Capítulo 17:

418 38 1
                                    

CAPÍTULO 17:

Tampoco volví a saber nada de Luisita hasta cuatro días antes de la boda, en el cementerio. Desde que murió mamá, había ido día tras día y me había sentado frente a su lápida, sin decir nada, solo mirándola. Me dolía no verla más. Hubiera preferido odiarla toda mi vida antes de que muriera, pero el destino fue así. Cada día traía una rosa blanca y poco a poco había formado un pequeño ramo de rosas en su tumba repleta de coronas y pequeños ramos de otros familiares. Era como un abanico de colores donde de repente una rosa negra resaltó entre las demás. Nunca había visto una. Siempre había querido una, pero no sabía donde las vendía. Me llamó la atención.

-Es mía- su voz quemó en mis oídos- Ezra me ayudó a escogerla.

-Bien por ti- respondí sin dejar de mirar a la flor- ¿Qué haces aquí, Luisita?- intenté sonar lo más dura posible, pero fue imposible.

La frase sonó rota, yo lo estaba.

-Me enteré de la noticia por tu hermano, pero sabía que querrías estar a solas por un tiempo- noté como su peso caía sobre mi hombro derecho- Al menos estuviste ahí- un nudo se formo en mis pulmones que no me permitían respirar- No querría que estuvieras así- noté entonces su otra mano en mi hombro izquierdo, haciendo que suspirara- Fuiste buena con ella- sus manos se deslizaron sobre mí sabiendo que me abrazaría; la dejé- Estoy aquí...- cerró sus manos sobre mí.

No dudé y me abracé a ella. Ni una lágrima caía de mi rostro. Había sido demasiado sufrimiento para mí a la vez, pero a la vez era por que no me sentía apenada, me sentía tranquila; y aunque me costara admitirlo, era por que ella estaba a mi lado.

-Se fue- casi susurré- Ya no me queda nada más.

-No es verdad- noté como sus manos se aferraban más a mí- Tienes un hermano que te quiere a más no poder...- se calló, como si lo que fuera a decir le costara- Me tienes a mí- la garganta se me secó y de repente, me costaba tragar- siempre me tendrás.

Estaba confusa. Había sido mucho para mí, toda esta ira, soledad, tristeza. Todo en uno y solo necesitaba a alguien en quién confiar, en quién abrirme, y en quién decir estoy a salvo. Luisita era esa persona. Podía abrazarme a ella y llorar por horas que estaría allí, abrazándome hasta que el mundo se acabara y soltara mis últimas lágrimas. Podía aferrarme a ella, que se quedaría allí hasta que todo lo que tuviera en mí, se marchara.

Aquellas palabras me hicieron reaccionar y pensar. Eso es lo que he tenido que me aferra al fondo, Luisita. Ha sido por ella que todo a pasado. No puedo volver a caer de nuevo en lo mismo. Tenía que controlarme, no volver a la misma Amelia. Aceptar los cambios y negar lo antiguo. Era lo mejor.

-Gracias- respondí cuando me noté que el tiempo había pasado.

-No hay de qué- me sonrió- ¿Cómo estás?

-Mejor- asentí- pero deberías irte- esta suspiró sabiendo a lo que me refería.

-Amelia...

-No- era verdad que pasara lo que pasara, ella siempre sería la que ocuparía mayor parte en mi corazón, con la que soñaría y llenaría mis sueños; pero no iba a ser la cómplice en sus juegos- No quiero que Sebas te eche de menos.

-Amelia, déjame hablar de eso un momento.

-¿Y de qué vas a hablar?- era increíble la manera en la que intentaba mantenerme firma, pero me derrumbaba- ¿De como me mentiste esos días? ¿De cómo le mentirías a Sebas?- negué- Lo siento, Luisita; pero ya hice demasiado daño- me volví- Vete.

-Está bien- suspiró- pero me iré si me dices algo.

-¿Qué?- mi voz estaba rota, mostrando la vulnerabilidad a la que me encontraba.

Tengo ganas de ti - Luimelia //Segunda parte A3MSC// COMPLETADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora