Capítulo 4

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Cerró la puerta del patrulla con fuerza.

No podía creer que se había abierto y le había contado todo su pasado a Conway, y lo único que recibió fue una comparación.

—Eso no es nada muchacho. —Dio una calada a su cigarrillo. —¿Sabes lo que tuve que pasar yo? Todo lo tuyo era el pan de cada día para mí. —Comenzó un monólogo en donde le contaba todo lo que él había sufrido.

Se quedó callado en todo el momento. Solamente escuchó todo lo que dijo. Comenzaba a pensar que todo lo que había pasado no era tanto comparado con lo de él.

—No se de qué te quejas Volkov. Para mí, eso hubiese el paraíso. —Frunció el ceño confundido al escucharlo, ¿enserio estaba diciendo eso?

Continuó con su relato pero el ruso ya no le prestaba atención. Cuando tuvo oportunidad, se excusó para poder irse. Agradeció que había traído su propio patrulla.

Condujo hacia comisaria distraido. Tenía demasiadas cosas en la cabeza. La muerte reciente de Torrente, su pasado que lo perseguía sin fin y ahora el tema con Conway.

Miró el cielo nublado. Iba a nevar dentro de poco. Apretó el acelerador. No quería que lo atrapara una tormenta de nieve en medio de la carretera y quería llegar a casa rápido.

Luego de unos minutos de viaje pudo notar un coche detrás suyo. Lo había visto antes aunque no le dio importancia. Pero ahora que había bajado la velocidad para comprobar si lo seguía, y estaba en lo correcto.

Apretó el acelerador a fondo para tratar de perderlo. Se centró en mirar el espejo retrovisor.

Primer error.

Al estar distraído, no notó que un camión había atravesado la mitad de la calle, haciendo un bloqueo.

El coche se estampó contra el camión. Los vidrios se destruyeron y se enterraron en el rostro del albino. Sin poder evitarlo, se golpeó en la cabeza contra el volante debido a la fuerza del impacto.

Jadeó adolorido abriendo lentamente sus ojos. Veía todo borroso. Su corazón latía descontrolado. No sentía sus piernas. Respiraba con dificultad.

Sentía que iba a morir.

Vio como su puerta era abierta con fuerza. Unas figuras se acercaron a él. No sabía quienes eran.

Sin poder evitarlo se desmayó.

...

Despertó atado en una silla.

Le dolía todo el cuerpo y sentía mucho frío. Abrió los ojos con dificultad al sentir que había mucha luz.

¿Qué había ocurrido?

Trató de mover sus brazos pero una cuerda los retenía. Miró a todos lados pero no reconocía el lugar. Estaba bastante abandonado. Alzó la mirada hacia la única luz que había. No paraba de parpadear.

No supo cuanto tiempo había pasado ahí cuando un hombre enmascarado entró a la habitación.

—Seré franco. —Caminó hasta quedar al frente del comisario. —La verdad es que tú no me interesas. Eres solo un perro más de él. —Su voz era grave y calmada. —Si me dices información de él, te dejaré salir vivito y coleando.

—No sé de quién me hablas. —Murmuró haciéndose el desentendido. Claro que sabía que se trataba de Conway, no era estúpido.

—Y ahora no sabes quién es. —Sacó un cuchillo de su cinturón y lo clavó en la pierna del contrario. Un grito desgarrador se escuchó en toda la habitación. —Pues nada, tendremos que hacerte recordar.

A silence between us | VolkacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora