Capítulo 16: Whisky

116 10 6
                                    

Había que ir a un almuerzo de caridad con ropas tradicionales porque el organizador es de viejas costumbres y el restaurante es de la temática. Así que Orihime tuvo que ir una hora antes de lo normal al bar de Madam para arreglarse con ayuda de dos sirvientas y una colega de trabajo.

Su amiga escort le aplicó el maquillaje tras untarle crema, primero una base de color bien claro y un rubor, lo más discreto posible por el lugar a donde va, sombra de ojos de un rosa pálido como el labial y le hizo un efecto de pez koi con el delineador. Mientras le hacía el peinado, las sirvientas le trabajaron las uñas, una con cada mano, colocándole uñas acrílicas transparentes con arto brillo y mariposas celestes.

—Te ves divina. — Elogia la escort de pelo corto y negro, terminando el recogido con el adorno de flores de sakura arriba de su oreja izquierda; su dedo índice le enrosca un mechón fino que dejó suelto a propósito y lo suelta. — Listo. Tu hombre va a babear por ti.

—No es mi hombre.

—No tienes que fingir, sabemos que andan como Rangiku con su cliente. — Las mejillas de Orihime se tiñen de rojo, opacando el rubor. — ¿Lo ves? Tu cara te delata.

—¡Hablo en serio, no he cruzado la línea con él! — Reprocha molesta, aunque el rubor no se va. — El señor Kurosaki es quien anda fastidiando pero me he negado.

—Vaya. — La pelinegra pestañea sorprendida y ahora es su turno de avergonzarse. — Nosotras creíamos que sí... por cómo interactúan y eso.

—¿De qué hablas?

—¡Que te lo comes con los ojos! ¡Y él a ti!... que no tiene nada de malo, ya estamos aquí todas grandecitas y Kurosaki-sama es de buen ver. — Sonríe burlona. — En especial el trasero en esos pantalones.

—Cállate.

—O el pe-...

—Que basta he dicho. — Alza las manos, abochornada. — No estoy saliendo con él, ahí queda el asunto. Ahora ayúdame a ponerme el dichoso kimono.

—Pero el tema de conversación era buena.

—No lo es. — Más molesta, sabiendo que se estaban burlando de su bochorno.

Las dos sirvientas le ayudan a ponerse el haneri, no solo está bien blanco, se nota que fue lavado anoche por el olor del suavizante; luego sacaron del maniquí el kimono que Madam compró para la ocasión: azul, claro como el cielo en verano, con un poco de amarillo pastel en el centro de abajo y en las mangas que le cuelgan hasta las rodillas y con flores blancas, lilas y rosas entre ambos colores; la escort le pone el grueso obi color miel con flores también, luego el obijime con el obidone de color violeta. Las dos sirvientas la sostuvieron para que se pueda poner el zori sin tener que agacharse. La escort pelinegra agarra el pequeño espejo de cuerpo completo y le deja que vea su imagen.

—Preciosa, ¿No?

—Para la misión sí. — Orihime se arregla el corto flequillo. — Gracias a todas por su ayuda.

—Y justo a tiempo. — Dice tras oír la puerta.

Orihime suspira hondo una vez un guardia avisa que el cliente había llegado. Se toma un momento antes de tomar su papel profesional ya que ayer con la sesión de terapia no ha dejado de estar sensible emocionalmente hablando que llego hoy a pensar si debió anunciar estar enferma y esconderse del mundo... de Ichigo y de Ulquiorra. Pero así no va a salvar a su hijo, por lo que se guarda sus inseguridades a flor de piel y siguió con su rutina mañanera.

El guardia le ayuda a bajar las escaleras sosteniéndole una mano, la escort usa la otra para sujetarse del barandal. Otro guarura abre la puerta y se queda de pie frente a Madam y a Ichigo, quienes estaban como siempre en la barra de licores esperándola. Apenas los ojos del CEO la ven, siente calor emanando desde su pecho que puede jurar que las manos le empiezan a sudar... ¡Todo por culpa de Agatha y sus palabras imprudentes! ¡Nadie aquí se come con los ojos al otro!

Dama EscortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora