CAOS

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Jnara

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Jnara

Una fría brisa me golpea, haciendo que me estremezca.

El cielo grisáceo es una vista hermosa y triste a la vez. Pasaron dos días desde que estuve enferma, el oficial Henley me llamó esta mañana para resolver y cerrar mi caso, porque ya tienen al culpable. Estoy tan nerviosa, que no me atrevo a entrar a la comisaria, me mantengo justo en la entrada principal, dudo en si es una buena idea ver el rostro del culpable o si seria mejor dejar todo en manos del oficial Henley.

Las manos me tiemblan al momento de agarrar el pomo de la puerta, decido entrar, afrontar todo y olvidar este momento de mi vida.

Inhalo hondo tratando de calmarme, cuando al fin estoy dentro observo policías que caminan de un lado a otro apresurados, junto con papeles en sus manos. Nadie parece tomarme atención por lo que me apresuro a la oficina del oficial Henley.

Subo las escaleras hasta llegar al segundo piso, veo que no hay nadie en los pasillos y camino en dirección a la puerta con el numero 101 y el nombre del oficial Henley. Me paro en frente, alzo la mano convirtiéndola en un puño, lista para tocar. Cierro los ojos «respira», inhalo hondo tocando la puerta, espero unos instantes, cuando abren. Un señor mayor y con barba un poco blanca me recibe.

—Buenos días, pase —. Me indica con la mano para que entre.

La oficina es amplia, hay varios señores en traje formal sentados frente a una gran mesa. Todos voltean a observarme cuando me siento en una de los espacios de mesa, «tu puedes, no tengas miedo», pienso. Junto mis manos por debajo de la mesa y las apretó.

—Bien —comienza a expresarse uno de los presentes, es un poco calvo y su mirada no atrae ni un poco de confianza en mí—, estando ya presente la afectada, comencemos.

Hay cinco personas, incluyendo al oficial Henley, quien me dedica una mirada cálida. La puerta se abre haciendo que todos volteemos a ver de quien se trata, una mujer en traje entra, es rubia y alta. Saluda a todos con un estrechamiento de manos, y se sienta a mi lado.

—¿Cómo estás? Yo, seré tu abogada de ahora en adelante —comienza, aleja su mirada de los papeles que tiene en manos para observarme, alza una mano y pone mechones de mi cabello detrás de mi oreja «¿Por qué hace esto?», sonríe con los labios pegados y vuelve su atención a los documentos—, el señor Henley me lo pidió, porque te sentirías más cómoda hablando de mujer a mujer.

—¿Cuál es su nombre?

Su atención continua en los documentos, mientras que los demás hablan entre si y de vez en cuando voltean a mirarme.

—Marlene, un gusto —responde volteando solo un momento para observarme.

—Yo soy, Jnara Nox.

—Lo sé, tengo tu expediente justo en mis manos —. Asiento.

Los minutos pasan y los nervios aumentan con cada segundo.

D E T O N A N T EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora