Capítulo II

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Bien, definitivamente había sido una de las noches más extrañas de toda mi vida ¿Desde cuándo sucedían cosas así en plenas fiestas? Maldita sea. Deje que mis hombros cayeran mientras me dedicaba a observar cómo Wade desaparecía. Con otro movimiento de mi mano hice aparecer una silla con las ramas de los árboles. Me senté con simpleza y me quedé ahí por un rato observando el cielo.

Fruncí el ceño al darme cuenta de que algo no lucia nada bien incluso entre la mismas estrellas. Maldije en voz alta.

―Me tienen que estar jodiendo ¿Por qué demonios Plutón está del otro lado? Parece que Mercurio incluso se pondrá temperamental. Al diablo, supongo que cada vez está más cerca el fin de los humanos. Tal vez pueda obtener un buen vistazo de ese final... aunque sería una lástima que se perdieran tantas cosas hermosas― Termine por encogerme de hombros y ponerme de pie.

La verdad era que había perdido todo mi humor y deseaba retirarme lo más rápido que pudiera de este lugar, incluso permanecer aquí entre tantos mortales ya me estaba resultando desagradable.

Tomé mi coche, y simplemente me fui entre las sombras como siempre. Después de todo, cuando se está en una fiesta en medio de la noche es muy fácil irse en un coche que solo es tirado por unos cabellos y sin ningún chofer. Un encantamiento sencillo. Pero la verdad solo estaba demasiado cansado. Mi coche se adentró cada vez más y más en el bosque hasta llegar a un paraje extraño. Los árboles se abrieron a mi paso y cerraban de igual forma. A poco tiempo el paraje rebelo un castillo pequeño en el pico de un risco. El coche se detuvo y pude bajarme. Con un murmullo el carruaje desapareció y deje a mis caballos libres por la propiedad. Me adentre en el lugar y de alguna forma ciertas cosas cayeron sobre mí.

Al caminar por la sala fría del lugar lleno de velas, suspire. Estire los brazos y mi chaqueta se fue para ser reemplazada por una capa negra. Lleve mis manos a mis bolsillos y este se había transformado en un pantalón muy cómodo de viaje color negro. Al seguir caminando hice que mis zapatos desaparecieran y comencé a andar descalzo por el lugar. El viento entro frio por las ventanas abiertas de mi hogar y me dirigí hasta el balcón más cercano.

Respire el aire, admire la noche y me di cuenta de que el bosque parecía rugir. Ya habían pasado más de 2900 años desde la última vez que utilice la mayoría de mi poder y hoy había usado más de lo que acostumbra. Además ese chico hizo que recordara cierto tipo de batallas e incluso amistades. La verdad era un poco fastidioso estar solo entre la eternidad.

―Mi señor, si continua con esa desolación me sentiré ofendido― Sonreí al ver como una ráfaga de viento se transformaba de repente en la figura de un lobo blanco.

―Hola Lux... ¿no te parece que la noche de hoy es demasiado melancólica?― solté mientras continuaba mirando las estrellas.

―Lo que creo es que usted ha pasado una noche agitada de recuerdos, eso es todo―

―Hoy me topé con un elfo de sangre, Lux― Eso fue suficiente para dejar al espíritu de sombras helado –Sí, la verdad yo tampoco me lo esperaba. Menos enterarme que buscaba a un Gawain―

―Por favor, dígame que no hizo una tontería señor― Pero la respuesta era muy obvia.

―Solo lo mate y borre la memoria de un sirviente que al parecer curiosamente tenía el apellido Gawain ¿tú qué opinas?―

En ningún momento despegue mi mirada del cielo. Era como si también estuviera hablando con las estrellas.

―Las coincidencias no existen señor―

―Lo sé―

El resto de la noche me la pase encerrado en la torre más alta. ¿Haciendo qué? Desatando un desquite mágico por tener encima la maldición de un destino que ni siquiera quería. Incluso hice lo que practicaba cada que la frustración de vivir aquí me azotaba. Intentaba suicidarme hasta quedar completamente agotado y caer de cara en una cama grande, y de terciopelo azul. La noche más fastidiosa de la vida, y probablemente en que más veces intente morir. Por eso simplemente caí en cama y me dejé llevar al sueño de los santos.

Marcados por el destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora