𝟢𝟨 | 𝖲𝖤𝖨𝖲

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Jeno estaba desesperado. Ya había buscado en su escritorio, en la biblioteca de su habitación, en la biblioteca del castillo, pero no había rastros del objeto. Sólo le faltaba buscar en la sala de estudio en la que había estado ayer por la noche. Así que caminó -casi corrió- por los pasillos hasta llegar ahí.

Recordó que lo había usado mientras Jaemin dormía así que buscó en la mesa en la que estaban sentados pero nada, preguntó si alguien lo había visto pero nada. Trató de recordar algún otro momento en donde lo haya usado, pero nada.

Genial, lo había perdido.

Se sentó en una mesa a descansar un poco y a hacer memoria de dónde podía estar. En serio, no podía ser tan despistado. Él estaba mil porciento seguro de que lo había visto por última vez, la tarde-noche anterior. Así que no podía ser posible que estuviese desaparecido.

Se escuchó la puerta de la sala y luego pasos que se acercaban ruidosamente. Finalmente, su cuaderno fue dejado en la mesa con un ruido sordo. Cando levantó la vista, sintió alivio y nervios al mismo tiempo.

De todos los estudiantes de Hogwarts ¿Justo Beomgyu? ¿Justo el cerebrito mejor amigo de Jaemin? ¿No podía ser acaso Jisung o Sohyun?

—¿Qué has estado haciendo con Jaemin? —preguntó el recién llegado bastante serio a comparar con su personalidad normal.

La suerte nunca estaba de su lado. Y el castaño lo miraba con cara de "Ya sé lo que estuviste haciendo pero lo quiero escuchar de tu boca".

—¿Con ese niño? Nada. —respondió el pelinegro tratando de sonar como si, en serio, nada pasara.

Se sentó a su lado y continuó; —Sabes muy bien de lo que hablo Jeno. ¿Tienes el giratiempo? ¿Para qué lo has estado usando?

Beomgyu definitivamente podría ser un detective, y odiaba que fuese él el que haya encontrado su cuaderno, y que fuese él el mejor amigo de Jaemin. Y que él sea tan idiota para perder el bendito cuaderno.

—En serio, no tengo idea de qué estás hablando.

—Okay, entonces supongo que no es tu cuaderno. —se llevó a su pecho el objeto —Iba a respetar la privacidad del dueño de este cuaderno, pero viendo las circunstancias tendré que usar el encantamiento de revelación* para ver que dice toda esa tinta invisible.

Maldito Beomgyu, Ravenclaw come libros.

—Vamos a un lugar más privado. —Jeno se levantó y comenzó a caminar hacia la puerta.

—No lo digas así que mis pretendientes se ponen celosos.

-

Jaemin se encontraba caminando al Gran Salón, era hora de cenar y Beomgyu había desaparecido todo el día. La próxima vez que lo viera le iba a preguntar que porqué estaba tan desaparecido.

Cómo había ido al aula de pociones tuvo que tomar un camino diferente al de todos los días para poder llegar al Gran Salón.

En la mitad del camino, creía él, se escuchó un grito a lo lejos. Cerca del bosque prohibido. Se preocupó demasiado así que salió corriendo a ver lo que sucedía. Él era una persona que nunca rompía las reglas, no contradecía a los mayores y le gustaban las cosas perfectas. Por lo que dudó si entrar o no, lo correcto era ir y avisarle a alguna autoridad.

El grito se escuchó todavía más desgarrador ahora. Así que sin pensarlo dos veces y dejando de lado su razón, entró al bosque. Caminó tratando de seguir el recuerdo del grito pero cada vez estaba más confundido. Los sonidos nocturnos del bosque eran aterradores y lo único que pasaba por su cabeza era "Jaemin, eres tonto. Tendrías que haber llamado a algún profesor".

Dio la vuelta para volver al castillo y avisarle a alguien de lo sucedido pero estaba tan adentro del bosque que no recordaba por dónde quedaba el castillo. Simplemente genial.

Entre quedarse sentado esperando algo que no estaba seguro de que iba a llegar y seguir caminando para llegar a algún lugar que no estaba seguro de que podía llegar, eligió lo segundo.

Si Beomgyu estuviese aquí, su castaño amigo se habría guiado por las estrellas, o por el viento, o tal vez por las hormigas, no estaba seguro de cómo pero sí sabía que él lo sacaría de ese horrible y aterrador bosque.

—No me digas que el cerebrito anda perdido... —escuchó cerca un árbol.

Se giró y allí estaba Jeno. Debía admitir que se había emocionado, obvio no lo diría en voz alta. Pero casi llora sabiendo que no estaba sólo en ese horripilante lugar.

—Oye niño, vete de aquí. Este no es lugar para lo niños llorones.

El ceño del menor se frunció. Él no era un niño llorón, okay, tenía miedo pero ¿Quién no lo tendría en su situación? Estaba en el bosque prohibido, de noche y, hasta hace un minuto, solo.

—Yo no soy un niñito llorón, por algo vine a este bosque sólo.

—Sí, como digas ahora vete, el camino es por allí. —dijo y señaló un camino.

Comenzó a caminar pero se dio cuenta de que iba solo. Jeno se había quedado parado sin seguirlo.

—¿Te vas a quedar aquí? —preguntó el menor.

—Sí niño, ¿O también quieres que te acompañe hasta tu cama? —contestó el otro con arrogancia.

Lo pensó un poco y el bosque no daba tanto miedo con alguien acompañándolo. Giró su cabeza y notó que el mayor estaba un poco inquieto, como esperando algo.

—¿Qué vas a hacer aquí? —cuestionó el rubio.

—Nada Jaemin, ya vete. —dijo hostil y tratando de guiarlo, casi empujándolo, por el camino que antes había señalado.

La mirada de Lee estaba fija en algo en la oscuridad del bosque. El rubio se volteó por completo y quedó en frente de él.

—No hasta que me digas que vas a hacer. —sabía que estaba comportándose como un niño, pero estaba cansado de que le diga que era un tonto y llorón.

—Jaemin, en serio, vete —decía desesperado mientras trataba de guiarlo por el camino —Si te vas ahora te cuento lo que voy a hacer, pero necesito que vayas al castillo.

El menor en serio estaba confundido. Nunca lo había visto así, seguía mirando cada tanto hacia la oscuridad mientras Jaemin lo miraba fijo y confundido.

De la nada, Jeno se dio vuelta quedando así el rubio entre un árbol y la espalda del mayor. Sacó su varita y susurró "protego" junto con el movimiento de esta. Tomó la mano de Jaemin y en ese momento un hombre lobo apareció. La respiración del más bajo se cortó.

Jaemin nunca había visto un hombre lobo real, sólo en libros. Era bastante flaco, tenía pelo pero no era mucho. Sus ojos eran rojos, como inyectados en sangre y parecía bastante perdido como si no supiera que está buscando.

El animal no pudo verlos por la barrera que el mayor había construido, pero sin duda podía olfatearlos. Se notaba por el movimiento de su nariz que estaba oliéndolos y tarde o temprano los encontraría. La respiración del rubio se comenzó a acelerar y sus ojos casi salían de sus cuencas. El animal los iba a atacar, estaba seguro. El mayor comenzó a acariciar su mano, tratando de darle un poco de tranquilidad sin saber que eso lo ponía más ansioso.

De repente se escuchó un aullido en otra parte del bosque y el animal prestó atención. Fue como que si el tiempo se congelase, como si ellos no existieran. El hombre lobo, sin más, desapareció corriendo por el mismo lugar del que llegó.

Todo a su alrededor era silencio. Ninguno de los dos se movía. Jaemin por el miedo y Jeno porque no sabía qué hacer. Unos segundos después, ambos fueron conscientes de su cercanía. Rápidamente el mayor se separó del cuerpo del menor soltando su mano como si lo estuviese quemando.

—¿Qué es todo eso?

-

*Hechizo de revelación o revelio: Usado para demostrar la verdadera forma de las cosas, revelar objetos invisibles y para revelar el origen de las huellas en el suelo.

1310 palabras

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