La elección que no hice

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No todos tienen un doble al que echarle la culpa de haber heredado la amnesia que nos impide recordar dónde ubicamos todo aquello que tocamos, o el espejo en el que te miras para tomar las decisiones “más importantes” de la vida. Y estase nos va tratando de encajar esa personalidad en la nuestra, deseando aconsejar a nuestros hijos con la misma paciencia que sacan ellos de no sé dónde para hablar de los más graves problemas, y todo parece más fácil. Y a mí me gusta parecerme a él. Las estrellas no alcanzarán para enumerar los mejores recuerdos que contaré a mis hijos sobre mi príncipe azul, que nunca destiñe. Les diré resumidamente que sabía cocinar un día gris y esparcirle la salsa de la alegría. Una vez más la elección que no hice fue la correcta.

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