Capítulo 1

762 68 1
                                    

Estaba harto del papeleo pero no tenía otra opción.

Estiró sus brazos y bostezó cansado. Recién eran las nueve de la noche pero ya quería ir a dormir. Aunque dormir no fuese una buena opción.

Se sobresaltó al escuchar el sonido de su celular. Greco le había mandado un mensaje.

"Vístete decente que hoy salimos."

Resopló molesto y le respondió.

"No molestes Greco."

"Oh vamos hombre, ¡que es tu cumpleaños!"

"No."

Dejó su celular en el escritorio y se levantó de su asiento. Le dolía mucho la espalda.

Escuchó otra notificación de su celular y seguidamente de eso escuchó el timbre de su departamento. Revisó primero el mensaje antes de abrir la puerta.

"Pues que lástima porque estoy afuera."

Lo insultó de mil formas diferentes en su cabeza y avanzó hacía la puerta.

—¿¡Cómo le va a mi cumpleañero favorito!? —Exclamó emocionado cuando lo vio. El ruso solo levantó una ceja mirándolo de mala forma. —Que ya se que no te gusta pero no me mires así. —Comentó el de barba con una sonrisa nerviosa ante aquella mirada de fastidio. —Pero tienes que salir más, no es bueno estar encerrado todos los días aquí, mucho menos con lo que tienes.

Eso último lo había dicho en apenas un murmullo pero Volkov lo había escuchado. Cerró la puerta en su cara y Greco quedó con la palabra en la boca.

Minutos después le abrió la puerta con una ropa más decente. Sabía como era su amigo y como iba insistir hasta que lo acompañara así que solo hizo que la tarea fuese un poco más fácil.

—¡Oh! ¿Entonces aceptas? —Él solo asintió y cerró la puerta detrás suya de mala gana.

Esperaba no tener problemas.

Caminaron hacía la entrada del bar. Al parecer era nuevo en la ciudad y no quedaba lejos de su departamento. Aunque eso no le importaba ya que dudaba mucho en volver a un lugar como esos.

Buscaron una mesa apartada y se sentaron ahí esperando algún mesero.

—Esto se ve increíble. —Comentó Greco con la boca abierta observando el local. El albino solo se encogió de hombros desinteresado.

El lugar no estaba tan mal. El ambiente no era tan ruidoso y era bastante cómodo hablar. Las luces eran tenues y la música tenía un volumen moderado.

Luego de pedir la comida, disfrutaron de esta. Greco se la pasó comentando sobre varias cosas pero evitando el tema de la policía. Seguía siendo delicado para Volkov.

De repente las luces bajaron su intensidad y un reflector apuntó hacía el escenario. Un hombre moreno con coleta subió y se dirigió al micrófono que había en el centro.

—¡Muy buenas a todos! Espero que esten disfrutando de la noche. —Varias personas respondieron con grititos, risas y algunos aplausos. El presentador mostró una pequeña sonrisa. —Perfecto, ahora denle la bienvenida a un dúo un tanto peculiar pero con gran talento, ¡Gustabo García y Horacio Pérez!

Los aplausos llenaron la habitación cuando dos hombres subieron al escenario. Pero uno de ellos le había llamado la atención. Tenía una cresta azul hacia un lado y una guitarra en sus manos.

El hombre peculiar se sentó en una banqueta de madera que estaba detrás de uno de los microfonos.

El otro integrante de aquel dúo era un rubio que no traía ningún instrumento. Se acercó al micrófono del centro.

—¡Hola, hola! Bueno esto... ¡sean bienvenidos a Lo del Diablo! Ahora para terminar bien la noche tocaremos una canción un tanto conocida pero se que a muchos les encantará.

Se acomodaron por unos segundos y el de cresta empezó a tocar la guitarra.

Era un ritmo bastante simple pero a la vez era hipnótico. El ruso se había quedado observando las manos de aquel hombre. Veía como se movían con rapidez entre las cuerdas, como si fuesen una parte de él.

Luego de aquella introducción instrumental, el rubio cantó. Su voz era realmente suave y hermosa. No era ni demasiado grave ni muy aguda.

No conocía esa canción pero al parecer la gente a su alrededor si. Cantaban emocionados junto con el muchacho, incluso algunos se acercaron al escenario.

A decir verdad, Volkov no estaba muy centrado en el cantante sino que, para él, era más interesante el guitarrista. No por ningún tema romántico, sino que le parecía fascinante el talento que tenía este.

Levantó la mirada para seguir observándolo mejor pero se cruzó con aquellos ojos que también lo estaban viendo.

Sentía que el tiempo había desaparecido totalmente y ellos dos eran los únicos que existían.

Sus miradas se conectaron por unos segundos pero el guitarrista tuvo que apartarla para concentrarse en el instrumento.

Y así pasaron de canciones tras canciones. Ya en la tercera canción, el de extraña cresta se levantó de su asiento y decidió vagar por el bar mientras seguía tocando.

Animó a la gente a acompañarlos mientras reían y disfrutaban de la noche. Pero no todo fue bien.

El moreno se acercó a su mesa pidiendo que canten con ellos. Ambos hombres se tensaron y no respondieron pero el guitarrista seguía insistiendo.

—Él no puede hablar. —Comentó algo incómodo Greco.

El de cresta dejó de tocar la guitarra y los observó. Sus mejillas se volvieron un rojo intenso y comenzó a balbucear. Finalmente decidió hablar.

—"Lo siento mucho" —Dijo en lengua de señas. Volkov se sorprendió y le respondió con un pequeño movimiento de mano.

El músico se dio la vuelta y continuó tocando la guitarra.

Había sido raro.

Raro e incómodo.

El ruso todavía estaba estupefacto con lo que había pasado. Muy pocas personas, por no decir nadie, sabían lengua de señas. Cruzarse con alguien que si sabía era... aliviante.

Se levantaron de la mesa cuando el concierto de aquel dúo llegó a su fin. Greco ya estaba cansado pero cuando vio a Volkov observando perdidamente al músico decidió quedarse un rato más.

Estaban a punto de salir del bar pero una mano detuvo al más alto. En respuesta a eso, ambos hombres se giraron.

—"Esto... perdón de nuevo por lo que pasó, no tenía intención de ofenderte." —A medida que hablaba en voz alta, sus manos lo acompañaban velozmente. —"Como forma de disculparme la próxima que vengan, la casa invita. Solo digan que son amigos de Horacio y listo."

Abrieron los ojos sorprendidos. Volkov iba a negarse pero Greco se adelantó y aceptó la invitación.

—¡Sería fantástico! A mi amigo Volkov le encantaría, yo soy Greco. —Le respondió rápido tendiéndole la mano lo cual Horacio aceptó.

—Volkov. —Susurró el moreno para sí mismo. —"¡Pues nada! Siempre serán bienvenidos aquí." —Les regaló una sonrisa radiante y ellos se despidieron.

Al salir del local Volkov le lanzó una fría y molesta mirada a su amigo.

—¡Oh, no me mires así! Ya me lo agradecerás luego. —Le dio un pequeño codazo con una mirada cómplice. —¡Además es comida gratis! No se puede rechazar algo así.

Él solo bufó molesto y siguió caminando. Aunque en su cabeza estaba pensando que tal vez no era tan mala idea.

A silence between us | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora