Mientras escuchaba las interminables quejas de los ancianos en el consejo, Britania sentía un cierto remordimiento con su hermana mayor, pues no estaba obligada a asistir a reuniones aburridas, recalificaciones o hacer cuentas largas por horas —había noches que soñaba con números y temía quedarse sin ojos de tantas cifras y papeleo que revisaba—. Por una desaparición extraña, la mayor se libró de esos engorros.
Escribió y firmó todos los decretos que le pidió el rey con esa letra cursiva y elegante que a su padre tanto le gustaba. Cuando era niña, le insistían siempre en la importancia de tener una bonita caligrafía y estaba orgullosa de sí misma.
Tres horas después, el segundo pendiente estaba finiquitado, sintió entumida sus piernas y quería meterse en su suave cama de nube de inmediato, pero todavía faltaba una cosa más por hacer: asistir a la dichosa cena en otro país a dos horas de distancia. Así que le dio un beso a papá, quien le sobó la espalda con ternura, y antes de poner pies en polvorosa a sus aposentos reales para prepararse, la mirada serpenteante de una persona clamó por su atención, así como una voz tersa pero cargada de algo misterioso, que la llamó.—Ha sido un placer contar nuevamente con su presencia, su alteza. Causa regocijo verla tan involucrada en los asuntos de su padre.
—Oh, bueno... al fin y al cabo terminaran siendo solo asuntos míos en un futuro, pero gracias por la observación —algo extrañada le sonrió mientras caminaba a la puerta y era seguida por la persona, conservando la compostura y amabilidad—. Esta muy acercado a papá, así que ¿podría convencerlo de irse a dormir temprano? Lo noto algo cansado y se que escuchara cualquier cosa que usted le diga.
—Lo recordare, cuente conmigo —besó la mano de su futura soberana causando un cierto sentimiento extraño en el interior de ella.Britania traspasó las grandes puertas del salón de juntas una vez que los guardias encargados le abrieron, y pudo jurar que aun la miraba antes de que dichas puertas cerraran por completo. Pensó en esa persona, en aquel hombre que como siempre, portaba un chaleco enorme de terciopelo color ciruela, combinando con sus ropajes mayormente en tonalidades verdes con detalles de oro en el cuello y las empuñaduras, unos pantalones debajo de sus botas de montar y una cinta bordada con algunas medallas de diamantes y amatista...
Claude: el francés consejero del rey, era parecido a las serpientes. Su cara alargada y una nariz puntiaguda, sus ojos esmeraldas hipnóticos y sus labios rosa pálido, casi del mismo color que su piel. Aun cuando siempre estuviera sonriendo mostrando sus enormes dientes perfectamente blancos pareciendo amigable, daba la sensación de ser un ser peligroso. Delgado, se mantenía erguido al lado del regente irradiando malicia. Denotando su autoridad sobre el consejo. No había nadie por encima de Claude, excepto la familia real. Había un sentimiento extraño en torno a él. La reina Catalina nunca le había tenido confianza y por ello también le causaba un cierto repelús a la princesa, aunque intentara verlo de manera positiva. No parecía ser el aliado de nadie, se le veía pegado a Edgar como una sanguijuela, murmurando cosas al oído del rey.
Con Claude Maurice Dourdon uno podía estar plenamente seguro de algo y de nada a la vez. Era un enigma completamente, una caja fuerte, casi como de Pandora... había un sentimiento extraño, algo que arrastraba a prestar oídos a sus sedosas promesas y palabras pues poseía un tono demasiado gentil, parecía nunca perturbarse por nada. No era un hombre que pudiera ser subestimado.
El escalofrió en la princesa pasó en cuanto cruzó por el segundo piso antes de llegar al suyo, donde se encontraba su habitación, y se detuvo frente a la puerta de roble de uno de los cuartos, sobando ambas manos y con un gesto apesadumbrado, soltó un leve suspiro.
—Ojalá estuvieras aquí.
Y sin más, anduvo hasta el tercer piso, donde ya la esperaban para prepararla.
Su larga cabellera relucíaportando su corona de princesa con gran elegancia y sencillez. Siempre teníaporte, ataviada con vestidos y ropa preciosa, llevando en alto la corona.
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CORONA DE ROSAS- La princesa blanca
Romance¨Eres Liesebeth Britania Rothschild. Según la línea sucesoria, serás la próxima gobernante de Alterra. Además, serás la primera reina emperatriz que lo hace sola. Nadie sobre la faz de la Tierra es más poderoso que tú¨. Ella solo quiere ser feliz...