𝟢𝟧 | 𝖢𝖨𝖭𝖢𝖮

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Esa noche Jaemin había dormido como un bebé. Tocó su cama y cayó en los brazos de Morfeo. Llegó al mundo de los sueños apenas en unos segundos y sintió su cuerpo relajarse sin dudas. Pero por la siesta que se había dormido en la sala de estudio, fue fácil despertarse por la mañana.

—Jaeminie, despierta. —lo llamó Beomgyu. —Supongo que estabas super cansado ayer, porque por la noche dejaste un desastre en el escritorio. Lo ordené un poco por ti.

Jaemin abrió los ojos y se estiró en su cama. La mejor técnica para despertarlo era hablarlo, que su cerebro tenga trabajar y entender lo que le dicen.

Se levantó y vio como sus cosas estaban ordenadas. Beomgyu en serio se merecía el cielo.

—Beomie~ —comenzó a actuar tierno, un efecto secundario de dormir mucho. —Eres el mejor del mundo.

—Lo sé, lo sé. —el menor de los dos se río y despeinó el cabello de su aniñado hyung.

Luego de hablar un rato de trivialidades, el castaño se fue porque tenía que averiguar un par de cosas. Hace rato que Jaemin era consciente de que el menor actuaba sospechosamente. Tal vez está viendo a alguien. Luego le preguntaría y lo molestaría llamándole "Pilluelo" como muchas veces lo hizo él.

-

Beomgyu caminaba por los pasillos del colegio buscando algo. Él en serio estaba seguro de que algo andaba mal. Notaba que a su mejor amigo le pasaban las cosas más extrañas del castillo. Desde hace ya unos meses que el castaño oscuro encontraba demasiado raro todo lo que rodeaba a su hyung. Y él, obvio, no se iba a quedar de brazos cruzados.

Una de las primeras cosas que recuerda es aquella mañana en la que había para comer en el desayuno una exquisito budín de manzana y nueces. Ni bien mordió la primera nuez se giró alarmado hacia su mejor amigo; el rubio era alérgico a las nueces y en serio le hacían muy mal; su pecho se cerraba y toda su cara se inflaba. Jaemin le dio un bocado gigante y todo el aire abandonó el aire de los pulmones de Choi. Ya estaba listo para llamar a alguien que pueda ayudarlos, pero nada pasó.

—Jae, esto tiene nueces. —dijo confundido y con la boca llena de budín.

—Claro que no. Sabes que soy alérgico. Si tuviese nueces estaría tirado en el piso sin poder respirar. Y no hables con la boca llena.

El rubio siguió comiendo y Beomgyu se puso a revisar y desgranar todo su budín y definitivamente eran nueces.

El castaño sabía que nunca hacían excepciones en la comida. Su abuela había sido una de las cocineras del colegio por muchos años. Y le había explicado que por eso hacían un banquete enorme cada vez que se sentaban en el Gran Comedor; para que puedan elegir las cosas que comer.

Tal vez exageró un poco pero desgranó y comió por lo menos sesenta trozos de budín para saber si tenían nueces o no, obvio termino en la enfermería sin parar de vomitar. Y hasta le agarró asco a las malditas nueces.

A partir de ahí se activo su sexto sentido, el que él llamaba sentido Beomgyu.

No era por alardear pero estaba seguro que era un pelín más inteligente que el resto de la población. Siempre notaba aquello que estaba escondido, que nadie más veía. O a que a nadie le parecía lo suficientemente interesante. Pero para él todo era importante, todo sumaba y creaba una situación final que él necesitaba analizar perfectamente.

Para cuando sucedió lo de las mazmorras Choi ya podía asegurar cien por ciento que alguien estaba detrás de todo lo que le sucedía a Jaemin. Por eso comenzó a investigar. Iba a la biblioteca todas las tardes a leer sobre algo que pudiese tener que ver con todo lo que estaba sucediendo. Pero nunca encontró nada.

Lo que más se le parecía era la poción Felix Felicis o también llamada suerte líquida. Esta poción hacía que el que la tomara tuviese suerte en todo, que fuese un afortunado. Era muy complicada de hacer, entonces ¿de dónde la había sacado Jaemin? Él había intentado hacerla muchas veces pero ni una sola le había salido.

Y sabía que Jaemin era lo suficientemente inteligente como para hacerla, pero conocía lo suficientemente a su mejor amigo para saber que no era ni un poco capaz de hacer algo como eso, de hacer ese tipo de trampa.

Una tarde, mientras el mayor leía, su curiosidad le había ganado y le había preguntado a su compañero de habitación;

—Jaeminie, ¿Sabes cómo hacer la poción Felix Felicis?

—¿La qué? —preguntó, lo pensó unos segundos y dijo —¿La poción que te hace tener suerte? No, nunca me salió ¿Por qué? No me digas que la vas a usar para ganarle a Jeno.

—¡Obvio no! Sabes que no me gustan las injusticias. —contestó refunfuñando.

Al menor le ofendió muchísimo que insinuara eso; ¡Él tenía celos sanos con Jeno!

Estaba perdido de nuevo. Ya no había nada oculto por ver, lo había analizado todo, había prestado atención hasta el más mínimo detalle, ¡pero nada!

Hasta esa noche. Se había pasado toda la tarde con sus narices entre libros y libros, investigando y leyendo sobre conjuros, posiciones y plantas que eran de ayuda para la suerte. Pero no había servido de nada, salió de la biblioteca con tantas dudas como cuando entró. Quería llorar y llorar hasta que mágicamente apareciera alguna respuesta frente a él.

Cuando llegó al cuarto Jaemin ya estaba dormido, y había dejado una pila de libros y cuadernos en cima del escritorio. Decidió ordenarlos, eso lo desestresaba. Beomgyu notó que el mayor había estado ayudando a los alumnos de primero porque recordaba esos libros perfectamente. Sonrío al recordarlos. También había cuadernos de Jaemin, todos celestes y con las iniciales "N.J." en la punta inferior izquierda.

Pero había uno que no conocía, era azul oscuro y no tenía nombres ni inscripciones. Lo abrió pero no había nada anotado. Pasó las páginas rápidamente y había una que tenía un trozo de hoja a modo de marcapáginas.

"Giratiempo: Objeto que permite retroceder en el tiempo. Tiene la apariencia de un reloj de arena pequeño y retrocede una hora por cada vuelta que le den.

Marco las horas, a todos, no obstante no voy más veloz que el sol. Mí uso y valor, en ti, se mide por lo que tienes que hacer"

Beomgyu se quedó pensando. Una vez en su vida escuchó acerca del giratiempo, pero le habían dicho que estaba perdido y que hace más de veinte años que no lo encontraban. Volvió a leer lo escrito. Tal vez era solo una persona que quería averiguar sobre el objeto, pero al castaño no le gustaba quedarse con los "tal vez".

Esa noche guardó el cuaderno en su bolsa y al otro día salió temprano por la mañana decidido a averiguar todo lo que se sabía en Hogwarts acerca del giratiempo.

Leyó unos cuantos libros y le preguntó a algunos profesores. No muchos sabían de este pero pudo reunir bastante información.

En total, parecía haber solo dos en el mundo. Uno de ellos, era un prototipo con muchas fallas que le pertenecía a un mortífago que había muerto hace varios años y nunca había dicho la ubicación del aparato. El otro, pertenecía a Lucius Malfoy y se fue heredando por generaciones y generaciones, hasta que uno de los herederos decidió regalárselo a uno de sus amigos. Este último era eficaz, pero sólo podías volver dos horas al pasado, diez minutos por cada vuelta que se le diera al giratiempo.

Beomgyu vio varios dibujos, pero estaba seguro de que nunca lo había visto en persona. Lo que sí le sonaba conocido era el cuaderno, especialmente la letra que estaba ahí.

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