eighteen

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Los gritos eran algo a lo que se acostumbraba escuchar en la casa del pequeño Harry de ocho años recién cumplidos. Siempre tuvo miedo de su padre, siempre le temió. Se escondía bajo la cama cuando Desmond llegaba borracho a casa o se ocultaba bajo las sábanas de cochecitos de la cama.

Harry siempre pensaba, cada día durante toda su infancia, que tal vez la suerte lo acompañaría ese día y tal vez, solo tal vez, su padre no lo mataría a golpes.

Fue su preocupación, durante dieciséis años.

Pero el Harry, de veinte años ahora, estaba demasiado ocupado conduciendo hacia la casa de Louis. Eran, exactamente, las doce menos cuarto. Harry lo había comprobado en la radio de su auto.

Sus manos se cernían al volante con tranquilidad, sintiendo desvanecer la presión en su pecho conforme se acercaba a la casa de Louis. Sentía que, con suerte, ellos lograrían huir de él.

Del verdadero cazador de toda esta historia, del verdadero perseguidor y enfermo de esta historia.

Harry aparcó en la puerta de la casa de Louis, frente al jardín, y apagó los faros. Abrió su Whatsapp y le escribió un mensaje a Lou, siempre se preguntó cómo el chico nunca lo bloqueó. Dejó caer su cabeza hacia atrás, cerrando sus ojos y descansando un segundo cuando leyó que Louis le había contestado pidiendo un poco más te tiempo.

Su cabeza pensaba en un millón de cosas y sentía que vomitaría la de cosas que debía de explicarle a Louis. Debería.

Aunque, tal vez, debería ocultarle todo y simplemente esperar hasta que esto pase.

El rizado se sobresalta cuando siente su teléfono vibrar en su regazo por una nueva notificación. Louis está preparado, y con eso es más que suficiente para que Harry se apresure a salir del coche y trotar hasta el lado de la ventana de la habitación de Louis. Él no puede evitar sonreír aliviado y con cariño al verlo, encontrando divertido que Louis se esté sintiendo un autentico rebelde.

"Oh, Rapunzel, deja caer tu largo cabello" aclamó Harry con una sonrisa, Louis siseó silencio rápidamente.

"Mejor te dejo caer una jodida bola de bolos, a ver si te cae en la cabeza" refunfuña Louis, y el capitán de fútbol americano sonríe aún más porque sabe que Louis no habla en serio y solo está nervioso "¿Quieres bajar la voz, Harold?"

Lo primero que el ojiazul suelta y Harry atrapa, es su equipaje; dos simples mochilas, una gris y otra azul, repletas de ropa, el cargador del móvil y demás. Louis se queja cuando Harry vuelve de dejar las cosas en el coche, y está claro de que ahora es su turno de bajar.

"Ay mierda, ¿es en serio?" Louis se queja, ya tiene sus piernas sacadas y estaba sentado en el bordillo de la ventana.

Harry tiene sus brazos estirados, sus piernas separadas y en posición, como si estuviera preparado para recibir el balón "Claro que sí, yo te sostengo"

"Me voy a estrellar y voy a quedar como un maldito puré, Harry" cuchicheó Louis, y su voz en susurro era aguda. Parece arrepentirse momentáneamente, porque hace el ademán de alejarse y volver a la habitación "Ay no, me voy a matar, Harry. Mejor bajo por la puerta principal y.."

"Tus padres te oirán y se despertarán" Harry exclamó, lo más fuerte que pudo en un susurro "Vamos, Lou. Te tengo, no pienso dejarte caer, yo siempre te voy a atrapar"

El pequeño ojiazul parece volver a considerarlo, y Harry juraría que se iba a echar atrás en definitiva. Pero, para sorpresa del rizado de ojos esmeraldas y fornido cuerpo, Louis se acomoda en el bordillo, relamiendo sus labios nervioso.

Agresivo [l.s]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora