Capítulo 11: Palizas

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Orihime le da las gracias al chofer del bus antes de bajar.

Entra al hospital saludando al guardia y a la recepcionista. Sube al ascensor y se baja en el piso en dónde tratan a su hermano. Saluda a las enfermeras y les entrega dulces y panes como parte de agradecimiento por su ayuda.

—¿Cómo está Sora-niisan?

—Más o menos... le recomiendo que tenga la puerta abierta por las dudas.

La escort asiente con la cabeza gacha. Les da las gracias tratando de sonreír aunque les sale horrible y las enfermeras no la culpan. Son conscientes que de todo puede haber al otro lado.

Queriendo mitigar la situación, Orihime golpea la puerta antes de hacerse anunciar. Sora se encuentra mirando la televisión con una mirada ausente, ella sospecha que no le pone atención realmente, más bien está concentrado en cómo se mueven los pixeles que forman la caricatura.

—Buenos días Sora-nii-san. –Saluda amablemente, como le dijeron las enfermeras prefirió dejar la puerta abierta por si ocurría algún incidente.

Ninguna respuesta, el joven siguió viendo el movimiento de los colores en la pantalla y de vez en cuando sonreía.

—Sora nii-san soy yo Orihime. — Se acerca con cuidado para no asustarlo. — Nii-san te he traído el pastel de zanahoria que tanto te gusta ¿Cómo estás?

Nuevamente ninguna palabra, lentamente se acercó al joven y de forma tímida toma la mano de Sora. Éste reaccionó viendo su mano un momento sin decir palabra alguna.

—¿Quién eres tú? — Pregunta viéndola en confusión.

Orihime siente un nudo en la garganta cuando escucho esas palabras, no la reconocía. Tenía ganas de abrazarlo y decirle que todo iba a estar bien pero no podía hacerlo. Sora retira su mano rápidamente del agarre y la frota sobre el pantalón del hospital casi con desesperación, viendo de un lado al otro.

—¿Dónde estoy? ¿Qué haces en mi casa? — Pregunta asustado.

—Sora, estás en el hospital. Te enfermaste un poco ¿Recuerdas? — Trata de calmarlo con amabilidad en la voz, estaba acostumbrado a los ataques de pánico que solía tener su hermano y solo era cuestión de mantener la calma.

—¡No es cierto! —Exclama furioso, queriendo levantarse y escapar o atacarla, pero imposible. No se puede mover. Sora ve aterrado su propio cuerpo, inmóvil a excepción de un brazo. — ¡¿Qué significa esto?! ¡¿Por qué no puedo moverme?!

—Sora, calma no voy a hacerte daño, solo vengo a ver cómo te sientes.–Se acerca otro poco, con lentitud, como si intentará tocar un animalillo acorralado el cual mostraba sus dientes y garras. — Comamos pastel y hablemos de lo que te paso, ¿Sí?

—N-no... ¡Un extraño! ¡Una persona sospechosa me ataca! — De un movimiento rápido a pesar de su situación, usa su único miembro disponible, alza su brazo y le plantea a Orihime un golpe en la cara que la obliga a retroceder y caer de culo. — ¡Auxilio, auxilio! ¡E-extraño, una persona que no conozco entro a mi cuarto! ¡Policía!

–¡Nii-san tranquilízate! — Como no era escuchada y veía claramente las intenciones de un segundo ataque, Orihime opta por correr a la puerta ignorando el dolor del golpe. — ¡Kanae-san, Kanae-san! — Llamo desesperada se había salido todo de control.

No paso ni un minuto cuando la enfermera entro junto al médico a la habitación.

—Inoue-san, voy a pedirle que salga por favor. — Habla seriamente el médico, un hombre con gafas, cabello plateado, ojos azules y expresión seria, mientras que la enfermera trataban de controlar al pelinegro quien decía cosas sin sentido.

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