Hacía años que no veía a Ildikó Aneska. La última vez que le había visto ella tenía 7 años y el era un preadolescente larguirucho, pasado de peso y desgarbado incapaz de mantener una conversación formal. Pero entonces, aquellos mofletes regordetes se habían convertido en unos pómulos marcados. Y lo que antes habían sido unas piernas enclenques, ahora parecían las de un atleta profesional. Además, el traje que había elegido -saco azul marino, camisa blanca, pantalones crema y corbata a rayas- para la ocasión le quedaba de maravilla. Mientras se acercaba a la familia Rothschild, Britania pudo ver que el muchacho no le quitaba los ojos de encima y relucía unos dientes perfectos con aquella sonrisa encantadora complementada con una barbilla mas que remarcada. Había llegado con una cesta repleta de regalos para la princesa, pero aun así hizo una reverencia con una agilidad perfecta.
—Alteza, sus majestades —saludó—. Siento aparecerme tan agitado, pero apenas se me informó de su visita y vine corriendo de los deberes —al decir esto, dedicó un vistazo a los tres miembros de la familia real con una sincera sonrisa—. En cuanto me enteré de que vendrían, no dude en venir corriendo. Así que...
Le ofreció la cesta a Brit, la cual rebosaba de regalos: flores, libros, fragancias, jabones aromáticos con lazos de seda y un montón de pastelitos dentro de una caja transparente.
—Ildikó —dijo ella, ante la mirada penetrante de los padres de ambos, sobre todo de su madre. Fue un saludo, una pregunta y una reprimenda suave—. Esto es demasiado.
Él encogió los hombros.
—Es lo mínimo que podíamos hacer —hizo un gesto a uno de los guardias que acompañaban a los Rothschild el cual se acercó y tomó la cesta—. ¿Podría robarme un momento a la bella princesa antes de que pasemos a cenar? —pidió permiso formalmente a los padres de esta.
—Por supuesto, es bueno que mi pequeña haga buenas migas desde ahora —aprobó la reina Catalina ante la sonrisa fascinada de los ministros.
—Ya que no hay otra opción —se encogió de hombros Edgar, recibiendo una reprimenda de miradas por parte de su esposa y sorpresa por los demás.
—Como te gusta bromear querido.
— ¿Lo hacía? —enmarcando las cejas y sin dejar de sonreír la miró, aceptando después ante los ojos asesinos de su esposa—, supongo que así es —soltó una risa entre nerviosa y sarcástica, siendo seguido por los demás.
—Con su permiso —Ildikó le ofreció su brazo a la princesa, quien lo tomó agradecida, encaminándose al jardín trasero.Britania andaba apenas, le preocupaba que la visita pareciera más bien personal que política.
Platicaron durante unos veinte minutos que parecieron eternos; Britania había oído al muchacho alguna vez en la radio. Solía participar en debates políticos. A juzgar por sus intervenciones, también debía de ser un empresario de éxito como el padre. Aquel Ildikó que tenía delante, un tipo atractivo, desenvuelto y con una sonrisa capaz de encandilar a cualquiera, no se parecía en absoluto al que había conocido: un niño más bien holgazán y regordete que caminaba sin despegar la mirada del suelo.
La princesa sabía que quería impresionarla y agradarle como para concretar una cita, pero era imposible. En realidad, ella rezaba por que interrumpieran ya para llamar a cenar, aunque no tuviera hambre en realidad. La descolocó una caricia que recorrió su cintura haciendo que el cuerpo de ambos quedara a nada de tocarse, Britania podía oler el vino de la boca del muchacho.
—Ildikó, te pido que mantengas tu respectiva distancia —le pidió amablemente.
— ¿Acaso he hecho algo malo?
—Bueno, por si no lo has notado casi estas encima de mí.
—Princesa, me gustas —se encogió de hombros, como si no estuviera haciendo nada malo—, y creo que podríamos hacer una buena pareja. Solo tienes que darme una oportunidad —tomó la mano de ella comenzando a sobarla.
—No pretendo parecer una desagradecida después de lo bien que nos han recibido tus padres, pero ese comportamiento me parece inapropiado.
— ¿A qué te refieres?
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CORONA DE ROSAS- La princesa blanca
Romance¨Eres Liesebeth Britania Rothschild. Según la línea sucesoria, serás la próxima gobernante de Alterra. Además, serás la primera reina emperatriz que lo hace sola. Nadie sobre la faz de la Tierra es más poderoso que tú¨. Ella solo quiere ser feliz...