Se despertó temblando.
Odiaba con toda su alma dormir.
Se tapó con las mantas acurrucándose en ellas. Tenía mucho frío y sabía muy bien el porqué.
El invierno estaba acercándose. Y con él, uno de sus traumas.
Salía menos de casa, pedía todo lo que necesitaba por internet y estaba encerrado en esas cuatro paredes día y noche.
Greco lo había notado hace ya unas semanas y pudo comprobarlo cuando lo invitó al bar. El ruso, evidentemente, rechazó la invitación y le propuso comer en su casa.
El hombre con gran barba entró el departamento y lo recibió una gran ola de calor.
—¡Pero bueno Volkov! —Caminó hacia el interior mientras se quitaba la chaqueta y la bufanda. —¿No crees que hace mucho calor aquí?
Cuando lo miró, se encontró con el ruso con una sudadera, mientras que él por poco se quita la camiseta. Estaba claro que no tenía calor.
Habían pedido comida a domicilio ya que ninguno tenía ganas de cocinar por lo que, mientras esperaban la pizza, Greco comenzó a hablar sobre lo que había ocurrido.
—¿Y puedes creer que esa señora le golpeó con el bolso a Conway? Lo tenías que haber visto, fue increíble. —Soltó una risa mientras bebía su cerveza.
Luego de aquel suceso, Greco se había vuelto comisario del CNP y, por ende, la mano derecha de Conway. Al parecer, no había rastro alguno de Volkov en comisaria salvo rumores que creaban sobre él para asustar a los nuevos cadetes.
Siempre que su amigo le hablaba de eso, trataba de saltear algunos detalles, pero aún así, una gran ola de nostalgia golpeaba al albino. Extrañaba demasiado aquella rutina que tenía antes, incluso extrañaba a los delincuentes insoportables.
Ahora solamente se dedicaba a leer informes, corregirlos y enviárselos a Conway. Era lo único que podía hacer después de todo. Aunque al principio no iba a ser así.
El superintendente, al ver a su mano derecha en ese estado, una furia y decepción ciega llenó su cuerpo. Tenía planeado despedirlo, después de todo, era inútil para la policía, pero Greco insistió tanto que lo convenció de no despedirlo. Por esa razón, mantenía ese trabajo que tanto odiaba y haría lo que fuera para salir de ahí.
Tal vez habían más trabajos en donde pudiese ser aceptado pero seguía siendo algo nuevo en todo ese tema y temía no conseguir, por lo que prefirió no renunciar hasta que se sintiese más seguro. Además de que la policía era su hogar y no quería desprenderse de él.
Luego de beber un rato más, la pizza llegó y decidieron ir a comer en la mesa que tenía Volkov en la cocina.
—Y bueno Volkov, ¿Has vuelto a salir? —El respondió con un simple movimiento de dedos negando. —¿Por qué? —Él ya sospechaba algo pero quería asegurarse.
—"Mucho frío." —Siguió comiendo suplicando en su cabeza que el hombre con barba cambiara de tema. El contrario frunció el ceño sin comprender completamente.
Esos últimos días, el clima y había aumentado bastante, por lo que el calor era demasiado, pero al parecer, para su amigo solo tenía frío. Se le hizo un tanto extraño por lo que luego de unos minutos comiendo y pensando en como formularlo, lo dijo.
—Volkov... —Este levantó la mirada al escucharlo. —Yo... creo que deberías volver al psicólogo. —Soltó rápidamente con nerviosismo.
—"No. Eso fue inútil." —No podía creer que le estaba proponiendo eso cuando fue el primero en saber que eso no estaba sirviendo ni un poco.
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A silence between us | Volkacio
RomanceEl silencio puede ser muchas cosas. Puede ser asfixiante, incómodo o incluso maravilloso. Para Volkov, el silencio fue su forma de protegerse de todos a su alrededor luego de lo que había pasado. Aunque no tuvo previsto que alguien pudiese romper s...