. Que me amparen los dioses. Tanto era el asunto, que incluso olvide porque había aceptado hacer esto.

Ya no había vuelta atrás. Wade se ocupaba de todo y no dejaba retablo sin llenar. Incluso en cuestión de dinero. Cosa que tal vez me había ofendido un poco. Pero omití cualquier tipo de detalle, pasando el rato encerrado en mi habitación y yéndome a mi palacio de las montañas a través de la pintura.

No quiere saber nada del asunto y así lo prefería. Pero por supuesto las cosas no quedaban ahí. Es claro que en teoría Wade y mi persona, debíamos continuar con sus lecciones. El tiempo pasaba y él necesitaba un poco más de control y conocimiento. Así que las sesiones se mantuvieron.

Una parte de mi estaba un poco más susceptible a ceder a la magia gracias al último evento que habíamos enfrentado. Pero en consecuencias de ese detalle, el castaño también empezó a actuar diferente. Notaba cierta lejanía en sus pensamientos. Uno que otro esquivé de miradas, unas pisadas lejos, y mucho más trabajo de por medio.

Wade cada vez corría más de un lado para otro. Ahora pocas veces podía perderme en su mirada. En esos ojos esmeralda. Y yo... ya estaba empezando a perder la paciencia. Más cuando, solo en mi estudio en medio oscuridad, únicamente con la compañía Nim y una llamas de encantó Vidal, caía en cuanta de cuando me estaba empezando a molestar el asunto.

Pero ¿qué me molestaba exactamente? ¿Qué Wade no tuviera tiempo para mí, más allá de las palabras que le dictaba como enseñanza? ¿Qué no se atreviera a mirarme a los ojos cuando lo observaba con detenimiento? o ¿Qué, yo también era consciente que no tenía sentido lo que estaba haciendo? Mi relación con el joven Gawain era únicamente institucional. No tenía ni siquiera sentido que estuviera encerrado en mi casa, esperando por él. Esperando que viniera a verme. Esperando, solo esperando por ese tonto mocoso. Maldita sea, qué demonios estaba haciendo conmigo y por qué ¿Por qué me importaba tanto?

Por supuesto, los días pasaron. Mi disputa con Lux continuó así que tampoco tenía mucho con quién conversar sobre algunos detalles importantes. Cómo la marca de mi espalda y aquel extraño evento de magia que no habían vuelto a suceder, y mi insomnio estaba más que insoportable. Cosa que me sacaba de mis casillas. Era un poco complicado mantenerme cuerdo, si encima no conseguía conciliar un poco de sueño.

Si algo agradecía en parte, era que a veces Nim se quedaba a mi lado haciendo guardia, como si temiera que hiciera algo demasiado extraño. Por supuesto, aquellas vigilancias no evitaron lo inevitable.

Algunas noches jugaba con fuego. Otras, exploraba ruinas y el sobrante de mí tiempo, lo dedicaba a leer un poco sobre leyendas y cuentos de las antiguas diosas. Era eso o fracasar en el intento de dormir, y arriesgarme a que mi padre también viniera a joder.

No fue sino hasta que la famosa fiesta en mi casa estaba a la vuelta de la esquina, cuando me dio por curiosear la lista de invitados a la fiesta. Después de todo, entre tanto fastidio por el asunto, tenía que ver quién pondría un pie dentro de mi centro de paz. Me había llevado la lista de invitados hasta mi otro castillo y mi senté en mi estancia con calma a leer.

―Bueno, por lo menos no es gente tan fastidiosa― dije para mí mismo mientras le daba otro vistazo al papel en mis manos ―A la mierda, que estoy diciendo. Claro que toda esa gente es fastidiosa, y van a querer absurdas historias sobre la generación Sterling, generación que ni siquiera existe. Aunque, si viene Lyon tal vez me pueda entretener un poco. Ni siquiera entiendo porque me estoy comportando como un miserable santo―

Marcados por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora