𝟢𝟪 | 𝖮𝖢𝖧𝖮

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Un Jaemin de apenas quince años estaba sentado en la Torre de Astronomía esperando a que llegara. En realidad no estaba seguro de si iba a ir, se lo había prometido pero tal vez sólo era una broma de mal gusto. Sabía que sonaba bastante inseguro, pero su mente siempre le tiraba esos pensamientos para nada positivos.

Había conocido ese lugar durante primer año. Le gustaba porque era calmado, no sabía porque a nadie le llamaba la atención. Creía ser el único al que gustaba subir hasta ahí a refrescar la mente, por eso se sorprendió cuando una lechuza le dejó una nota sobre su mesa, mientras estudiaba en la biblioteca.

"Torre de Astronomía - 15:00"

Mentiría si dijera que no sabía de quien se trataba. Era obvio, y además le gustaba. Desde el primer momento en el que lo vio le llamó la atención. Jeno era inteligente, calculador, atractivo y, porque no, tierno.

Habían comenzado a encontrarse hace ya tres semanas, no sabía si el primer encuentro fue accidental o planeado, pero eso sí, salió perfectamente.

Él se encontraba en el puente colgante revisando algunos de sus apuntes, tenía lección de encantamientos en más o menos una hora y leer los apuntes siempre lo ayudaba a reavivar su mente. Pero al parecer no era al único que le ayudaba. Jeno se encontraba a unos metros de él y no estaba seguro si lo había visto. Jaemin no le había prestado mucha atención pero el mayor no parecía poder estudiar sin hablar en voz alta, y el rubio no pudo evitar corregirle cuando se equivocó en un dato.

El pelinegro lo miró con ojos curiosos y luego desvió la mirada, Jaemin siempre estudiaba ahí y nunca lo había visto, por lo que pensó que tal vez fue adrede. Pero ¿por qué lo haría?

Eran semanas llenas de exámenes, ya que dentro de un mes las vacaciones por las fiestas iban a comenzar. Esto hizo que los dos se encontraran casi todos los días en ese puente, para estudiar, hablar y conocerse de a poco. Para cuando las evaluaciones terminaron por completo, el encuentro con Jeno era tan normal que sintió un pequeño vacío al pasar tres días seguidos sin verlo.

Al parecer era mutuo el sentimiento ya que la tarde del cuarto día sin ver al mayor, una nota apareció entre las hojas del libro que estaba leyendo.

"Puente colgante - 15:30"

Su pulso se aceleró pero se mostró calmado. Nadie tenía que verlo así, menos Beomgyu. Si hay algo más curioso que un Beomgyu, es un Beomgyu de quince años que sospecha que su mejor amigo está teniendo citas con alguien. El rubio se asustó cuando la palabra "cita" se formó en su mente. Eso, obviamente, no eran citas... Obvio.

Llegó al puente a las 15:25, pero había tres estudiantes de segundo año y uno de quinto. Al parecer la mañana era un mejor horario para estar solos en ese puente. Jeno, que estaba a unos metros, le hizo una seña y se dirigió hasta la torre de Astronomía. El menor esperó un poco, para no ser tan obvios, y luego se dirigió al mismo lugar.

—¿Cómo te fue en el examen de Historia de la Magia? —preguntó el mayor ni bien el rubio entró por completo al lugar.

—Bien, como siempre. ¿Y a ti?

—Sí que eres vanidoso, Nana. —comentó riendo mientras miraba y guardaba en su mente el hermoso sonrojo del menor gracias al apodo que usaba—Me fue bien, pero sólo para aprobar. No soy tan inteligente como el futuro prefecto de Ravenclaw.

El menor bajó la mirada y dijo apenado; —No estoy muy seguro de eso, Youngmin también está interesado.

—¿Y? —preguntó. —¿Acaso es competencia para ti? Y antes de que digas algo, no. No hay competencia para esta cabecita. —concluyó tocando con su dedo índice la sien izquierda del menor.

Mentiría si dijera que su pecho no se infló con lo que le dijo Jeno. Hasta sus mejillas se tiñeron un poco de rosado. Era increíble que alguien pensara así de él, y le causaba algo en su pecho cuando el pelinegro le decía cosas como esas.

No quería decir que le gustaba Jeno, pero el latido de su corazón, las cosas raras en su estómago, sus mejillas que se teñían de rosa y su sonrisa cada vez que pensaba en él, le decían "Jaemin, no seas un vil mentiroso".

En esas semanas hablaron a cerca de todo. De las cosas que les gustaban, las que no, de temas triviales como que el menor era alérgico a las nueces o que a Jeno no le gustaban mucho las verduras. Pero también temas más serios, como lo dolorosa que había sido lo muerte de la tía de Jaemin o qué tan difíciles eras las cosas en la casa del mayor.

"Tenemos varias reglas, pero la principal es no juntarnos con sangre sucias. Y sí, sé que eres uno pero contigo me siento cómodo. Me dan ganas de haber nacido en otra familia para poder ser cercano a ti sin que nadie me regañe."

A Na le habían conmovido profundamente esas palabras, en serio quería acercarse al mayor. Dedicarle su tiempo y tal vez ser bueno amigos. Sí claro, solo amigos.

Siempre le habían habían interesado tanto sus estudios que no tenía ni un poquito de espacio para nada ni nadie más, a veces ni siquiera le alcanzaba para sí mismo. Pero tal vez podía acomodar un poco su horario, sólo un poco por Jeno. Sí, seguro funcionaba.

Pero no.

Al llegar de las vacaciones de invierno todo cambió. Jeno dejó de saludarlo, ya no le enviaba más notitas, sólo se lo cruzaba en clases y ni siquiera lo miraba. Es más, lo había llamado "Ravenclaw come libros" frente a toda su clase.

Ese día llegó a su dormitorio y aunque no le gustaba admitirlo, lloró bastante porque "Jaemin, eres un idiota enamoradizo que llora por un Slytherin más idiota que tú".

Su cabeza no pudo evitar pensar como seguro era una broma desde el principio y ahora mismo Lee se encontraba burlándose con sus amigos de él, de lo ridículo que era y de cómo había caído en su trampa.

Jaemin le agarró un resentimiento increíble al pelinegro, hasta que conoció a sus padres.

No era un secreto que Jeno era muy travieso, le gustaba hacer rabiar a profesores, prefectos, directivos y, aunque el menor no lo supiera, al pelinegro le encantaba hacer rabiar a Na.

El incidente fue como unas dos semanas después de descubrir en un estante sucio de la biblioteca el libro "Bromas Wesley". Lo siguiente que se supo era que unos chicos de sexto, que ¡oh, casualidad! habían tratado mal a Jaemin, estaban volando como globos aerostáticos por todo el castillo.

Todos sabían que había sido Jeno, hasta él mismo lo había admitido. Pero por el tonto de Ong que dijo que Na Jaemin estaba involucrado, ahora el rubio estaba sentado en la oficina del director sin tener nada que ver.

Junto a él estaba sentando Jeno, quien estaba despreocupado y ya le había dicho un mínimo de trecientas veces que Jaemin no tenía nada que ver. Todo iba, por así decirse, de maravilla, hasta que aparecieron el señor y la señora Lee.

Lee Sojin y Lee Minwoo; de los magos más temidos en la actualidad. Y los padres de Lee Jeno.

1200 palabras

Me pone soft el Jeno tierno...

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